Capítulo 45

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Cap. 45

Más tarde, Nicholas sorprendió a Edith en la cocina, preparándole un postre.

La tomó por la cintura y la cargó.

- ¡Bájame, Nick!- gritó sonriendo.

- Lo siento pero es que estoy muy emocionado. ¿Ya terminaste aquí?

- Sí, ya está el postre. ¿Quieres probarlo?

- Bueno, claro que sí.

- Voy a ordenar que pongan la mesa- dijo Edith.

Pero su esposo negó.

- No...aquí en la cocina, vamos a probarlo, solos tú y yo- sonrió.

Edith asintió.

- Está bien, te serviré.

Le sirvió un pudín que prometía estar muy dulce. Nicholas se relamió los labios, imaginando el sabor tan agradable.

Clavó la cuchara para tomar un buen bocado. Y tras llevárselo a la boca, tuvo que ocultar la cara bajo la servilleta.

- ¿Qué pasó, Nick? ¿Está quemado?

Nick degustó, tragó con dificultad y luego dio una ligera arcada.

- Está...salado- murmuró Nick.

Edith se asustó. Nick sonrió hasta reír a carcajadas.

Su esposa se sonrojó.

- Linda...no te preocupes. Debe ser que confundiste la sal con el azúcar.

- Es que...siento que he perdido un poco la sensibilidad del gusto- comentó.

- Es probable, pero no te preocupes. Procura no darle el visto bueno a la comida, que lo haga Charlotte.

- Está bien. Bueno, entonces te serviré el café.

- Yo lo endulzo- insistió Nick.

- Claro, amor.

Ya en la alcoba, ella se terminaba de peinar, cuando Nicholas, con la camisa entreabierta, empezó a darle masaje en los hombros a Edith.

Ella se estremeció.

- Nick...¿qué haces?- dijo suavemente.

- Nada...relajarte...-añadió, al tiempo que apartaba su bata y besaba tiernamente sus hombros y su espalda.

Su esposa gemía dulcemente y le dejaba hacer. Se recostó en su regazo al sentir un intenso beso apasionado que le proporcionó y dulce dolor en el vientre. La sesión de besos continuó hasta que Nicholas la acomodó en el hueco de su brazo y apretó ligeramente los botones de sus senos con una mano, mientras con la yema de uno de sus dedos acariciaba sus labios.

Su boca apuró el sabor de las cimas, arrancando el deseo de ella.

- Nick...el niño...

- Tranquila, no pasará nada- insistió Nicholas descendiendo lentamente por su piel.

Más tarde, sostenía su espalda mientras la socavaba con delicadeza y deseo al mismo tiempo.

Ella se aferró a su espalda mirándolo a los ojos hasta desplomarse de emoción y placer.

Mientras acariciaba el pecho de su amado, le preguntó.

- ¿Cómo crees que reaccione tu padre?

- No lo sé...pero ya quiero que la enfrente. Y yo liberarme de este compromiso que me tenía atado...-dijo acariciando a su vez los labios de su mujer.- Ya no quiero tener ningún vínculo con mi padre que me retenga de esta forma.

- Y yo también quiero decirle al mío que puede olvidarse de lo que tiene. Sólo quiero la parte que mi madre aportó y él se puede quedar con lo suyo. Contará con nosotros hasta el último momento, pero ya no dependeré de él.

- Tienes razón, amor...juntos vamos a cambiar esta historia. Y ahora...déjame perderme un momento más entre tus brazos.

Edith le permitió que la amara intensamente hasta el amanecer.

Llegó el día de la reunión. El teniente Norton se sentía seguro de que todo iba a salir a la perfección.

Recibió a los invitados, y Nicholas también agradecía a todos por su presencia.

Cathelyne llegó acompañada de Richard, que había ido a buscarla.

Edith tembló. Ahora venía lo peor.

El teniente fue a recibirla.

- Cathelyne Hemsworth- dijo ella saludando al señor- usted es el teniente, ¿verdad? Lamento no haberlo saludado antes.

- Y yo lamento no haber podido saludar antes dama tan distinguida. – dijo besando su mano.

Cathelyne contuvo el rencor y la emoción que resguardaba.

- Bueno- siguió Edith- pasemos adentro.

Ya estando ahí, el teniente comenzó con un brindis.

- Brindo por la cortesía y la buena voluntad de quienes han esperado tanto tiempo a un militar como yo.

Todos dijeron:

- ¡Salud!

Nicholas hizo otro brindis. Y Cathelyne siguió.

- Ahora...yo quiero hacer un brindis...por el intachable teniente Norton que abandonó una hija hace 20 años y que ha pasado por un hombre honorable frente a todos, a pesar de ser jugador y bebedor...

- ¿De qué habla?- comenzó Cathelyne.

- Soy yo, padre, la hija que abandonaste hace 20 años...¿no recuerdas a esa mujer a la que engañaste y que preferiste ocultar porque ya tenías una familia decente? Soy yo, Cathelyne, aquí estoy, no para pedirte nada porque todo lo debes, sino para ayudarte, con tal de que dejes a mi hermano Nicholas y a su esposa Edith en paz y te dediques a recuperar tu propia vida y tu honor, si es que puedes.

El padre de Edith acababa de llegar. Al escuchar aquello, el señor Goldsmith apenas comprendía.

Edith y Nicholas estaban demasiado sorprendidos. El teniente Norton tampoco podía creer lo que tenía frente a sí.

COMPRANDO TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora