A ti, Chico Converse, o Kim NamJoon:
¿Quién imagino alguna vez que realmente te convertirías en la persona más brillante, en esa que siempre quisiste ser?
Y cuando pensaba que no volvería a verte, no, no lo hice.
Pero tus canciones, ya escritas y...
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El chico revisó todas las notas que había hecho en su móvil, la ubicación de la exposición, la hora a la que debían ir al cine, las líneas de autobús que debían tomar... Sabía, de alguna forma u otra, que HyeRi acabaría yendo con él. No era del todo cierto que no tenía a nadie con quien ir y por eso se lo proponía, porque Kim NamJoon siempre encontraba a alguien, pero quería ir a algún sitio con su amiga cerezos y que no fuese el mítico parque.
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HyeRi agarró una guía en un estante antes de entrar a la exhibición, no tenía ni idea de qué hacía allí, pero sabía que a su acompañante le hacía mucha ilusión, así que sólo estaba allí a modo de agradecimiento, al menos así quería pensar ella.
— "Pintor japonés, fallecido en 2005 por posible suicidio" — empezó a leer del papel, captando la atención de la joven — "pintó escenas de vida común en Japón, pero con los protagonistas siempre atrapados en un cuerpo similar a una máquina o tratado como producto de una cadena de producción" — continuó.
Cuando se quiso dar cuenta, el otro chico ya estaba observando el primer cuadro que se encontraba justo de frente con la entrada. Se posicionó a su lado, observando aquella imagen, relacionándola completamente con lo que había leído anteriormente. Pasó rápidamente a la siguiente, dejando a su acompañante en la primera pintura.
Estaba impresionada, algo conmovida. Ni siquiera acabó acordándose de que no estaba sola en el mundo minutos después, pero aquellas ilustraciones la habían atrapado completamente.
Entendía todo, captaba cada mensaje escondido en aquellas representaciones. No era lo esperado, era algo diferente y excéntrico, ganándose por completo la atención de HyeRi, aquella que era difícil de captar: esa compleja estimación que le dedicaba a las cosas que le llamaban la atención.
La joven iba parándose en cada cuadro, lo observaba unos segundos, y tal vez no lo entendía. No era nada fácil, para nada lo era, pero la chica quería entender la mente de aquel autor, de verdad que quería. Y se quedaba ensimismada en cada detalle, analizándolos por completo. Tras entender el mensaje, se conmovía.
Ella, sabía de los problemas actuales, y no tan actuales, de la sociedad, pero nunca pensó que nadie podría ilustrarlos así. Se sintió característicamente peculiar, porque lo único que oía de parte de la gente eran frases como "no entiendo esto" , "¿en qué pensaba este hombre?" , "¿a qué se refiere?" , pero ella guardaba íntegro silencio ante cada cuadro. También observaba a la gente tomar fotografías de cada cuadro y largarse a los tres segundos; no sabía cómo sentirse ante aquellas reacciones de las personas. No sabían apreciar el mensaje de aquel autor, y solo acudían allí para sacar sus fotos y después publicarlas.
