A ti, Chico Converse, o Kim NamJoon:
¿Quién imagino alguna vez que realmente te convertirías en la persona más brillante, en esa que siempre quisiste ser?
Y cuando pensaba que no volvería a verte, no, no lo hice.
Pero tus canciones, ya escritas y...
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2010년 12월 18일
Ya sé que me compliqué aquel día en la llamada con el chico converse, y que era un trato lo que acordamos, pero realmente no pensaba que fuese a proponer ir a algún sitio tan rápido. Pensé que no aceptaría tan rápido a su propuesta, por eso me costó creer que ya estaba a su lado en el autobús.
— ¿Y de qué es la exposición? — le pregunté observando cómo abría la aplicación de notas en su móvil y les echaba un vistazo.
— Ya lo verás — siguió con la mirada clavada en la pantalla, y a mí, sinceramente, me pareció adorable que lo tuviese todo tan planeado y calculado.
— ¿Y queda mucho? — lancé la pregunta, pero no obtuve respuesta alguna — ¿y de quién es la exposición? — volvió a ignorar mi voz.
— ¡Chica cerezos!, tengo que concentrarme — me soltó, elevando más el tono de voz, y llamando la atención de gente que estaba el mismo autobús.
Tras unos minutos contemplando las calles de Seúl un sábado temprano por la mañana, me percaté de una pareja de tercera edad entrando en el autobús. Los demás pasajeros estaban demasiado ocupados, con el móvil, mirando hacia la ventana, algunos incluso les habían visto pero supuse que priorizaban su propia comodidad.
— NamJoon — toqué su pierna y me levanté de inmediato, señalando con la cabeza a la pareja, y el chico me entendió a la perfección, por lo que se levantó consecutivamente.
— Muchas gracias jóvenes — nos sonrió dulcemente la mujer de la pareja, para sentarse y luego ayudar a su marido a sentarse en el sito de al lado.
NamJoon y yo nos quedamos de pie, agarrando las barras e intentado no tambalearnos y caernos en cualquier bache, curva o freno. El autobús se llenaba más y más cada vez que pasaba una parada, todos subían, nadie bajaba. A tal punto que el autobús comenzó a estar completamente aglomerado. Yo me situaba al lado del chico Converse, pero él era el único que podía agarrarse a la barandilla cercana para no caerse cuando el autobús realizaba algún giro, frenaba o pasaba por un bache.
Me arrepentía. Me arrepentía profundamente de haber subido en este autobús porque me iba tambaleando cada vez que había más movimiento, y en una de esas veces, caí y me dirigí hacia NamJoon. Pasó muy rápido, lo ultimo que recordaba era mi cara aplastada contra su abrigo, pero por suerte él reaccionó antes y me sujetó y separó antes.
— HyeRi, ¿estás bien? — me sujetaba por la espalda cuando me preguntó, sus ojos café miraban a los míos expectantes, cargados de preocupación.
— Estoy bien, pero arrepentida — miré alrededor, supongo que a nadie realmente le importaba un mínimo moverse hacia otra barandilla para dejar un mísero espacio para mi mano.
