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Aún sorprendida por lo que acaba de hacer me giro para entrar en la habitación que me había indicado. Es bastante bonita y grande, las paredes están pintadas de blanco, los muebles también son de un color blanco y gris y en medio se encuentra una cama con sabanas blancas y cojines de varios colores pastel. Encima de la cama veo una caja con una etiqueta y mi nombre. Abro la caja y me encuentro una nota: "No puedo esperar a verte con el puesto, Joel Pimentel. "

Sonrío como tonta al leer la carta, aparto el papel y veo un hermoso vestido corto, color vino, de mangas cortas y escote en pico. Lo saco de la caja y puedo ver una especie de bolsa pequeña, también la cojo y veo unos pendientes y una pulsera color plata.

Vuelvo a sonreír y me giro para ir a bañarme. Me desprendo de mi ropa y enciendo el grifo para que las gotas de agua corran por mi cuerpo. Estoy unos cinco minutos, rodeo mi cuerpo con una toalla y vuelvo a la habitación. Me pongo el vestido, los pendientes y la pulsera y unos zapatos de tacón del color del vestido que encuentro. Me siento en el tocador y me maquillo, me pongo la base, la máscara de pestañas y por último me pinto los labios de un color granate para que coincidan con el vestido. Peino mi cabello para dejarlo completamente lacio y me acerco al espejo para mirarme. No parezco yo. 

Hacía tiempo que no me arreglaba tanto. En realidad nunca lo hacía, solo para las estúpidas galas o cenas de trabajo de mis papás a las que me obligaban a ir, pero la ocasión lo merecía y después de todo el esfuerzo de Joel merecía aún más.

Unos segundos después se escuchan leves golpes en la puerta. Sonrío y me aparto del espejo para ir a abrirla y así encontrarme a un Joel vestido con una camiseta negra, unos jeans y una chaqueta color mostaza combinando con sus botas marrones.

- Wow, te ves mejor de lo que me imaginaba - dice al verme con una gran sonrisa.

- Gracias - digo bajando la mirada para que no vea que me he sonrojado

- ¿Vamos? - me extiende la mano y yo asiento, cogiéndole de la mano para salir del departamento.

Bajamos hasta el aparcamiento, me abre la puerta del auto para que entre y da la vuelta para subirse él, me mira y los dos sonreímos. Vuelve la vista hacia delante, para arrancar y comenzar a conducir.

Unos minutos después nos encontramos frente a un restaurante bastante elegante. Joel aparca y vuelve a acercarse para abrirme la puerta y que pueda salir. Esta vez me agarro de su brazo y nos dirigimos a la entrada. El señor que está ahí nos pregunta si tenemos reserva y Joel le indica su nombre y apellidos, el señor mira una lista y nos dirige hacia nuestra mesa. Joel aparta la silla para poder sentarme y luego lo hace él. Nos traen los menús y pedimos nuestra comida, ya que para beber, él decide pedir vino. Mientras esperamos a que nos sirvan noto como él no para de mirarme.

- ¿Qué miras Pimentel? - le pregunto y él sonríe

- Solo observaba lo hermosa que estás - no puedo evitar reírme - ¿qué pasa? - dice aún con esa sonrisa que me mata

- Nada, solo que no me acostumbro a tus cumplidos. Siempre me has dicho malcriada, consentida, inmadura y muchas cosas más, pero nunca palabras así de bonitas.

- Pues tendrás que comenzar a acostumbrar - dice con una sonrisa - aunque eso no quiera decir que no piense todo lo que acabas de decir - bromea y ambos reímos. Después de unos segundos en silencio lo miro y suspiro.

- ¿A qué viene todo esto? - aún no entiendo el porqué de tantos detalles de repente y es algo que he estado pensando bastante, pero no sabía como preguntárselo.

- ¿A qué te refieres con esto? - frunce el ceño levemente indicando que no entiende a lo que me refiero.

- Primero me regalas este vestido, que es hermoso, pero innecesario. No hay necesidad que te gastes dinero en mí. Luego me traes a este restaurante lujoso y por último te comportas como un caballero y me alagas todo el tiempo.

- ¿Te molesta? - dice con tristeza en su voz

- No es eso. Es que no entiendo el porqué de todo esto - suspiro

- Porque quiero, no me importa gastarme el dinero que haga falta para contentarte. No me importa traerte hasta aquí y no me importa lo que creas, ya que si creo que eres hermosa te lo diré y créeme cuando te digo que lo eres.

-¿Qué pretendes? 

- ¿Qué se supone que tengo que pretender?

Va a volver a hablar, pero llega el mesero con nuestra comida y decidimos dejar esta conversación para más tarde.

Al acabar de cenar nos dirigimos afuera del lugar y me lleva a una especie de muelle en el que se sienta colgando los pies hacia el mar, pero sin tocarlo y yo hago igual.

- No me has respondido a la pregunta - digo y dirige su mirada hacia mí - ¿qué pretendes con esto? - suspira, pensaba que dejaría el tema ahí, pero realmente tengo curioso

- No pretendo nada T/N. Me nació hacerlo. Creí que sería algo especial para los dos y mira que me juego mucho, si se llegan a enterar mis papás...

- Ya estamos de vuelta con los papás - le interrumpo - aunque lo niegues te importa demasiado lo que piensen ellos, siempre haces las cosas según lo que ellos crean que está bien

- Eso no es verdad - niega llevando su mirada al frente - soy suficientemente mayor como para tomar mis propias decisiones según lo que quiero y creo que es lo correcto para mi

-Eso es lo que crees o quieres creer - me mira - siempre dependes de ellos. Por una vez haz lo que sientas.

- Ya lo hago - insiste

- Demuéstramelo - lo reto

- ¿Cómo? - frunce el ceño

- Demuéstrame que eres capaz de hacer lo que quieras sin la influencia de tus papás - él me mira atento - Vamos a hacer mil y una locuras esta noche y no te tiene que importar lo que opinen tus papás - me mira no muy convencido - solo así me convencerás de que no eres un niño de papá y mamá.

- Si así te lo demuestro... - suspira mirándome - está bien, hagámoslo

EL GUARDIA | Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora