Capítulo 42

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Cap. 42

Al día siguiente, Nicholas saludó a Richard que había ido a conocer los caballos.

- Son muy bonitos- dijo Richard.- Perdona que me levantara tan temprano, pero ya no soporté la cama.

- Te entiendo. Estás en tu casa.

- Espero que tu padre no se moleste- observó el comerciante.

- Despreocúpate. Mi padre no tiene cabeza para quejarse de nada. Edith y yo estamos contentos de que estés aquí. Si necesitas trabajo, yo puedo dártelo- aseveró Nicholas.

- ¿De verdad?

- Claro, puedes ser mi asistente o puedes trabajar aquí en la casa.

- Me gustaría trabajar aquí, cuidando tus caballos. ¿Se puede?

- Por supuesto, amigo mío.

Edith notó que Nicholas no estaba. Pero al poco tiempo, Nicholas llegó a la cocina.

- Fui a saludar a Rick, linda.

- Ya veo, no te preocupes. Tráelo a desayunar.

- Claro. Le di trabajo en la casa.

- Perfecto, eso lo ayudará a salir adelante.

Nicholas se marchó al poco rato de nuevo a ver a otros acreedores.

Cathelyne llegó de nuevo a buscarla.

- ¿Está la señora Norton?

Edith llegó de nuevo donde ella.

- Hola, señora, buen día. Bienvenida.

- Disculpe la molestia, pero no tenía mucho que hacer y quise venir a saludarla. ¿Hice mal?- preguntó Cathelyne.

- De ningún modo- aseveró Edith.- Venga conmigo.

La hizo pasar y le ofreció algo de comer.

- Lamento la hora y ya no le pude ofrecer un desayuno completo.

- No se preocupe, es usted muy amable.

- Y dígame, ¿en qué puedo servirle?

- Pues...necesito arreglar lo del dinero que le debe su suegro a mi esposo...usted entiende...tenemos que recuperar un poco de ese dinero.

Edith se entristeció pero accedió a pagar.

- Despreocúpese...yo voy a arreglar ese pago.

- Es usted muy amable- aseguró Cathelyne.

Pasaron un rato conversando. Cathelyne le contaba muchas cosas sobre ella, los viajes que había hecho.

- Yo he viajado poco- dijo Edith- porque estuve mucho tiempo en un internado de religiosas.

- ¿Y por qué no siguió allí?- preguntó Cathelyne.

- Porque...mi padre se empeñó en que me casara. Y conocí a Nicholas y desde entonces hemos sido felices.

Cathelyne asintió.

- Ya veo...pues me alegro por usted. Bueno, debo irme. Con su permiso, espero lo de su respuesta.

- Descuide, cumpliremos.

Tras la partida de Cathelyne, Edith decidió ir a ver a su padre. Pidió el carruaje para ir a verlo y cuando llegó, le pidió una cantidad.

- No te lo pediría, sino fuera porque es para cubrir una deuda del padre de Nicholas.

- No te preocupes, hija- dijo el padre.- Toma esta cantidad y paga lo que tengas que pagar.

Edith se preocupó. No le gustaba estar haciendo eso, pero no quería ver a Nicholas preocupado por los pagos de su suegro.

Cuando volvió, Nicholas la esperaba.

- ¿Dónde fuiste, Edith?

- Fui a ver a mi padre- dijo con media sonrisa.

- Dime, Edith, ¿pasa algo?

- No, nada, tranquilízate. Discúlpame un momento, Nicholas, no me siento muy bien.

Nicholas la vio salir. Estaba extrañado, ¿por qué actuaba Edith de esa forma?

Edith guardó el dinero en un lugar muy secreto y bajó.

- Discúlpame, me cansé un poco. Dime, ¿cómo te fue hoy?

- Mejor...algunos acreedores han accedido a esperarnos. Linda, voy a vender la cabaña.

Edith se entristeció.

- ¿Por qué?

- No tendré más remedio.

- Pero...era de tu madre- reveló Nicholas.

- Sí, pero no puedo hacer otra cosa, linda. Te prometo que, en cuanto pase todo esto, te compraré otra mejor.

Edith negó.

- No, Nicholas, si yo puedo ayudarte, déjame hacerlo.

- No por ahora, linda, cuando sea necesario. Dime, ¿no vino James?

- No, para nada- dijo Edith.- ¿No te ha molestado?

- No exactamente, pero temo que lo vaya a hacer pronto. Aun no ha accedido a resolver la deuda. Afortunadamente, ya encontré la posibilidad de ser contable de un banquero y me pagará bien. En cuanto eso pase, nos iremos de aquí.

Edith se tranquilizó. Todo iba a mejorar.

Sin embargo, no fue así.

De pronto, Nicholas empezó a llegar más tarde que de costumbre.

Edith le preguntaba, pero la respuesta era siempre la misma: había estado con los acreedores.

Y por fin, un día Nicholas no llegó a dormir a la casa.

El teniente estaba muy molesto.

- No puedo creer que mi hijo se esté comportando de esta manera.

- No lo juzgue, teniente, debe ser que tuvo que arreglar un asunto- trató de defenderlo.

Nicholas llegó en la mañana.

Edith lo esperaba en el estudio.

- Dime, Nicholas...¿qué ha sucedido?

- Nada, estuve con un acreedor y como era tarde, decidió que era mejor que me quedara. Perdóname, linda.

Edith trató de contener el llanto.

- Richard me dijo que trató de ir a buscarte y que no sabía en dónde hacerlo. Por favor, dinos a dónde irás para saber en dónde te quedarás.

- Tienes razón, no debería dejar que estés preocupada por mí.- comentó Nicholas, algo nervioso.

- Ven a desayunar, Nicholas...-dijo ella con algo de tristeza.

Mientras Nicholas desayunaba, ella llevaba sus guantes y el saco, cuando encontró un pañuelo bordado con las iniciales C. H.

Lo guardó consigo. El aroma era de mujer. Era verdad: Nicholas la estaba engañando. Pero ella no se lo diría todavía. Aun no.

Nicholas se fue a descansar. Ese día Cathelyne no fue a verla, así que ella decidió ir a ver al médico sin que Nick lo supiera.

Richard le preguntó.

- ¿A dónde vamos, Edith?

- Llévame al centro. Voy a ver a una amiga.

- Está bien- dijo Richard, preparando la montura.

Pero Edith bien sabía a dónde se dirigía.

COMPRANDO TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora