Y este es el despacho de Maximus...-tocó la puerta y al otro lado de la puerta oímos ''adelante''.
Keisha entró primero y yo entre tras ella.
¿Qué te parece? – preguntó Keisha. Él parecía estar concentrado, y cuando alzó la mirada por un instante para observarme, pareció quedarse perplejo.
¿Greta? – le sonreí.
¿Qué te parece? – giré sobre mí misma. – ¿Ya parezco una humana?
Totalmente. – se levantó y se acercó a mí. – Guau...
Uy, Maximus. -Keisha alzó ambas cejas y él la miró mal.
Vayamos a cenar. – él puso su mano en mi espalda y en la de Keisha, y nos guío hasta el comedor.
Cuando entramos, el rey George ya nos esperaba en su sitio.
Vaya, vaya. Jovencita, que guapa esta, no parece una sirena. – comentó y me senté al lado de Keisha.
Padre, tenemos que hablar de eso. Nadie puede saber que es una sirena. Diremos que es una amiga de Keisha, de otro reino que viene a hacernos una visita durante unos días. ¿De acuerdo? – George refunfuñó.
¿Por qué? ¿Por qué debemos ocultarlo? Ella debe ser como quiera y así la gente apreciará otras formas de vida. – dijo el señor y sonreí porque estaba de acuerdo con él.
Padre, lo único que harán con ella, será lincharla. – George rodó los ojos. – Y la gente juzga demasiado el cómo eres, así que lo mejor será guardarlo en secreto hasta que la cosa se calme, ¿entendido?
Tú eres el rey, hijo. Tú mandas. – se sonrieron y después me miraron.
Espero que te guste, es una rica ensalada que hemos preparado para ti. – le sonreí a la señora que había puesto la comida delante de mí.
Gracias. – mire la ensalada.
Gracias Bruna, por la comida de hoy. – ella le sonrío y se alejo a no sé dónde.
Con la mano no... - dijo Keisha cuando dirigí mi mano a la ensalada. – Con el tenedor. – ella tomó uno de los utensilios que había sobre la mesa y comenzó a comer. Yo tomé el mío, lo mire durante unos instantes y luego, la imite.
Se llama tenedor... -dijo George. – Se utiliza para comer carnes, pescados, mariscos... -miré el tenedor con horror.
Padre... - lo reprendió Maximus.
Ensaladas... es lo que más que comemos en este reino, mucha ensalada. – alcé una ceja.
No hace falta que me mientan, sé que coméis animales, algo que yo no haría. -dije.
Se llama supervivencia. El hombre desde tiempos antiguos ha cazado y pescado animales para subsistir. Sobre todo, en este reino. – mire a Keisha.
Y sobre todo ellos, porque yo soy muy vegetariana. – comenzó a reír. – Maximus ama comer.
Keisha... - él agachó su mirada avergonzada.
No pasa nada, no puedo cambiar vuestras costumbres de la noche a la mañana, ni tampoco pretender que coma lo mismo que yo. – le sonreí.
Pero debo... -dijo él.
¿Por qué? – pregunté sin entender.
Porque dentro de unos meses se casará con el ser más extraño, en lo que se refiere a comida, de este planeta. – dijo Keisha, mientras yo comía una mini bola roja que había en mi ensalada y que sabía bastante bien. – Cherry... Tomate Cherry. – susurro Keisha a mi lado al ver mi rostro de placer.
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Mi extraña maldición
FantasyMaximus Williams, un joven rey aún aprendiendo de los errores de la vida, conoce a una sirenita un tanto soñadora y de corazón puro, quien lo enseña a ver la vida con amor y dulzura. Pero tras esta batalla en el amor a la que se enfrenta Maximus, ha...