Cuando se acallaron los gritos, solo quedó sangre y muerte. Hubo un segundo helador en el que todo pareció quedarse estático y, acto seguido, una decena de pasos resonaron sobre el suelo de piedra.
—Buscad supervivientes —ordenó una voz impersonal, que repicó en el lugar como un disparo.
No hubo un solo ruido aquella fría noche durante unos segundos, ni siquiera el canto de los grillos.
Luego, la mayoría de los pasos se alejaron en diferentes direcciones y solo tres hombres, cubiertos por ropas oscuras y capuchas, se quedaron de pie en medio del patio. No hablaron hasta que se quedaron solos. Finalmente, el más alto de los tres, rompió el silencio.
—Solo son niños, la hemos cagado —les dijo a los otros, con un tono ligeramente quejumbroso—. Mis jefes se enterarán de lo que hemos hecho, pagaremos las consecuencias todos.
—Lárgate —ordenó otro de ellos, con voz firme y autoritaria—. Y tú —se giró hacia el más pequeño del grupo—, saca a los hombres de aquí, yo limpiaré este desastre.
No esperó para comprobar si le obedecían antes de ponerse en marcha. Tiró de los pies del cadáver más cercano y lo dejó sobre un par que ya había acumulados junto a la muralla sur. Luego repitió el proceso con el siguiente y el siguiente, hasta que la veintena de cuerpos, quedaron apilados, haciendo imposible reconocer brazos, piernas o cabezas sanguinolentas.
Pasó la mano por encima entonces y un fuego brotó de entre sus dedos, para saltar sobre las túnicas rojas de los cadáveres, que ardieron con facilidad. Se agachó junto a la montaña, después de echar un vistazo alrededor para asegurarse de que nadie le veía.
Se estaba planteando dedicar unas palabras a aquellas almas, cuando unos ojos rojos se abrieron de golpe. Dudó un segundo, el fuego no tardaría en borrar todo rastro de su crimen.
—A...yu...da —pidió la chica de ojos rojos.
Tiró de la mano que trataba de extenderse hacia él, y la arrastró fuera del fuego.
Ella apenas entendía lo que sucedía, le dolía todo el cuerpo, le ardía la garganta y solo veía sangre alrededor. Pero los ojos amarillos que la miraban, entre sorprendidos y asustados, la llenaron de más terror que todo lo demás. Sintió el calor ardiendo junto a su mejilla y, aunque trató de gritar, su cuerpo ya no parecía pertenecerle. Por suerte, el hombre de brillantes ojos amarillos, la apartó del calor y el dolor desapareció por completo.
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Crónicas de Morkvald: Luna de Sangre #1 - *COMPLETA* ☑️
FantasySelene despierta en un lugar que no conoce, sin recuerdos y sabiendo que alguien ha acabado prematuramente con su vida. Sin embargo, cuando nadie parezca interesado en descubrir qué ha pasado con ella, tendrá que luchar por desentrañar el misterio d...