Capítulo 6: Celos

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Maximus

Señor, se encuentra Marco Zappellini esperándolo en el recibidor. – respire hondo, me levanté y baje a su encuentro.

Buenas tardes, señor Zappellini. – le tendí mi mano.

Él la acepto. – Buenas, majestad.

¿A qué se debe su visita? – lo invito a pasar al salón del castillo y nos sentamos. Tras una breve pausa, me miró y sonrió.

Vengo a hacer negocios. Y creo que te interesarán. – me crucé de brazos y vi a Bruna acercarse con nuestras tazas de cafés.

Lo escucho. – tomé le taza y le pedí a Bruna que se retirara.

Hay unas buenas tierras al final de los caminos del pueblo, pertenecen al señor D'Onell, él las quería vender y yo se las compré. Pero no les saco partido, pues no tengo tiempo y se que usted estás intentando recuperar las tierras que perdió tu padre tras la guerra. Así que vengo a hacerte un cambio... - fruncí el ceño.

No voy pienso darte a Thor. – lo mire serio.

No quiero tu caballo... por ahora no. – rió. – Quiero comprometerme con tu hermana.

Marco, disculpa que te diga esto, pero mi hermana no está en oferta puesto que con la vida de los demás no se juegan. Mi hermana no es un objeto. – dije algo molesto.

No te enfades, Maximus. Tú hermana y yo llevamos bastante tiempo de citas como para oficializar ya lo nuestro, ya es hora. – dijo y mis ganas de matarlo aumentaron, pero debía controlarme.

¿Cuántas citas lleváis? Pues creo que eso significa algo... - dije.

Menos mal que nos vamos entendiendo, Maximus. Sabía que no tenía problema al hablarlo contigo. – dijo sonriendo.

Perdón, no me he explicado bien, lo que quise decir es que si lleváis tantas citas y mi hermana siquiera se ha dignado a querer saber de ti, eso ya debería decirte algo, ¿no crees? Además, que ella no me ha hablado de ti como algo serio, más bien me ha pedido varias veces que la aleje de ti. – su semblante cambió por completo.

Pero... -deje la taza en la mesa, lo mire seriamente y dije:

No te preocupes, quédate esas tierras. No me interesa la oferta. – me levanté. – Ya nos veremos en otro momento, Marco. – salí de la sala y ordené a los guardias que los sacasen de palacio.

Una vez que lo vi salir del castillo, regresé dentro y vi a mi padre en el final de las escaleras.

Padre, ¿quieres que ordené que te ayuden a subir? – mi padre me sonrió.

Estoy orgulloso de ti. – fruncí el ceño.

¿A que te refieres, papá? – vi lágrimas en los ojos de mi padre. – Padre... -reí y lo abracé.

Eres un gran hermano, Maximus. – me senté a su lado en la escalera. – Gracias por no obligarla a casarse.

Para cuando alguien quiera casarse con ella, deberá primero hablar conmigo. Y ya veré si lo acepto o no... - mi padre rodó los ojos y yo sonreí. – Pero si ella lo ama, yo lo aceptaré.

No espere, esa respuesta de tu parte. – dijo mi padre.

Padre, que muchos consideren que tu hayas fracasado al perder aquella guerrilla no significa que yo lo considere. Además... - puse mi mano en sus piernas. – A ti te traicionaron. Eso no quiere decir, que yo no quiera recuperar nuestras tierras, pero no voy a vender nunca a nadie de mi familia, primero deberán matarme. – me giré al oír unas risas y unos gritos.

Mi extraña maldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora