Capítulo 5

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Capítulo 5

Percival fue donde Edith y la puso al tanto.

- ¿Qué sucede, Percival?

- Señorita...dice el capitán que estamos a la deriva. Está tratando de dirigir de nuevo el curso pero le está costando trabajo.

- Dios mío- dijo ella- esto no puede estar pasando. Ya vuelvo- dijo a Percival.

Ella bajó lo mejor que pudo al camarote. Había desorden por todos lados. Trató de colocar algunas cosas en su lugar y tomando una silla tomó asiento, para después encontrar algunos de sus libros de oraciones.

- Dios mío, por favor, ayúdanos a salir adelante. No nos desampares.

Estuvo orando fuertemente y el navío seguía moviéndose al parecer de forma itinerante.

La noche empezó a caer. El desorden todavía cundía en el barco. Edith tenía frío.

Percival le llevó una manta.

- Señorita, se va a congelar en cubierta.

- No tengo frío, Percival, tengo algo más que eso...tengo miedo.

Percival increpó.

- Por favor, le pido, tranquilícese, no se angustie, ya recuperaremos el curso.

Edith asintió. Era mejor tranquilizarse y procurar guardar la calma.

- Tiene razón, Percival, debería estar más calmada, no puedo dejar que el miedo me domine. Pero es tan extraño...es como si presintiera que algo va a suceder.

El curso era tratado de recuperar. Pero hasta el mismo capitán estaba preocupado por el curso, no sabía cómo lograría devolver la calma a aquel navío y lograr que los pasajeros dejaran de preocuparse.

Sin embargo, el tiempo apremiaba y la oscuridad era cada vez mayor.

De pronto, un barco parecía estar cerca de ellos y daba señales de su cercanía.

- Por fin- dijo el capitán- un navío que nos dará indicaciones para encontrar la ruta.

Pero no era precisamente lo que ellos creían.

La noche cayó en la casa Norton. Nicholas seguía leyendo aquel libro. Su padre se acercó.

- Estoy tratando de contactar a la familia de tu prometida pero no sé en dónde se encuentra él.

- ¿Acaso no es tu amigo?

- Sí, pero parece que salió de viaje y no sé nada de él. En cuanto me envíe algún telegrama te avisaré. Pero lo más prudente es que te marches ya.

Nicholas respiró hondo. No era precisamente lo que tenía en mente.

- Pensé que tardaría al menos una semana.

- Lo siento, hijo, pero necesito que estés allá lo más pronto posible.

- Dijiste que en un par de días...-comentó de nuevo Nicholas.

- Ya preparé tu pasaje- asentó su padre- partirás mañana mismo.

Nicholas no estaba seguro. Viajar con tanta rapidez hacia América no era lo que deseaba realmente. En cuanto llegara tendría que arreglar inmediatamente lo de su matrimonio concertado y eso era en lo que menos quería pensar. Sin embargo, con tal de sacar de su mente a aquella mujer llamada Rebeca estaba dispuesto a lo que fuera.

COMPRANDO TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora