Capítulo 30

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Cap. 30

Semanas después, la vida parecía normal para todos. Especialmente para Edith y Nicholas, cada día era una nueva oportunidad para conocerse y amarse.

El doctor estaba feliz con su nieto y veía la felicidad de todos. La situación de la isla era normal, todo iba in crescendo, de forma armónica y tranquila.

Aquel día en especial, despertaron dispuestos a realizar un arreglo en las barracas y a cortar algunos árboles grandes.

En la cocina, Edith preparaba unas tortas para Nicholas, quien llegó con bastante hambre.

- Buenos días, amor- dijo con un beso.- Te levantaste muy temprano.

- Sí, venía a preparar el desayuno y no te quise despertar.

- Quiero llevar a tiempo con los demás para que trabajemos antes de que el sol se ponga en alto.

- No te preocupes. Estarás a tiempo, ahora siéntate a desayunar- dijo ofreciéndole aquellas tortas humeantes y un buen vaso de leche.

Nicholas comía con bastante hambre. Richard llegó dispuesto a comer lo que Charlotte había preparado.

- Yo también ya estoy que me muero de hambre.

- Si no te has lavado las manos, ni lo pienses.

Nicholas tomó la mano de Edith y le pidió que se sentara junto a él.

- Están deliciosas las tortas, amor- señaló Nicholas.

Richard trató de tomar una pero Richard le dio un golpe en el dorso de la mano.

- Ya oíste, lávate las manos. Y después de eso...lo pensaré. Las hizo Edith para mí.

Edith sonrió.

- No seas envidioso, Nick. Si quieres, te puedo preparar otras, Richard.

Richard respondió.

- Gracias, Edith. Eres buena.

- Estaba bromeando, Richard. Gracias, amor.

El doctor y su esposa llegaron también a desayunar, al tiempo que Georgette daba de comer a su bebé y Demian desayunaba también.

De pronto Edith y Nick miraron de nuevo la silla donde siempre se sentaba Maximilian.

- Parece que apenas fue ayer...

- Me duele tanto también- argumentó él- no sé cómo vamos a olvidarlo.

El doctor irrumpió.

- Bueno, desayunemos todos y luego nos dedicaremos a trabajar el día de hoy.

Acordaron esforzarse mucho para que el sol no les ganara y no tuvieran que asolearse demasiado.

Mientras iban a prepararse para el trabajo, Edith se secó el sudor. Nicholas le ofreció su pañuelo.

- Se ve que estás acalorada, ¿cierto?

- Un poco...la temperatura ha vuelto a subir.

Nicholas le dijo dulcemente al oído.

- En la noche...voy a ayudarte con eso.

Edith movió la cabeza mientras sonreía, sonrojada.

- Anda, Nick, deja de ser travieso y apúrate.

Nicholas le dio un beso y partió para el trabajo.

Todo parecía ir normal, hasta que alguien corrió a donde se encontraban los hombres cortando árboles.

COMPRANDO TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora