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2010년 5월 9일

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2010 5 9

Monté en el autobús con la propuesta de HyeJin en mente, agradeciendo su ayuda a la que probablemente acabaría recurriendo.

Bajando del autobús visualicé una tienda, y el calor que hacía ese día de primavera me pedía que comprase una bebida. Al agarrar una tuve el impulso de comprar dos, porque, ¿y si volvía a ser como ayer? ¿Y si no estaba sola aquella tarde? Y tras pagar por ambas bebidas fui de camino al parque, encontrando los cerezos que estaban alrededor del mío totalmente vacíos. Pasé horas estudiando y repasando los ejercicios de ayer, sin ninguna presencia del chico. Poco a poco se hacía más tarde y de no ser porque no aparecía, probablemente me hubiese ido ya, eran más de las ocho y yo sobre esa hora solía irme. Mis cuestiones sobre la razón por la que no venía cesaron cuando volví a oír su voz.

Fue una grata sorpresa cuando oí su voz grave. Si no, tal vez me habría quedado más tiempo pensando en por qué hoy no habría ocurrido.

¿Por qué me interesaba tanto un desconocido?

— ¿Por qué sigues aquí, chica cerezos? — se paró delante de mí, con sus manos en los bolsillos, mirándome desde arriba con su ceño medio fruncido — es tarde — afirmó ladeando la cabeza.

Paseó su mirada por mí y mi desastre, habría sido gracioso verme sentada bajo un cerezo rodeada de hojas llenas de problemas de química.

Tal vez le recordé a él.

Y por eso me dedico una sonrisa ladina y un resoplido leve.

— Y-ya, es que tengo que seguir estudiando esto — le mentí, volviendo mi mirada a la página de aquel libro en mi regazo. Verle ahí parado con sus ojos tan concentrados en mí logró ponerme nerviosa y odié esa sensación.

— Está anocheciendo, ni siquiera debes ver — me miró pícaramente, con una leve sonrisa, pero sin dejar de sonar algo preocupado.

— ¿Tan tarde es? Ni siquiera me había dado cuenta — miré mi móvil, revelando la hora. Pero yo ya lo sabía.
Lo que no sabía él es que le había esperado, y ahora se sentía vergonzoso haberme quedado ahí — supongo que me voy ya.

— ¿No estarías esperando? — reveló con una sonrisa, volví a presenciar aquellos hoyuelos que se hundían en sus mejillas y le daban un toque aniñado y dulce a su rostro. Por alguna razón me gustaba cuando sonreía pero no lo veía tan a menudo.

Qué ridícula era.
Me gustaban los hoyuelos de un completo desconocido, ¿cómo es que se suponía que los iba a ver a menudo? Ni siquiera sabía su nombre.

— Para qué demonios iba a esperar — me incorporé con rapidez, dejándolo aún más extrañado, y quedé frente a él chico, internado aguantar su mirada lo mejor que pude — hasta la próxima, chico Converse.

Allí mismo me despedí para alejarme rápidamente -sobre todo por la vergüenza que me estaba dando- y para dirigirme a la parada de autobús.

De igual manera sentí como caminaba detrás de mí,

— ¿Por qué me estás siguiendo? — volteé tras un minuto, y ahí estaba: caminando con sus manos en sus bolsillos, de la manera más casual, pero para mí se veía interesante.

Supongo que daba igual lo ordinario que fuese aquello que hiciese, yo seguiría adornándolo como algo de otro mundo si lo hacía ese desconocido, ¿no?

Aquello me avergonzaba. No sabía por qué sentía tanta curiosidad por una persona que no llegaría a conocer nunca, y no entender algo siempre me había frustrado.

— Yo no te sigo — me adelantó ágilmente, dejándome ahí parada, con los brazos cruzados  — yo también voy por aquí, no te emociones — se atrevió a guiñarme un ojo, pícaramente.

— ¡Nunca vas por aquí, siempre vas por el camino en dirección contraria! — corrí para adelantarle yo esta vez, a mí no me iba a dejar atrás.

— ¿Y luego dices que no me conoces de nada? Eres una acosadora — espetó para adelantarme sin hacer ningún esfuerzo, ahora estaba a varios pasos de mí, andando de espaldas, quedando totalmente al frente de mi y ladeando su cabeza con una cara de extrañeza.

Sí. Sabía por dónde se marchaba del parque de cerezos. Desde que me percaté de su existencia la primera vez ya no había podido pasarla por alta.

— Es que ni siquiera sé tu nombre, amigo Converse — esta vez corrí para ponerme a su lado, él se giró para quedar a mi lado, caminando los dos hacia la parada de autobuses — no me adelantes más — le advertí.

— ¿Ya te has cansado? — se burló de mí, giró su rostro hacia mí pero no lo miré. Sabía que sus ojos iban a ponerme nerviosa.

— Pues sí, tus piernas son más largas — resoplé, obligándome a elevar mi rostro y mirarlo directamente.

Sus ojos café penetraban los míos, como regándolos a aguantar la mirada. Lo hice. Por eso sonrió y resopló con gracia.

— Tampoco es que seas bajita — me escaneó de arriba a abajo con aquellos ojos.

— Me da igual, ¡no cambies de tema! — aparté mi mirada de él esta vez,

— Qué quejica eres — rió mirando el suelo.

— Oye... El quejica que siempre quiere dejar claro que te conozco eres tú  — mencioné.

— ¿Pero de verdad que no me conoces?  — seguía insistiendo.

— Qué pesadilla — miré a otro lado — No, no te conozco. Solo sé que eres un maniaco de escribir, llevar converse rojas y beber café, hacer todo eso en Yeouido. También sé que eres cercano a gente cercana a mí, pero no sé ni tu edad, ni nombre, ni nada — suspiré — ¿Contento?

— Muy satisfecho con tu acertada información sobre mí — siguió sonriendo.

— ¿Nunca te vas a presentar adecuadamente? — le sugerí, y es que quería saber su nombre, edad y demás.

— Solo si se da la oportunidad — asintió.

— Tendré que dar con esa oportunidad, entonces.

— Exacto— me dedicó una mirada comprometedora dándome la razón — pero tú también tendrás que presentarte en aquella oportunidad.

— ¿Trato, misterioso Converse? — le tendí mi mano.

— Trato, acosadora Cerezos — sacudió mi mano con la suya.

— Y aunque sepa tu nombre probablemente seguiré llamándote así, se me hará raro cambiar esa costumbre — sonreí — he llegado a mi destino — paré en la parada de autobús — ya nos veremos, chico Converse.

— ¿Mañana vas a venir? — dijo antes de irse, descolocándome con su pregunta.

— No lo sé, tengo una vida muy ocupada, ¿sabías? — dije, sabiendo que en verdad iba a venir sí o sí.

— Sé que aunque la tuvieses vendrías — sonrió — nos vemos, chica cerezos — se alejó, dejando mis pensamientos desordenados y mis mejillas más rojizas de lo normal.

-ˏˋ ⁿᵃᵐʲᵒᵒⁿ | 𝗯𝗹𝗼𝘀𝘀𝗼𝗺𝘀 𝗼𝗳 𝗳𝗮𝘁𝗲 ࿐ྂDonde viven las historias. Descúbrelo ahora