Capítulo 25: El regreso al palacio

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Está vez si que salimos vestidos... - Greta observó su estilo de humana, al cual en varias ocasiones había echado de menos.

La sirena observó el palacio en el que había ocurrido su historia de amor con Maximus y recordó las palabras de su hermano diciéndole que este se volvería a prometer en matrimonio con Cassandra.

Greta estaba aquí para ayudar, pero también estaba aquí para verificar que era verdad que Maximus se iba a casar y ya se había olvidado de ella.

Ambos entraron a palacio y como costumbre, Greta saludó a cada una de las personas del servicio de aquel gran reino. Subieron las escaleras y se encontraron de frente a Keisha que salía de su habitación.

Azariel la observó detenidamente y esta al verlo se paró en seco, ni siquiera se dio cuenta de que Greta estaba allí, ella solo tenía ojos para Azariel.

¡Volviste! -corrió a él y este la atrapó en sus brazos, cuando ella se abalanzó sobre él para estrujarlo entre sus brazos.

¡Ey! Cuidado pequeñita, te puedes hacer daño. - Keisha colocó la mano de Azariel en su vientre ya muy abultado y este sintió como el bebé se removía y lo saludaba con una patada.

Está emocionado de verte. – ella sonrió y cambio los ojos de Azariel para percatarse de la presencia de alguien más.

Greta...- los ojos de Keisha se llenaron de lágrimas. -... lo siento, lo siento tanto. – Greta se mantuvo seria ante las palabras de Keisha. – Por mi culpa mi familia está así, me comporte muy mal contigo cuando tú eres lo que más necesitábamos. – A Greta se le formó un nudo en la garganta.

Yo también os echaba de menos...-Greta sintió varias lagrimas caer. – Me dolieron mucho tus palabras Keisha, y no soy rencorosa, lo juro, pero necesito tiempo porque tu has sido como una hermana para mí. Puedo perdonarte, pero no olvidar.

Entiendo. – ella llevó ambas manos a su vientre.

¿Cómo esta tu padre? – preguntó Azariel y los tres caminamos hacia la habitación de George.

Cada día está peor. – ella negó.

¿Puedo verlo? – preguntó Greta.

Por supuesto. – Keisha abrió la puerta y pasé al interior de aquella oscura y siniestra habitación. De repente, una mala sensación se apoderó de mi cuerpo, algo estaba ocurriendo aquí.

Papá, mire quien ha venido a verlo... - el hombre abrió lentamente sus ojos y se quedó observando a Greta. Esta se acercó hasta su cama y la joven coloco una mano sobre la del anciano. George se veía más deteriorado. Su cara estaba llena de arrugas y su pelo era más canoso de lo que ella recordaba. 

Sirenita...-susurró el hombre con una voz rota casi inaudible.

Hola George, ¿Cómo se encuentra? – Greta le sonrió y este le correspondió la sonrisa.

¿Cómo me ves? – el hombre quiso incorporarse, pero no tenía fuerzas.

Bastante guapo. -ambos rieron.

Siempre observando la belleza de las cosas más allá de su apariencia física real, Greta. – apretó su mano.

Usted es como un padre para mí, usted me ha enseñado muchas cosas, así que siempre veré algo en usted. – le sonrió. – Pero dígame, ¿a que tanta oscuridad? ¿No cree que le alegraría mejor la vida si tuviese mayor luz?

¿Tú crees? – Greta se levantó y jaló las cortinas dejando entrar la luz exterior. Esa luz chocó con el cuerpo de George y por un instante lo hizo sonreír. – Eres lo que faltaba en este castillo.

¿Qué es lo que está pasando aquí? – una voz masculina y ronca se hizo notar en la puerta de aquella habitación, provocando que Greta se girara para observar a un Maximus que ella no reconocía. – Greta... -Maximus se fue a acercar, pero ella le dio la espalda y se acercó de nuevo a George.

Mañana pasaré a verle, y le haré compañía. Creo que le encantará saber que pasó con Aqua. -George se rió por primera vez en mucho tiempo y Keisha se abrazó a Azariel. Los cuatro salieron de la habitación de George y Greta se giró para mirar a Maximus.

Me gustaría quedarme para cuidar de vuestro padre, me han comentado que esta bastante enfermo y quisiera cuidarlo. Podría darle alguna alegría pues lo único que veo son caras largas. – Maximus la observó durante unos segundos aún sorprendido de verla y ella se dedicó a observar el cambio físico que había sufrido el amor de su vida. Tenía más barba y su pelo estaba desaliñado. No estaba impoluto como siempre, su corbata estaba mal colocada y la camisa iba por fuera del pantalón. Algo estaba pasando en este reino, y ella era la única que podía descubrir que era.

Por supuesto, este es tu hogar. Puedes alojarte donde siempre. – miró a Azariel y Keisha, está última le sonrió tímida.

Yo y Azariel dormimos en otra habitación. – fruncí el ceño sin entender.

Te dije que me haría cargo. – miré el vientre de Keisha y asentí.

¿Podemos hablar? – Maximus tomó la mano de Greta.

No tenemos nada de que hablar. -dijo ella seca.

¿Por qué estas tan distante? Pensaba...-lo interrumpió.

Pensaba que volvería a vuestros brazos corriendo, ¿no? Ya me enteré de que se va a casar. Felicitaciones. Solo vengo para ver a Keisha y a George. Pero el viaje ha sido muy largo y si no le importa me gustaría descansar. – se giró y caminó hasta la misma habitación de siempre.

Greta cayó tras la puerta y sintió como su mundo se venía abajo. Siempre soñó con regresar a palacio y encontrarse con todos bien, amándose y siendo una gran familia. Greta tenía miedo, nunca esperó que su marcha provocase la vuelta de Cassandra a palacio, a pesar de que aún no la hubiese visto. Pero lo que menos se esperó fue que Maximus se casase con otra mujer.

Él ha elegido su vida. Él ha decidido que hacer. Ahora te toca a ti luchar por ser quien eres y por elegir tu camino. Eres Greta, la reina de Oceana, eso nadie nunca te lo va a quitar.

Greta se aferró al colgante de su madre y cayó dormida en la cama sin siquiera cambiarse de ropa. 

Mi extraña maldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora