-ˏˋ ⁿᵃᵐʲᵒᵒⁿ | 𝗯𝗹𝗼𝘀𝘀𝗼𝗺𝘀 𝗼𝗳 𝗳𝗮𝘁𝗲 ࿐ྂ

d i e c i s i e t e - nj.

El último mensaje no había llegado al teléfono de HyeRi, por lo que intuí que habría apagado el móvil. Muy bien, Kim NamJoon, ahora solo acuérdate de la ruta que tomaste para llegar al instituto de JiHyun.

Suponía que sus clases acababan en solo diez minutos, pero no estaba tan lejos, llegaría a tiempo. El hecho de haberle dicho a la chica cerezos que mejor la recogía en su instituto parecía una excusa para verse antes, pero no lo era, era completamente cierto.

Supuse que iba en buen camino cuando empecé a cruzarme grupos de chicos con el uniforme de la escuela, ese que JiHyun lucía tan bien. Me llevé alguna que otra mirada, despectivas, curiosas, de pena, solo por llevar un uniforme diferente. ¡Namjoon, solo queda este año y podrás dedicarte a la música!  Me repetía una y otra vez.

Mi corazón dio un pequeño vuelco cuando me encontré al hermano de mi amigo, junto con dos chicas, pero ninguna de ellas era la que buscaba yo.

— ¡Woah! ¡NamJoon hyung! — me identificó el chico, haciendo que la gente de alrededor me contemplase — ¿qué haces por aquí? — me sonrió dulcemente, aquel gesto era de familia.

— Yo... Venía desde la compañía... — hice una pausa para sonreír y darle credibilidad — porque he tenido que ayudar y ver algunas audiciones, ya sabes, no tienen muy en cuenta mi horario de estudiante — solté una leve risa, algo incómoda.

— ¡Oh! — pareció sorprenderse — ¿y ya habéis encontrado algún chico más para el grupo? — pareció interesarle, JiHyun siempre andaba preguntando por el grupo y los integrantes, así que su pregunta no me sorprendió.

— Eso suele decidirse más tar- — mis palabras se cortaron cuando visualicé una figura femenina familiar a lo lejos, asomándose a los lados de la puerta principal, pero sin cruzar su mirada conmigo.

— ¿NamJoon? — me llamó el chico, pero fue inútil, porque yo intentaba llamar la atención de aquella torpe chica — ¿pasa algo? — se giró, en busca de aquello que yo miraba tan atentamente — ¡Ah! ¿Te suena esa chica? ¡Oye, Song HyeRi! — gritó, captando la atención que yo no había conseguido.

— H-Hola — sonrió, tímidamente, tal y como hubiese hecho si no me conociese.

— ¡Es Kim NamJoon! ¿no te suena? — nos presentaron por segunda o tercera vez.

— Sí, ya me suena, estuvo conmigo y con HyeJin una vez — sonrió dulcemente.

— ¡Cierto! — le di la máxima credibilidad.

— Ella está esperando a su hermano, ven con nosotros si quieres, ellas son cercanas también — me sugirió en el chico, intentando presentar a las chicas de su lado.

— N-No gracias, estoy algo ocupado, tengo que hablar con Yoongi y habíamos quedado — le expliqué, borrando un poco su sonrisa.

— Bueno, hyung, ¡es bueno verte! — me dijo — nos vemos pronto, mucha suerte — se despidió, alejándose de HyeRi y de mí.

Empecé a caminar dejando a la chica cerezos algo confundida, no sentía sus pasos detrás de los míos, hasta que oí su voz.

— Oye, chico Converse, ¿vas de verdad a hablar con el YoonGi ese o a comer? — me preguntó elevando su tono, haciendo que me frenase y me girase para mirarle.

— ¿No has quedado con HyeJin? — me reí, solo intentando molestar a la chica.

— ¡Oye! — corrió hacia mí, ya que había estado gritando desde unos metros de distancia —  no eres nada gracioso, Kim NamJoon — dijo, una vez había llegado.

— Y tú nada atlética, chica cerezos — le contesté, dándome cuenta de cómo intentaba recuperar el aire.

— Vamos a comer, por favor — me dijo sin estar de broma, más seria — tenemos que hablar de algo — terminó por comentarme, haciendo que me preocupase un poco.

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— HyeRi — llamé su atención cuando estaba terminando su plato de comida — ¿recuerdas que tenías que hablar de algo? — mencioné, todavía inquieto por su mensaje.

— Quería terminar mi comida, amigo Converse— sonrió satisfecha metiéndose la última cucharada en la boca, haciéndome resoplar — dame un poco de tiempo, terminaré por decírtelo — acabó por decir, cuando había tragado toda su comida.

De algún modo, Song HyeRi era alguien muy difícil, conseguía dejarte sin palabras y que la invitases a comer, la chica cerezos salía ganando siempre. Era compleja, singular, con su propio estilo y personalidad, y me llamaba la atención no haber conocido a alguien así antes.

— N-Namjoon — escuché de repente, cuando había cerrado mis ojos después de sentarnos bajo uno de los cerezos cuando terminamos de comer — tú escribes raps — afirmó, haciéndome reír.

— Sí — confirmé, haciendo un gesto con la mano para que la chica continuase.

— Que eso es por algo... Es porque rapeas — siguió contando, y no lograba entender lo que quería decir — entonces es posible que también conozcas a gente que baile, o cante — siguió.

— ¿Cuál es el punto de todo esto, Song HyeRi? — intenté sonsacar, ya que me extrañaba que no estuviese siendo directa, cuando lo era en casi todas las situaciones, de vez en cuando demasiado.

— Con más gente formas un grupo — finalmente dijo — ¿tú- ? — me miró con los ojos algo más abiertos de lo normal, como si fuese a conseguir ver a través de mí.

— Sí, ¿te acabas de enterar? — reí, por lo absurda que era la situación.

— ¡Oye, Kim NamJoon! — recibí un golpe en el brazo de parte de la chica — esas cosas siempre se dicen, ¿no lo sabías? — resopló — ¿por qué siempre me entero de todo la última? — siguió refunfuñando, no conseguía verse aterradora, sino más pequeña e infantil.

— Song Hy-

— Voy a matar a HyeJin, nunca cuenta nada, nunca — me interrumpió, sin escuchar — ¿y todas las veces de las que me entero de cosas solo por JiMin, o por JiHyun? ¿A caso eres alguien confiable, Song HyeJin? — siguió refunfuñando para sus adentros — no puedo aguantar más esta-

Disfruté del silencio en cuanto se me ocurrió callar a la chica cerezos colocando mi mano en sus labios.

— ¿Tienes todavía 10 años? — reí, observando cómo sus ojos se abrían todavía más, bajando la mirada hacia mi mano y luego hacia mí.

Agarró mi mano con una suavidad que me sorprendió, no fue brusca, ni impulsiva, solo la tomó ligeramente y la colocó en mi pierna, dónde estaba colocada originariamente. Su siguiente gesto fue caer al césped, tumbándose y observando el cielo, y yo seguía riéndome por la rabieta que había montado.