Capítulo 7

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Capítulo 7

- ¿Cómo lo ves, Carlson?- preguntó William Walker a uno de sus hombres.

- Pues...te diré- dijo burlonamente- pero igual y sirve.

- No sé a qué se refieran pero, lamento decirles que no trabajaré con ustedes, caballeros.

- Mira, muchacho, esto no es cosa de querer o no. Si te toca, te toca. Andando...

Más tarde lo metieron en una bodega a él junto con Richard y el doctor Maximilian.

- ¿Te encuentras bien?- preguntó Nicholas.

- Sí...es sólo el golpe. Tienen la mano muy pesada.- Apenas si recuerdo cómo nos sacaron del Seagull para subirnos a esto.

- Es de buena factura- reveló Stanford, que conocía de barcos.- Debieron haberlo robado a alguna buena empresa.

- Esto no es lo peor. Trafican con licores- dijo Nicholas.

- Entonces deben estar buscando a los barcos cargueros. Pero...sé también que esos trafican con armas y con gente.

- ¿Con gente?- preguntó Nicholas.

- Así es...son traficantes de gente. La venden, especialmente a las mujeres.

Nicholas estaba molesto.

- ¿Se dieron cuenta cómo me miraron? Estoy casi seguro que pretenden que los ayude en algo. No estoy dispuesto.

- Deberías fingir que los ayudas. Así podríamos escapar.

Guardaron silencio. Esos hombres andaban cerca.

- Escuché un ruido en la bodega de vinos. Al parecer hay alguien que está escondido y no ha podido salir. Debemos ayudar. A lo mejor se trata de alguien que trató de huir, tal vez esté herido.

- En cuanto puedas salir, averigua- pidió Maximilian.

- Pero para hacerlo, va a tener que fingir que está de su lado.

Nicholas dudaba. Pero quizás no tenía opción.

El padre de Edith seguía preocupado. No sabía qué hacer.

- Mi hija...¿en dónde se encontrará mi pobre hija?

Pensó que quizás había quedado en tierra. Pero en el colegio le dijeron que ya no se encontraba ahí.

Trataron de hacer pesquisas para poder averiguar sobre el paradero de los que abordaron el Mauritania pero no había información.

Aquella tarde llegó el telegrama de su amigo, el teniente Norton.

MI HIJO DESAPARECIDO, SIN NOTICIAS. TEMO LO PEOR. SALUDOS.

- Y ahora esto. ¿Cómo puede ser que los dos estén perdidos?

Nicholas tenía demasiada hambre. Y el doctor y el comerciante también. Tenía que salir de ahí para conseguir algo de comer y llevarles también a sus compañeros. No escuchaba ruido afuera. Tuvo que golpear la puerta que daba a la cubierta.

Uno de los piratas abrió.

- ¿Qué quieres, muchacho?

- Digo, quiero...negociar con su jefe- comentó apenas reparando en las palabras.

Los de arriba reían.

- Vaya, tal parece que el muchacho es un poco inteligente.

- Es sólo que me tengo que poner del lado del mejor postor- fingía.

- Ven, sube.

Nicholas avanzó con ellos y entró donde el capitán.

- Bien, capitán. Si quiere ayuda, la tendrá. Tengo algo de experiencia en navegación y...

- ¿Ah, sí? Entonces cuéntame, ¿qué estás dispuesto a hacer?

- Puedo ayudarlos a conseguir víveres, soy bueno para las cuentas y sé manejar armas...¿le parece suficiente?

El capitán hizo un guiño y asintió.

- No acostumbro aceptar a cualquier clase de gente pero...creo que ya me caíste bien. Tienes agallas. Ven, siéntate y come.

- Lo haré si me promete darme comida para mis amigos.

- ¡No me condiciones! ¿Estamos?

- Es sólo una ayuda. No le conviene tener muertos en este barco porque lo encontrarían enseguida. Además, tiene un médico y un comerciante a bordo, le serán de mucha utilidad.

El capitán aceptó.

- Bien...después de que comamos comerás tú y le llevarás algo a tu gente. Pero ten mucho cuidado con lo que haces.

Nicholas asintió. Si no terminaba muerto, terminaría en prisión y era casi igual de malo.

Pero al menos habría ayudado a alguien.

Una vez que comió se llevó algo de comer para el doctor y el comerciante.

- Algo es algo.

- Siéntate...

- No puedo...esperen, tengo que averiguar lo que hay en la bodega.

- Ten cuidado.

Nicholas vio a los marineros ebrios y ahítos. Se escabulló por la escotilla y bajó con cuidado con algo de comer.

Entonces empezó a llamar a alguien.

- ¿Quién anda ahí?

Pero nadie respondió.

- Quien sea, responda. No voy a hacerle daño...

Un sollozo reprimido se escuchaba bajo una gaveta.

Nicholas trató de seguir el sonido. Cuando se dio cuenta, vio una débil sombra que se encontraba bajo un tonel de vino.

- Dios mío...¿tú qué haces aquí?

La silueta le hizo una señal para que callara.

- Que no te escuchen los demonios...

- ¿Cuáles demonios?

- Esos...que están arriba. Que gritan y ríen...-siguió colocándose las manos en la cabeza.

- No son demonios...son sólo hombres. No les temas...pero, ¿cómo llegaste aquí?

Aquella silueta secó el llanto. Se trataba de Edith.

Nicholas le tocó la frente.

- Estás ardiendo en fiebre. No te muevas.

Salió con cuidado, dispuesto a buscar al doctor Maximilian.

Pero cuando salió, uno de los hombres le dijo.

- Ven aquí, el jefe te llama.

Nicholas estaba preocupado. Tenía que llevar el doctor para que revisara a aquella pobre muchacha.


COMPRANDO TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora