Capítulo 8
El joven Nicholas subió con el capitán. Tenía que pensar cuidadosamente cómo iba a manejar la situación con él.
William Walker estaba sentado en un viejo diván y bebía aparatosamente.
- ¿Qué desea, capitán?
El hombre se puso en pie y escupió por un lado.
- Vamos a ver, muchacho. Dijiste que colaborarías conmigo. Bien, haz un inventario de armas- dijo dándole una vieja libreta.- Te llevarán mis hombres y serás atendido para que puedas hacer bien este trabajo.
- Gracias, capitán. Si me permitiera salir a cubierta por ratos. Verá...tengo...claustrofobia...
- ¿Qué es eso?- preguntó con afectación.
- Tengo temor a estar mucho tiempo encerrado...-apuró.
- Vaya...creo que te pasa algo parecido a mí. No soporto el estar mucho tiempo encerrado, por eso me escapé de prisión, ¿eh?
Nicholas tuvo que sonreír ante la sorda carcajada del pirata.
- En fin, ya que te pones mal, habrá suficiente comida y algo de vino para que te confortes.
- Gracias, capitán.
Uno de sus hombres lo llevó a la bodega. Estando ahí revisó todo el inventario. Había armas de muy buena calidad. Pero algunas no tenían suficientes municiones.
- No entiendo cómo viajan tan armados- afirmó. Seguro que robaron algún navío militar- dijo revisando algunas insignias.
Esperó un rato y luego empezó a organizar las piezas y a clasificarlas de acuerdo con el calibre.
Unas horas después, cuando empezaba a quedarse dormido, uno de los hombres abrió la puerta y lo sacó casi a empellones.
- Anda, que te dé el aire...-sugirió con burla.
- Gracias.
Estando en cubierta respiró hondo y se llevó una mano a los hombros por el dolor de los golpes.
Aprovechó que los hombres del capitán discutían sobre una pieza de oro y bajó a buscar al doctor.
- Venga conmigo. Es una chica la que necesita ayuda.
- Vamos- dijo moviéndose con rapidez.
Entraron a la bodega. Nicholas llamó a la joven.
- Espera, he traído ayuda...
El médico se acercó y vio las condiciones en que se encontraba.
- Señorita, tranquilícese.
El doctor la sacó con cuidado de entre aquel mueble y la ayudó para que respirara hondamente. Tenía fiebre.
- Esta criatura está ardiendo...debe ser el hacinamiento y la falta de alimento.
- Le traje un poco de comer pero no fue suficiente. Si seguimos aquí moriremos de hambre y de desesperación.
- Tranquilízate, amigo. Espere, señorita...-dijo tratando de hacerle beber un poco de vino.
Ella miró a sus rescatadores y trató de sonreír.
- ¿Son ángeles, verdad? He orado para que me sacaran de aquí y lo harán, ¿cierto? Por favor, no me dejen aquí.
- Aguarda- dijo Nicholas- debes esperar porque no sabemos cómo salir de aquí.
El doctor la atendió un rato y la dejó descansar.
Salieron con cuidado.
- Debemos buscar algo para ayudarla. El vino ayuda para curar también las heridas pero debe ser algo limpio, ropa limpia, su fiebre se debe a una infección y si no logro atenderla enseguida puede morir.
Nicholas movió la cabeza.
- Debo irme- observó- es hora de marcharme. Por favor, vete para que no te descubran.
- Está bien.
Nicholas volvió a la cubierta y uno de los hombres lo miró con interés.
- No sé qué vio el capitán en ti pero parece que eres de fiar y algo astuto. Dice que quiere beber contigo una copa. Te espera en su camarote.
"Su camarote...si no supiera que este barco es robado"
- Dígale que ya voy...
Mientras avanzaba hacia el camarote, pensaba en la pobre muchacha. Se veía mal y se notaba que le estaba afectando a la mente. Tenía que actuar pronto Maximilian si no querían que la joven perdiera el juicio.
El pirata lo miraba de reojo y él fingía sonreír.
Cuando llegó con el capitán éste le ofreció una copa.
- Bebe, te lo has ganado. Supongo que ya hiciste parte del inventario.
Nicholas pensó en armarse de valor.
- Parte de él, señor. Todavía falta mucho por organizar. De hecho, creo que voy a necesitar ayuda. Hay un marino mercante a bordo que podría ayudarme a clasificarlas mejor, así podría hacer un buen negocio con ellas.
- No quiero tantas manos en mi armamento- replicó el capitán.
- Lo sé, él solamente me ayudaría a revisar algunos detalles. Yo me encargo de la parte principal, por cierto, noté que tiene armamento de muy buena calidad. Supongo que podrá hacerse de mayor cantidad de armas. Pero le aconsejo que no viaje tan armado. Podría ser peligroso para la tripulación y para usted mismo. Si la marina lo intercepta podrían decomisarle. Sería más fácil buscar un puerto seguro para comerciar y así evitar cargar con tanto arsenal. O buscar algún sitio donde resguardarla.
- Ya lo había pensado- dijo el capitán- pero ahora que lo mencionas, creo que no estaba tan equivocado. Piensas rápido, muchacho. Y dime, ¿sabes usar armas?
- Algunas, señor. No es mi fuerte, pero las conozco y podría aprender rápido.
- Bien, necesito que aprendas. Porque si llego a tener problemas, necesito a alguien que sepa manejarlas bien.
Nicholas asintió.
- Descuide, yo puedo hacerlo. No tendrá queja de mí.
- Me alegra saberlo, muchacho. Por cierto, cuando puedas me traes al marinero y al médico de los que me hablaste. Si esa gente me puede servir quiero llegar a un acuerdo con ellos.
- Lo podrá hacer, señor, pierda cuidado.
Tras aquella conversación, lo dejaron marchar.
Al caer la noche, se desplazó a la bodega para saber cómo seguía la joven.
Estando ahí se acercó y la encontró dormida. Su cuerpo destilaba sudor pero su temperatura estaba descendiendo.
- Maximilian hizo un gran trabajo. Pobre pequeña, ¿cómo es que viniste a dar aquí?
Procuró dejarla tranquila. Sólo le secó el sudor con su pañuelo y se apartó para sentarse junto a ella. Se recostó en la pared y la estuvo cuidando un rato. Empezó a quedarse dormido, pero pensó que debía estar atento para que no lo descubrieran.
Cuando escuchó un ruido en cubierta se agazapó detrás de unos toneles.
- Perdón, pequeña, pero tengo que irme ya.
Al salir, procuró no ser descubierto por nadie. Y se sorprendió por estar preocupado por aquella muchacha.
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COMPRANDO TU AMOR
عاطفيةNicholas Norton tendrá que tomar una decisión difícil. Hijo de un militar renombrado, se enfrentará a una situación límite: decidir entre el verdadero amor o un matrimonio ventajoso. ¿Cuál será su decisión? Edith Goldsmith tendrá que tomar una decis...