XII

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—Pensaba que te tenían atada a una mesa de la biblioteca —me dijo Craig, con tono bromista, sentándose a mi lado en el banco de ejercicios.

Le dirigí mi peor mirada, pero solo conseguí que se riera un poco.

—Es aún peor, me lleva con correa —suspiré, señalando a Nick con un gesto.

Tras nuestra charla y su declaración de intenciones se había quedado a un lado. Como si fuera él quién debía sentirse mal por todo aquello. Claro que, quizá un poco sí, porque había confesado ser la puta de Dominic. Sin embargo, no había querido darme detalles. ¿Por qué ir tras alguien en quién no creías?

—Las relaciones entre vampiros son misteriosas —replicó el lobo, y solo pude mirarle alzando una ceja. Casi parecía saber lo que pasaba por mi cabeza. Él se sonrojó intensamente—. Quiero decir, que si os va ese rollo de cuerdas y cadenas...

Resoplé. Luego me reí. Era refrescante estar con alguien que no pareciera tener un palo metido por el culo, la verdad. Craig no parecía temer que fuera a lanzarme sobre él en cualquier momento.

—Con Nick, seguro que no. —Me encogí de hombros.

—Te están dando la brasa, ¿eh? —Pareció sentirlo de verdad por mí—. Yo, en realidad, quería disculparme por intentar comerte por segunda vez.

—Descuida. Prefiero que me arranquen la garganta otra vez que soportar el encierro.

Se rio como si fuera un chiste, pero de verdad que no lo era. Había querido estar viva hasta el punto de temer que mi asesino volviera, pero de pronto no estaba tan segura. ¡Si no podía dar ni un paso sin tener a dos vampiros mirándome!

Y si me daba igual que me rematasen... ¿Por qué iba a hacer caso a Zacarías? Por lo que sabía, Werner (que podía ser responsable de mi muerte), estaba en la misma isla que yo. Solo tenía que cruzar los árboles para llegar a la zona militar... Y podría pedirle explicaciones. Y si me mataban, pues no iba a ser peor que aquello.

Sujeté a Craig cuando iba a ponerse de pie para volver con los suyos. Pese a que ya era de noche, los lobos seguían entrenando. Me miró ligeramente sorprendido, pero no asustado y de nuevo me hizo sentir mejor.

—Me has atacado dos veces. Me debes una —le dije.

Alzó ambas cejas y se pasó la mano libre por el mechón gris de la sien, con gesto pensativo. Luego asintió un par de veces y pareció rendirse.

—Está bien. Cuando quieras lo que quieras.

—Ahora.

Empezó a reírse, pero al verme seria, paró y se acomodó de nuevo a mi lado.

—Escucho.

—Necesito que los distraigas para que pueda largarme —susurré muy bajo.

Le oí tragar saliva con cierta dificultad, pero asintió una vez.

—En que líos me meto por impulsivo, Enkar me mata... —murmuró, mientras se levantaba—. Cinco minutos —me dijo entonces, antes de irse con el resto de lobos.

La verdad es que no me creía que fuera a hacer nada. No es que ninguna de las dos veces que me había atacado me hubiera hecho daño y, la segunda, ni siquiera había sido culpa suya. Estaba segura de que alguien le había forzado a transformarse de alguna forma. Eso había insinuado Zacarías al menos. Me había culpado a mí, pero estaba segura de que cierto grupo con Deirdre a la cabeza habían tenido más que ver.

Esperé con paciencia, sin moverme del asiento. Craig le comentó algo a los lobos. No tenía ni idea de por dónde iba su plan, si es que tenía alguno. Sin embargo, no tardó en girarse hacia Nick, que estaba a un lado apoyado en la pared.

Crónicas de Morkvald: Luna de Sangre #1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora