Capítulo 1

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Capítulo 1

La ciudad se veía tranquila. Aquella mañana, Londres había despertado sin mucho problema, solamente algo de frío debido a la reciente lluvia. Sin embargo, no todos pensaban igual.

El teniente Norton estaba preocupado. Mientras rellenaba su pipa, conversaba con uno de sus compañeros de armas.

- Estoy preocupado por Nicholas. Mi hijo nunca ha sido muy hábil en esto pero sí inteligente.

- Debes ser más paciente, Charles. Tu hijo es despierto y además podría ser un buen hombre de negocios. Es contable así que eso puede abrirle muchas puertas.

- Sí, pero no era precisamente lo que tenía en mente para él. Aun así, es disciplinado y me agrada que sea un hijo dócil.

- Eso lo logró tu mujer- reveló el compañero del teniente.

- Lo sé, ella siempre tuvo mucha paciencia con él, cosa que a mí siempre me ha faltado. Pero, en fin, ya no se puede hacer mucho- comentó el teniente.- Estoy esperando que venga ahora mismo para que lo conozcas.

- Dejé de verlo cuando aun era un niño- insistió su amigo.

- Pues te vas a sorprender.

Nicholas Norton, si bien era un buen hijo, no había logrado llenar las expectativas militares del padre. Una vez de estar un tiempo en el servicio, decidió entrar a la carrera de contabilidad con muy buenas notas. Sin embargo, ahora desconocía el motivo que orillaba a su padre a mandarlo en un viaje importante a América.

Un amigo suyo lo acompañaba en el carruaje.

- Despierta, Nicholas...ya casi llegamos.

- Perdona, estaba muy desvelado. No he podido dormir nada desde que llegó el telegrama de mi padre.

- Me imagino. ¿Y qué piensas hacer?

- No lo sé. Pero créeme, no pienso aceptar así como así una imposición más de mi padre, como no lo hice con mi carrera.

- No creo que tu padre quiera obligarte a hacer nada sin tu consentimiento. Eres un hombre, aunque seas un buen hijo.

- Ojalá tuvieras razón. Bueno, y cuéntame. ¿Cómo va lo de tu matrimonio?

- No estoy seguro. La joven es muy hermosa y buena pero...eso de que está en un colegio de monjas no es muy de mi gusto.

- Alégrate, es mucho mejor que tomes partido en alguna de esas señoritas que parecen de muy buena familia. En ocasiones te llevas cada chasco...

- Ya me imagino que sabes un poco de eso- observó el amigo.

- No como yo hubiera querido...

La verdad era que Nicholas había tenido un amorío y estaba decepcionado, al darse cuenta que esa mujer no era lo que él esperaba.

Manchester

- Vamos, Edith, no seas mala. Ven con nosotras a la fiesta que habrá en casa de Lady Debingh.

- No puedo, chicas. Mi padre me ha mandado llamar. Tengo que hacer un viaje. Sin embargo, dijo que me acompañaría uno de sus hombres de confianza en una travesía por mar.

- ¿América?

- Así es- dijo Edith, algo desganada.- No tengo ni un céntimo de ánimo de viajar hasta allá.

- Tal vez puedas mejorar todo. Sabes que en este internado las cosas siempre han sido muy difíciles.

- Pues aquí las cosas son duras pero no creo que más que allá afuera- siguió- no conozco a nadie.

- No te preocupes. Ni que te fueras a una isla desierta.

Todas rieron. Edith trató de hacerlo pero no podía negar que estaba preocupada.

Entró a su habitación y revisó sus pertenencias. Luego revisó una carta que había leído cuando ingresó al internado. La escondió entre sus cosas.

- No debiste hacerlo, James- pensó.

Ella había tenido una gran decepción, al darse cuenta que su prometido frecuentaba otro tipo de lugares.

Ahora se enfrentaría a ese mundo que, al aceptar ingresar al internado, había decidido dejar atrás. Pero las circunstancias de la vida ahora la obligaban a dejar ese pequeño mundo donde sólo el mal genio o las imposiciones de las religiosas eran un pequeño tormento.

Cerró bien su maleta y fue a la oficina de la directora.

- Buenas noches, hermana Cristine. ¿Me llamaba?

- Así es, señorita Goldsmith. Como sabe, tendrá que marcharse temprano.

- Lo sé, hermana. Y lamento la decisión de mi padre.

- Yo más, tenía otras expectativas hacia usted, pero en fin, creo que quizás Dios decida otra cosa para usted. Sólo quería despedirme de usted y pedirle que no se olvide de nuestras enseñanzas. Allá afuera necesitará mucho de todo lo que ha aprendido aquí.

Edith sonrió débilmente. Pero bien sabía que no todo lo que había aprendido le sería útil. Iba a tener que aprender quizás de una forma diferente.

- Le agradezco todo lo que hicieron por mí, madre. No podría pagarles en nada todo lo que lograron en mí y me ayudaron durante todo este tiempo.

- No agradezca, señorita. Bueno, prepárese porque mañana se tendrá que ir.

Edith cruzó la puerta. Decidió volver a su habitación. Era tarde. Debía descansar para levantarse temprano.

Cuando llegó a casa de su padre, éste lo recibió con algo de frialdad.

- Un amigo mío quería conocerte pero tardaste demasiado- observó el teniente.

- Lo lamento, padre, pero tenía cosas que hacer.

- ¿Estás listo para el viaje?

- Podría pero...quiero saber por qué tanta premura.

El teniente asintió.

- Necesito que te hagas cargo de algunos asuntos importantes en América pero...uno de ellos implica...que contraigas matrimonio.

- ¿Qué?- preguntó Nicholas.- ¿Acaso has perdido el sentido, padre?

- En lo absoluto- dijo el teniente.- Esta decisión está bien pensada.

- No puede ser, no me habías dicho nada. No puedes decidir por mí sin consultarme.

- Lo lamento, Nicholas. Pero es algo que ya tenía decidido.


COMPRANDO TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora