Capítulo 22

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Cap. 22

Al día siguiente, Edith se organizó con las mujeres para hacer el desayuno.

Era algo tarde y algunos aun no iban para desayunar.

- Mi marido sigue durmiendo- dijo la esposa del doctor- creo que iré a llamarlo.

Maximilian y Richard ya estaban listos.

- A mí me despertó el hambre. Trabajé mucho ayer y eso me abrió el apetito-dijo Richard.

- Tú siempre tienes hambre- comentó el doctor Max.

Todos rieron.

Edith notó que faltaba Nicholas.

- Bueno, ahora vuelvo. Voy a...la cocina.

Sin embargo, se fue a la barraca de Nicholas.

Se acercó algo temerosa.

Nicholas seguía dormido. Estaba preocupada. Parecía como si estuviera enfermo o muerto.

- Nicholas...Nicholas...

Lo tocó por el pecho y pasó su mano para percibir su respiración. Como no despertara, se sentó junto a él y sonrió.

- Si siempre permanecieras durmiendo, serías adorable- observó- pero cuando despiertas el humor te cambia. Ojalá que podamos tener un buen día.

Nicholas casi no se movía. Se acercó Edith de nuevo y lo movió. Entonces Nicholas despertó abruptamente.

Ella dio un leve grito.

- ¡Me asustate!

- ¡Tú más! Estaba durmiendo y de pronto me desperté.

Se miraron un instante. Estaban demasiado cerca. Ella se puso en pie de un salto.

- Vine a despertarte, estamos todos en la mesa ya.

- Perdona...-dijo Nicholas desperezándose- me quedé dormido. Creo que no pude dormir.

- Supongo que no, yo tampoco. Creo que todavía tengo pesadillas después de lo sucedido con el capitán Walker.

- Yo igual. Apenas ayer logré sentirme mejor pero parece que esa pesadilla aún no se va.

- Creí que yo te había asustado- dijo dulcemente.

- No, para nada. Aunque...no creas, estaba soñando también con una bruja.

- ¡Eres un grosero!- replicó.- Ven a la mesa cuando quieras.

Ella se marchó. Nicholas se quedó riendo. Luego decidió levantarse. Cuando llegó a la mesa, la mayoría ya estaba terminando.

- Discúlpenme, tuve una mala noche.

- Ya nos dimos cuenta- comentó Richard- pues lo siento, la pieza que era para ti, ya me la comí.

- No importa, amigo. No se preocupen, yo mismo me serviré.

Edith era quien estaba en la cocina.

- Deja, yo puedo servirme.

- Yo todavía estoy aquí en la cocina. Puedo hacerlo.

- No es necesario, yo puedo.- insistió Edith.

- No seas necia, ¿sí?

- ¿Vas a comenzar de nuevo?

COMPRANDO TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora