—¿Aún quieres ir a los barracones? —me preguntó Enkar por la mañana.
El día parecía ligeramente diferente con el cielo iluminado tras la ventana. Enkar se había despertado temprano, sin necesidad de que yo le avisase del amanecer. En algún momento de la noche nos habíamos vuelto a dormir, pese a mi deseo de no hacerlo. Estar en la cama con Enkar era catártico y relajante.
—Sí.
No dudaba, en realidad. No quería ropa, me daba igual. Quería ver a Werner y saber si me había matado. Y, quizá, el siguiente paso era buscar a ese Caleb. Si él era el encargado de dotar de poderes a la gente... ¿Me habría hecho aquello años atrás?
Al parecer, tenía más de una muerte de la que vengarme. Mi vida parecía condicionada por las criaturas desde mucho antes de lo que yo creía. Pensaba descubrirlo todo. Y encargarme de la gente que era capaz de torturar a niños pequeños para una guerra...
¿Qué guerra? Aquello seguía teniéndome desconcertada.
Sabía que Morkvald estaba en paz, eso me habían dicho. Y la Tierra podía tener sus pequeñas guerras, pero nada que importase sobremanera a las criaturas de Morkvald. Nick me había dicho algo así como: «los humanos siempre encuentran un motivo para matarse y nosotros uno para no impedírselo».
—¿Vas a desayunar y nos vemos en el patio? —sugirió Enkar, mientras se levantaba de la cama y sacaba ropa de su armario para cambiarse.
—No. Estoy sobrealimentada y no quiero ir allí. ¿Podemos irnos del tirón?
Me estiré en su cama de nuevo, estaba tan a gusto que no quería irme con los vampiros. Además, no quería arriesgarme a que le contasen que Craig se había peleado con Nick para que yo escapase o el nuevo trato con Zacarías. No quería que Enkar pensase que le estaba usando para ir donde los militares. Que sí, pero no me sentía bien por ello y necesitaba de verdad conocer a Werner.
—Supongo que sí. Dame un minuto.
Enkar recogió su ropa y se metió en el baño de la habitación. Al parecer, él no tenía que compartirlo con todos los de la planta como nosotros. En el piso de los vampiros había dos baños, uno para chicos y otro para chicas. Así que todas las vampiras teníamos que ir al mismo. No es que me molestase demasiado, pero no poder estar a solas ni en el baño era ligeramente desesperante.
Esperé tumbada, Enkar no tardó mucho. Salió con unos vaqueros, una sudadera oscura y el pelo mojado y revuelto.
—Ya podemos irnos.
Se pasó la mano por el pelo mientras hablaba y lanzó gotitas de agua en todas direcciones. ¡Que guapo era, por favor! Me levanté como movida por un resorte y usé toda mi fuerza de voluntad para no despeinarle yo misma y empaparme de sus mechones húmedos.
Enkar salió delante y yo le seguí en silencio. Por suerte era muy temprano y el pasillo estaba desierto. No quería que le afectase de cara a los demás que me pillasen saliendo de su habitación. Ni tener que dar explicaciones, la verdad.
Fuera tampoco había nadie. Debía ser un momento mágico demasiado pronto para elementales y lobos en el que los vampiros estaban desayunando. Tomé nota mental para salir a esa hora más a menudo.
De todas formas, era verdad que con la cantidad de sangre que tomaba ahora, me sentía más llena, saciada y menos hambrienta. Así que no pasaría nada porque me saltase el desayuno de vez en cuando...
Aunque tampoco pensaba quedarme allí para siempre. Estaba al límite en aquel lugar. Ya no me aportaba nada y la sobreprotección de Zacarías me estaba sacando de quicio. Si no me había ido ya, aparte de porque no sabía cómo, era por Enkar. Que, en ese momento, me condujo entre los árboles.
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Crónicas de Morkvald: Luna de Sangre #1 - *COMPLETA* ☑️
FantasySelene despierta en un lugar que no conoce, sin recuerdos y sabiendo que alguien ha acabado prematuramente con su vida. Sin embargo, cuando nadie parezca interesado en descubrir qué ha pasado con ella, tendrá que luchar por desentrañar el misterio d...