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Anteriormente solo había aparecido estando consciente, con Enkar. Pero el viaje con Dominic me pareció mucho más rápido y desconcertante. Quizá porque no esperaba que con solo tocarle la mano nos teletransportarse al hexágono. Y, en cuanto aparecimos, me soltó la mano y me caí hincando una rodilla en el suelo, por la brusquedad del movimiento.

—Bienvenida a casa —me dijo él burlón.

No le presté atención. El Aprelic estaba en el suelo. Alguien lo había talado y estaba tirado de cualquier manera sobre el césped chamuscado. Me acerqué y pasé los dedos por encima, pero estaba muerto y seco. No me pareció que Arkra pudiera volver allí.

—¿Por qué querías venir? —pregunté a Dominic.

—Eso no te importa. Mira, Selene, no tengo nada en contra de ti... Pero no podrás albergar a Arkra mucho tiempo... —Se acercó a mí, extendiendo una mano de dedos muy blancos.

Yo retrocedí un par de pasos, poniendo el Aprelic derribado entre nosotros. Para él no importaría, pero para mí todo aquello era mi vida y muy relevante. Conocía perfectamente aquel lugar sin necesidad de quitar los ojos de los amarillos de Dominic. Recordaba las murallas altas y oscuras y la única torre; también al hombre que vigilaba desde allí. Aunque su rostro era un misterio oculto entre las sombras.

—¿Eras tú? ¿El que vigilaba? —Señalé la torre con un gesto, sin dejar de mirarle—. ¿Te cansaste de mirar y decidiste coger la llave para liberar a ese Primero...?

Dominic me miró desconcertado, durante un segundo. Luego soltó una carcajada. Yo entrecerré los ojos, para que viera lo mal que me caía.

—¿Crees que yo quiero liberar a...? —Una nueva carcajada le ahogó tanto que no pudo seguir hablando—. Mira que entiendes poco...

—¡No es verdad! —me quejé apretando los puños—. Tú quieres asesinar a la humanidad, y ese Primero seguro que te ayuda.

—¿Quién te ha dicho que quiero asesinar a la humanidad? —Dejó de reírse y frunció el ceño, ofendido.

—Lo dicen por ahí. —Me encogí de hombros. ¿Qué más daba quién? En cualquier caso, no iba a poner a nadie más en su punto de mira—. No vayas de santo conmigo, no cuela.

—Ah, ¿no? —Sonrió ligeramente—. ¿Por qué crees que yo soy el malo, Selene?

—¡Sin ir más lejos, mataste a la madre de Ezequiel ayer! —le grité cabreada.

—¿De quién? ¿El niño de la espada? ¿Eso le pasaba? —Esta vez no se rio y lo agradecí un poco.

Realmente sentía que estaba traicionando a Ezequiel, pero no pasaba nada porque le sacase algo de información antes de nada, ¿no? ¡Yo necesitaba saber!

—Sí. Estaba en su casa, escondiéndome de ese Werner y tus vampiros llegaron y la mataron —le acusé.

—Oh. ¿Y no es más lógico que esos vampiros fueran de Werner? Como verás, me gusta hacer las cosas personalmente, encanto. Por eso crees que te maté yo y he entrado solito en Krevacain. No seas idiota. Si hubiera sabido dónde estabas, ¿por qué iba a arriesgarme a perderte? ¿Crees que un niño de cinco años y una mujer me dan más miedo que una ciudad entera de licántropos?

No le corregí sobre la edad de Ezequiel, porque no era relevante y porque me dejó sin argumentos. Era verdad, ¿por qué iba a mandar a nadie en lugar de ir personalmente?

—Vale, a lo mejor no hiciste eso, pero quieres matar a todos los humanos...

—Claro que sí, uno a uno —se burló—. Y luego, morirme de hambre, porque soy un genio. Mira, Selene, déjame que te explique algo. Desde que el mundo es mundo, los seres humanos, y las criaturas, han encontrado la forma justificar su mierda. En Morkvald quieren pensar que son los buenos, así que cuentan cosas horribles de mí. Pues bien, déjame decirte que no pretendo masacrar a ninguna raza. Los humanos, elementales, vampiros y licántropos podemos convivir. Nosotros lo hemos hecho durante quinientos años en Morkvald. ¿Por qué no extender esa convivencia a los humanos? Era el plan de Arkra, ¿sabes?

Crónicas de Morkvald: Luna de Sangre #1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora