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Habían pasado dos semanas desde la cena en la cual me enteré de que mis padres habían acordado una boda para que me casara con un desconocido.

En este momento me encuentro con Emily en mi cuarto, le acabo de contar lo ocurrido dado que mi familia no me había dejado tranquila hasta este preciso momento y no había tenido tiempo para hacerlo.

Con suerte me dejaban ir al baño sin tener a alguien detrás diciéndome las mil planificaciones que se tenían que llevar a cabo para que "el día más feliz de mi vida" como lo llaman el resto, saliera bien. Yo me limito a tratarlo como una pesadilla de la cual espero pronto despertarme.

- ¿Entonces te casarás? - me pregunta mi amiga

- Sí. No tengo más remedio - respondo sin ganas

- ¿Quién eres tú y que hiciste con mi amiga? La T/N Miller que conozco no se daría por vencida tan fácil. Ahora mismo estaría preparándose para su gran plan de escape y no aquí sentada con esa cara de perrito abandonado.

- Créeme, he intentado pensar en mil opciones para salir de esta situación y no he conseguido llegar a un plan que no acabe con mis papás encontrándome y obligándome a casarme con Zabdiel al día siguiente.

- ¿Y qué hay de Joel? Lo suyo era hermoso. ¿Vas a rendirte tan fácilmente? - al escuchar sus palabras suspiro frustrada.

- ¿Qué quieres que haga Emily? No hay nada que pueda hacer. Joel está en Londres, probablemente con Jessica, quién ya habrá cumplido la mayoría de edad. Él es feliz sin mí, yo solo le traía problemas.

- Permíteme dudar que eso sea real. Además, aunque la tontería que acabas de decir fuera cierto, ¿qué hay de ti? ¿Tu felicidad no importa?

- Yo me casaré con Zabdiel. No es un mal chico y aunque no esté enamorada de él, quien sabe si algún día llegue a sentir lo mismo que por... - No me atrevo ni siquiera a decir su nombre, suficiente es escucharlo de la boca de mi amiga.

Desde que me dieron la noticia no paro de intentar convencerme de que Joel está mejor sin mí y que Zabdiel podrá darme lo que algún día podría haber tenido con él. Aunque ahora no siento nada por él, es un chico lindo tanto física como personalmente, no me sorprendería que acabara enamorándome de él algún día. Con el tiempo.

El sonido de la puerta me saca de mis pensamientos. Suspiro pensando que alguien quiere volver a hablarme de la maldita boda y sin ánimo les doy permiso para entrar. Al otro lado está Zabdiel quien al ver que estoy acompañada se pone nervioso.

- Hola, perdón molestar. Solo vine a avisarte que tus papás quieren que vayas abajo para comentar algunas cosas sobre... bueno ya sabes - dice evitando mi mirada con la última frase.

- Listo. Ya bajo - me levanto y mi amiga hace lo mismo

- Emily Davis, la mejor amiga de T/N. Encantada - sonríe amigable presentándose al chico.

- Zabdiel de Jesús. Igual, encantado - sonríe él y ambos se dan la mano.

Yo paso por su lado y hago una señal a Emily para que vayamos. Zabdiel nos sigue unos metros más atrás.

- Ahora entiendo, porque no evitas esta boda. Si a mí me obligaran a casarme con un hombre así tampoco me opondría - por primera vez en una semana suelta una risa. Aunque era corta y prácticamente no se había escuchado, era una risa y eso ya era algo.

- Que diría Chris si te escuchara decir esas palabras - bromeo de vuelta

- Él ya está acostumbrado a estos comentarios - vuelvo a reír y niego con la cabeza agradeciendo tener a alguien como ella a mi lado en estos momentos.

Llegamos abajo, me despido de Emily, prometiéndole contarle todo una vez vuelva a mi cuarto y junto a Zabdiel entramos en el salón donde se encuentran sus padres y los míos.

- Ya llegaron nuestros enamorados - dice mi madre y yo pienso en lo cínica que llega a ser.

¿Enamorados? No veía a este chico desde la cena de la semana pasada. Esa misma cena en la cual me enteré de que estaba obligada a casarme con él, con un desconocido.

Zabdiel se limita a sonreír, claramente por educación, porque estoy segura de que está pensando lo mismo que yo, y ambos nos sentamos en el sillón entre ambas familias. Noemí es la primera en hablar.

- T/N hemos pedido que Zabdiel te llame porque queríamos concretar los detalles para la fiesta en la que anunciarán su compromiso - Genial, ahora tenemos que anunciarlo en una fiesta. ¿No se suponen que las fiestas tienen que ser divertidas? - Habíamos pensado en hacerlo en nuestra casa de campo - ¿casa de campo? ¿Pero quién es esta gente?

- Sería una buena manera para que los empresarios más conocidos se enteraran de la unión de ambas familias y por consecuencia de ambas empresas - sigue mi madre.

Y aquí tenemos la razón de esta boda. Como siempre, los negocios son más importantes que yo para mis papás, al menos para mi mamá, dado que mi papá no se ha atrevido ni siquiera a mirarme desde que me dieron la noticia. Debe estar avergonzado de lo que está ocurriendo, yo en su lugar también lo estaría.

- Exacto - continúa Noemí - Hemos acordado que vendrían unos días antes, así ambos tienen oportunidad de pasar más tiempo juntos y conocerse mejor.

- ¿Y de cuándo estaríamos hablando? - pregunto sin ningún interés. Mi papá me mira por primera vez, está sorprendido, al igual que el resto de los presentes.

Supongo que esperaban que creará de esto un escándalo y me opusiera a todo, pero lo que le acababa de decir a Emily no era mentira, realmente estoy cansada de luchar en una guerra en la que yo ni siquiera quería formar parte.

- El fin de semana que viene. La fiesta será el sábado y ustedes llegarán el jueves al mediodía - responde Carlos, aún con la expresión de sorpresa en su rostro.

- Bien - me limito a decir

- Entonces, genial - dice mi mamá con una sonrisa - durante estos días acabaremos de concretar detalles como la decoración, el vestido...

Seguía hablando, pero dirijo mi mirada a la ventana y observo a la gente haciendo vida normal en las calles, ingenuos a lo que está ocurriendo aquí. Después de una hora la familia de Jesús se despide y vuelven a su casa y yo me dirijo a las escaleras para volver a lo que se ha convertido en mi refugio estos días. Mi cuarto.

- Hija - me llama mi mamá. Me limito a mirarla dándole a entender de que hable - me pone feliz que colabores en esto. Ya era hora de que colaboraras en las labores de la familia.

- Bueno, ¿qué puede hacer una cuando no le dejan opción? - respondo, y antes de que tenga oportunidad de volver a hablar subo las escaleras y voy a mi cuarto.

EL GUARDIA | Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora