XXV

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—Vale, ya os salva el niño de cinco años —se burló Ezequiel agitando la cabeza—. Por cierto, Selene, también puedes quedarte mi espada, la verdad es que estás genial. Tienes una pinta de heroína que flipas. Pero no vuelvas a parar uno de mis ataques si quieres que seamos amigos.

—Por supuesto, lo siento...

Me pareció innecesario discutir con él, aunque no iba a dejarle enfrentarse a vampiros milenarios por creer llevar la razón. A fin de cuentas, había intentado matar a Dominic, que ahora estaba de nuestro lado, o algo parecido. Sinceramente, ya no sabía qué lado era cuál. Solo tenía claro que todo el mundo me había manipulado y que cuando acabásemos con Darren y ese caenuna no dejaría que siguieran haciéndolo.

Ezequiel pareció satisfecho con la atención sobre él, porque volvió a la que había sido su celda y empezó a trastear en una de las esquinas. No entendí qué hacía hasta que oí un ruido metálico. Había levantado una pieza del suelo.

—¿Qué es eso? —se me adelantó Dominic con curiosidad.

—Veréis, esto no se idearon como celdas para criaturas, sino para monstruos. Así que, los creadores, abrieron una... —paró de hablar para hacer fuerza—, a la mierda. —Alzó la mano y un chorro de agua potente salió del suelo hacia esta, produciendo otro ruido metálico. Debía haber levantado otro de los pistones usando su poder—. ¿Qué decía? Ah, sí, una puerta trasera. Crearon una puerta trasera, aprovechando la red de túneles que recorre todo Nuskadia.

Dio un par de pasos atrás y usó de nuevo su magia para alzar un cuadrado de barrotes, como si fuera una trampilla.

—¡Llevas aquí dos días! ¿Por qué no lo has hecho antes? —le regañó Enkar.

—Primero, porque sabía que el vampiro tramaba algo y quería enterarme. —Se las dio de importante, señalando a Dominic. Supuse que en realidad quería saber si era el culpable de la muerte de su madre—. Y, segundo, no tenía dónde ir.

—¿Por qué te encerraron? —cuestioné, mientras Dominic se adelantaba para ir primero.

—¿Recuerdas cuando Craig te atacó como lobo mientras peleabais? —preguntó el niño. Yo asentí un par de veces—. Descubrí que fue Deirdre la que le obligó a convertirse. La muy perra... —se quejó, antes de hacerme un gesto para que bajase al agujero.

Había un par de metros de caída, pero no me costó nada llegar abajo. Ezequiel saltó tras de mí sin esfuerzo.

—Eso no explica porque te detuvieron —seguí.

—Ya. Le lanzó otro lobo a Elektra, una de las elementales. Me dio tanta rabia que intenté matarla. Ahí me detuvieron. No soporto que se metan con los más débiles... —murmuró lo último, antes de echar a andar, mientras creaba una ligera llama en su mano para poder ver.

Supuse que al final Deirdre se había enterado de que Nick y Elektra estaban liados.

Dominic le dirigió una mirada de algo parecido a la admiración a Zeq. Supuse que el niño le había impresionado tanto como a mí. Luego volvió a poner su cara de aburrimiento habitual. Parecía que quedarse encerrado en unos túneles no era suficiente motivación para él.

—Deberías ficharle para tu campaña política, no creo que este te traicione —le dije a Dominic en un susurro divertido.

—¿Y tú? ¿Te apuntas a salvar a las criaturas de la Tierra?

—No, creo que no. Primero quiero a prender a distinguir cuando alguien me manipula para sus propios fines...

Dominic se rio un poco y me adelantó, aunque dejó que Ezequiel caminase delante, porque el niño parecía conocer el camino. ¿Cómo podía hacerlo? Estaba segura de que no era la primera vez que recorría esos túneles.

Crónicas de Morkvald: Luna de Sangre #1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora