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Minutos después me encuentro frente a la puerta del departamento mirando alternadamente la cerradura de la puerta y a la llave. Al final acabo cediendo. Suspiro y abro la puerta, entro con miedo y con cuidado cierro la puerta, pero sé que Joel me ha escuchado por un ruido que proviene de unos metros cerca de mí. Me acerco al sillón del salón y veo como está sentado en este con cara inexpresiva, viendo algo en su teléfono del cual provenía el ruido que había escuchado al entrar.

- Hola - digo en un casi susurro, él me mira unos segundos y vuelve a fijar la mirada en el aparato que está entre sus manos - Sé que me pasé esta vez, pero necesitaba tomar el aire. Estaba muy enojada y no quería que las cosas empeoraran, así que decidí salir a dar una vuelta - ni siquiera me mira, sigue concentrado en lo que sea que está viendo - ¿No vas a decir nada? - pregunto sorprendida ante su actitud. Él suspira.

- Está todo bien T/N. No te preocupes - dice continuando sin mirarme.

- ¿Eso es todo? - esta vez el suspiro es más fuerte. Deja el teléfono de lado y se levanta frente a mí.

- ¿Qué quieres que diga? - me mira con la misma expresión neutra y esto me hace sentirme culpable y mal

- No sé. Yo pensaba que ibas a gritar y luego regañarme - digo con un hilo de voz. Realmente me estaba afectando esta conversación más de lo que los dos creíamos.

- Estoy cansado. Iré a dormir - pasa por mi lado

- Pimentel - lo llamo justo cuando va a entrar a su habitación. Esta vez su suspiro es mucho más intenso, se gira y se acerca a mi furioso.

- ¿Pimentel qué? Dime T/N- dice alzando la voz y mirándome fijamente

- Lo siento - bajo la mirada arrepentida y ríe irónico, gesto que hace que lo mire de nuevo

- ¿Lo siento? ¿Crees que con un lo siento vas a arreglar lo que hiciste?

- No sé que más decir. De verdad que lo siento

- No puedes pretender que te perdone así como así con un lo siento - vuelvo a dirigir mi mirada al suelo - T/N - me llama haciendo captar mi atención - no sabes lo preocupado que estuve. Fui a tu habitación para hablar contigo, lo intenté varias veces, pero al ver que no recibía respuesta entré, imagínate mi cara al no encontrarte allí. Busqué por todos sitios pensando que simplemente te habías escondido, pero no estabas y todo encajó cuando ni tu teléfono, ni las llaves del auto, ni las del departamento estaban. Te escapaste y ahora vuelves como si nada y pretendes que te perdone con un simple, lo siento. El que lo siente soy yo, las cosas no funcionan así - a medida que dice estas palabras va alzando la voz y en las últimas vuelve a bajarlo.

- Entiende que necesitaba aire, desconectar un rato

- Podrías haber salido a la terraza, ahí tienes espacio suficiente. Pero no, eso no es suficiente. Nada es suficiente para ti

- Para, me estás lastimando - digo finalmente admitiendo el daño que me están haciendo sus palabras

- ¿Lastimando? Ahora sabes cómo me sentí yo durante todo el día

- Ya no sé que más hacer para que me perdones - digo frustrada

- Simplemente, desaparece de mi vista. Ves a tu habitación y no salgas - esto sí que ha dolido

- ¿De verdad quieres eso? - digo con los ojos cristalizados - Por favor, te suplico que me perdones

Y con estas declaraciones acababa de tirar por el suelo todo mi orgullo solo por él. No se llegaba a imaginar lo mucho que le necesitaba y todo lo que sería capaz de hacer por él.

- T/N - esta vez, su tono de voz era diferente. Ha dejado de lado la dureza con la que me estaba hablando hace un rato para volver a esa dulce voz con la que siempre se dirige a mí, y sin más me abraza. Un abrazo que sin duda correspondo y dejo caer algunas lágrimas. Por primera vez le estaba mostrando lo débil que podía llegar a ser sin él, pero en ese momento no me importaba en absoluto - fui un bruto, no debí tratarte así - dice mientras nos separamos del abrazo.

- Para nada. Yo lo busqué, provoqué tu reacción - sus pulgares se dirigen hacia mi mejilla para secar mis lágrimas

- No llores, no me perdonaría pensar que lloras por mí - y todo el dolor que habían causado sus palabras anteriores desaparece mágicamente, con estas simples palabras.

Seguimos abrazados, hasta que mi barriga hace un ruido que interrumpe el momento para indicar que tengo hambre. Joel se ríe y mis mejillas se tiñen de rojo. Nos ponemos a cocinar y cuando está todo listo nos sentamos uno enfrente del otro. Comemos en silencio intercambiado alguna que otra mirada, pero se nota que no estamos incómodos y que solo estamos disfrutamos de la compañía del otro.

Al acabar recogemos todo y voy a marcharme, pero Joel me para.

- Creo que aún tienes algo que me pertenece - al instante se a lo que se refiere, así que sin decir nada me dirijo hacia mi bolso del cual saco las llaves de su auto y comienzo a buscar mi teléfono. Su voz hace que pare de hacer lo que estoy haciendo y le miro con una expresión de asombro y con miedo de su reacción - ¿Richard? - pregunta alzando una de sus cejas, mirándome confundido.

- Por favor, no saques conclusiones precipitadas

- Para nada. Nada más pregunto, ¿quién es él, y porque tienes su número de teléfono? - dice calmado, cosa que me sorprende.

- Es el camarero del club de ayer. Hoy me lo encontré y pasamos el día juntos, insistió en enseñarme la ciudad y acepté.

- oh - dice mirando el papel y luego de vuelta a mi

- No es lo que estás pensando. Es un amigo, nada más

- No tienes por qué darme ninguna explicación - sonríe ¿aliviado? - Solo una pregunta - vuelve a ponerse serio y hace que mis nervios aumenten. 

EL GUARDIA | Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora