VI

664 101 14
                                    

—Chisttt. —Acompañé mi chisteo con una piedrecita, que impactó con precisión de cirujano en la nuca de Ezequiel.

Él se giró hacia mí, rascándose el punto donde le había golpeado. Estaba entrenando en el patio con la espada, pegando a un palo que, obviamente, no se defendía. Era un muñeco de entrenamiento y Ezequiel le castigaba con su espada. Estaba claro que estaba desahogando su cabreo con él.

—¿Acaso tienes cinco años? —me preguntó, abriendo un poco los brazos, molesto.

Que un niño de diez años te pregunte si tienes cinco es ligeramente ofensivo, pero no se lo tuve en cuenta, porque sabía que le había decepcionado. La noche anterior había hecho algo parecido a las paces con Enkar y él era el siguiente en mi lista. Rachel seguía sin hablarme, de hecho, esa mañana en el desayuno había dejado su copa con tanta fuerza a mi lado que me había salpicado y luego se había largado.

Pero ya haría las paces con ella cuando consiguiera lo que quería, primero iba Ezequiel, porque le necesitaba para mi plan.

—Ven —le pedí, haciendo un gesto con la mano.

Me pareció que iba a pasar de mí, pero yo había hecho acopio de piedrecitas (y me había llevado un rato escarbar en la tierra, que conste), así que no tenía prisa. Sin embargo, Ezequiel parecía bueno por naturaleza, porque guardó la espada con las demás y me siguió hasta el límite de los árboles.

—¿Qué quieres, Selene? —trató de imprimir un tono duro, pero no le salió.

—Necesito hablar contigo.

Sujeté su brazo y tiré de él, tras un último vistazo al patio. Los elementales entrenaban un poco más allá, pero parecían entretenidos y como Ezequiel no se quejó, ninguno alzó la vista hacia nosotros.

Esta vez no fui al claro, al parecer todo el mundo lo conocía. Elegí un simple hueco entre los árboles un poco más ancho y puse todos mis hipersentidos en vigilar alrededor. Después de que Enkar me viera besándome con Nick y que me apuñalasen, empezaba a entender la necesidad de vigilar.

—¿Qué quieres? —insistió.

—Que me ayudes a derrocar a un rey.

Le dirigí mi mejor sonrisa convincente y él alzó sus cejas rubias con cierta curiosidad. Como mínimo, parecía desconcertado.

—¿Te refieres a tu novio?

—No. Me refiero al rey Nick. Solo me besó para fastidiarme, Zeq —le hablé con familiaridad, para que desapareciese un poco la hostilidad entre nosotros—. Sé que te molestan mucho. Él, Deirdre y sus divinas. También me molestan a mí. ¿Qué te crees? Nos roban la comida, ayer Deirdre me apuñaló...

—¿Qué? —Abrió mucho sus ojos grises, horrorizado y supe que estaría a mi lado sin dudar.

Tenía unos ojos muy expresivos, pese a que eran del mismo color exacto que los de Enkar, eran muy diferentes. El lobo no dejaba ver ningún sentimiento si no quería. Los de Ezequiel gritaban todo lo que pasaba por su cabeza.

—Lo que oyes, Zeq. Mira, sé que lo que te pido no es fácil. Necesito dos cosas de ti y ambas serán complicadas. No tienes que hacerlo si no quieres. Sé que solo eres un niño y...

—Puedo hacerlo —me cortó—. No soy menos que nadie por ser más pequeño y quiero hacer morder el polvo a esos asquerosos chupasangre... Perdón, no es nada personal contra ti.

—Lo sé, tranquilo. ¿Me ayudarás?

—Sí. ¿Qué tengo que hacer?

—Lo primero, enseñarme a usar la magia elemental. Y lo segundo, buscar trapos sucios de Nick. Sé que es difícil, pero yo estoy metida demasiado en medio y sospecharán de mí...

Crónicas de Morkvald: Luna de Sangre #1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora