Capítulo 41

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Cap. 41

Los problemas entre Edith y Nicholas se habían suavizado. Pero James seguía insistiendo en molestarlo.

La joven notaba que su marido era sincero. Pero de igual forma, seguía escuchando comentarios de que se encontraba a escondidas con aquella extraña mujer.

No quería escuchar, pero no podía pasarlo por alto.

Nicholas no quería mentir más pero no podía decir nada de momento.

Aquella mañana, Nicholas se levantó y encontró a Edith en la cocina.

- Amor, ¿por qué te levantaste tan temprano?- preguntó dulcemente.

- Quería despertarte con una sorpresa- dijo la esposa.

Nicholas se acercó con dulzura y dijo a su oído.

- Me sorprendí...porque me hizo falta tu cuerpo a mi lado...

Ella se estremeció y se entregaron a un apasionado beso. La criada los sorprendió.

- Disculpen...

- Pasa, Charlotte.

Ambos se sentaron a la mesa y desayunaron.

- ¿Qué harás hoy, Nick?

- Pues voy a ver a algunos acreedores, tengo reunión especial con ellos.

- Ya veo...

- ¿Y tú?- preguntó a su vez Nicholas.

- ¿Yo? Voy a pasar un buen rato en la cocina- suspiró hondamente.

- Procura no cansarte demasiado- sonrió pícaramente Nicholas.

Ella trató de parecer más alegre pero no podía.

Cuando él se despidió estuvo revisando algo de la correspondencia. De pronto, alguien llegó.

- Señora...la buscan...

Edith recibió a una dama.

- Buen día, señora...disculpe, ¿es usted la señora Norton?- preguntó.

- Sí, soy yo. ¿Qué desea?- preguntó Edith.

- Soy la señora Cathelyne Hemworth- saludó cortésmente.- Mi ex esposo era acreedor de su suegro y quisiera hablar con usted sobre el asunto.

- Mi esposo Nicholas no se encuentra. ¿No sería más conveniente que hablara con él?

- Me dijeron que era más fácil dialogar con usted. Ya que es mujer, entenderá mejor mi situación.

- Está bien, aunque me extraña que mi esposo no haya tratado de negociar.

- Lo que pasa es que yo no he querido...usted entiende- agregó.

Edith comprendió.

- Me alegra que me haya buscado. Siendo así, estoy a sus órdenes. Espere...

Llamó a Charlotte y le pidió les llevara algo de té.

- Sé que es temprano, pero permítame atenderla lo mejor que puedo.

- No se preocupe, señora.

Estuvieron conversando buena parte de la tarde. Tal parecía que aquellas dos mujeres habían hecho buenas migas.

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Mientras tanto, en la estación de policía, un recién llegado alegaba:

COMPRANDO TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora