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Estaba en una plaza hexagonal que, pese a que no reconocí del todo, me pareció mi hogar. Lo conocía bien sin conocerlo, si es que eso tenía algún sentido.

En el centro había un árbol enorme sin hojas de ningún tipo, con ramas en todas direcciones, de color marrón oscuro. Y me llamó, de cierta forma. Sin embargo, había tanto que mirar, que pronto perdió el interés.

A mi lado había una montaña de cadáveres en llamas e, inclinado delante, una figura solitaria con una capucha, que me impidió reconocerlo. Aunque nada se movía, era como si todo estuviera suspendido en ese momento exacto.

—Oh, ¿qué has hecho...? —La voz de Zacarías me hizo alzar la cabeza.

Era lo único que se movía por allí. Se inclinó un momento junto al tipo agachado, que yo estaba segura que era su hermano de ojos amarillos. Pero no me pareció que fuera a darle más importancia, porque volvió a moverse enseguida.

—Tú sabes quién es —le acusé.

Sus ojos amarillos se centraron en mí un momento. Aunque no tardó en pasar de largo y acercarse al árbol. Yo corrí, sin darme cuenta de lo que hacía y me puse entremedias. Me miró con las cejas alzadas y la curiosidad en el rostro.

—¿Qué haces, selenia?

—Tengo... que protegerlo.

Ni siquiera lo entendía, pero lo necesitaba. Él árbol tenía que estar a salvo. Y eso que no entendía dónde o cómo habíamos llegado allí. Zacarías me había tocado la cabeza... ¿Por qué el fuego tampoco se movía?

—Solo es un recuerdo, Selene. Estamos en tu cabeza —me consoló con suavidad—. No podré hacerle nada al Aprelic.

Pero no me moví. Tenía que asegurarme de que el árbol estaba bien. Cuando le pasaba algo al árbol... Alcé la vista sin pretenderlo. Había una torre en una de las murallas, que se alzaba un par de pisos y desde allí me miraban. Ojos amarillos... ¿Acaso ese tipo siempre había estado allí? ¿Por qué había decidido matarme de pronto?

Zacarías debió cansarse de mi pobre intento de defender el árbol y me empujó un poco con la mano, para apoyar la otra sobre la corteza rugosa. Yo traté de quitarle de allí, pero Zacarías se soltó solo y dio un paso atrás.

—El Aprelic de Arkra... —murmuró, con los ojos muy abiertos.

Se apartó de golpe, parecía asustado. Me miró a mí y luego a la figura que seguía estática, inclinada sobre el fuego que no parecía tener vida... Yo pasé la vista de uno al otro y luego al árbol. ¿Aquello tenía algún sentido?

—¿Qué has hecho? —preguntó Zacarías, pero hablaba con el otro tipo que no se movía—. ¿Quién eres tú? —Me miró entonces.

Alzó una mano hacia mí y entendí el terror que brillaba en sus ojos. ¿Iba a matarme? Una llamarada mágica salió de la punta de sus dedos y esta sí se movía. Avanzaba hacia mí a toda velocidad. Cerré los ojos, sin saber qué hacer. No era rival para él y lo sabía.

Sin embargo, cuando no sentí dolor pasados unos segundos, volví a abrirlos. Había otro tipo justo delante de mí. Solo podía ver su nuca pelirroja y un traje bastante anticuado.

—¿Qué te crees que haces, Zacarías? —le preguntó, con una voz grave que reverberó por la plaza hexagonal.

—Sabía que eras tú... —No podía ver a Zacarías con el tipo que había aparecido en medio, pero su tono fue amable—. ¿Quién es ella? ¿Qué es esto? ¿Qué está pasando?

—Ella es mía. Aléjate.

—Arkra... —Zacarías sonó repentinamente serio—. ¿Seguimos en el mismo bando?

Crónicas de Morkvald: Luna de Sangre #1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora