31- "Tormenta"

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**-Narra Marina-**

- ¡Corre perra corre! - gritó Steven dramáticamente desde el mirador observándome correr.

- ¡Todos a babor! ¡TODOS A BABOR! - grité alarmando a la tripulación.

- ¡Bajen las velas! - ordenó Niall.

Las olas empujaban al galeón como si fuese un barco de papel en medio de la tormenta.

- ¡Una roca! ¡Cuidado! - gritó Maya y Steven se quedó paralizado desde el mirador.

- ¡Ya bajamos las velas! - exclamó Sussan - ¿qué más hacemos jefecita?

- Rezar, es todo lo que nos queda - dije mirando a la gran roca que estaba delante de nosotros, intentando desviarme con el timón, pero se que es prácticamente imposible. Esto es el fin.
...

A ver, a ver, se que ahora mismo ustedes están como que : ¿Qué demonios está pasando?...
pues básicamente estamos entrando al Triángulo de las Bermudas, si, es raro, y también se deben estar preguntando: ¿Por qué Maya habla español?, pues, es una larga historia que comenzó con la maravillosa idea de Nicholas.

-Un mes antes-

- ¡Tengo una idea! - exclamó Nicholas.

- ¿Uhm? - me confundí.

- Podemos decirle a Will, el hombre que tradujo el idioma de los aborígenes que encontramos en Tobago, que enseñe a Maya y a Ketchi a hablar nuestro idioma.

- Buena idea, pero el problema es que si Niall se entera estarán muertos - intervine.

- Le decimos a Will que se quede callado y cuando los chicos aprendan los hacemos pasar por tripulantes comunes.

- Oh si, dale.

Así fue como terminé llamando a Will de madrugada a mi camarote.

- ¿Qué desea, capitana? - dijo el hombre.

- Primeramente, no te alarmes - le mostré a Maya y a Ketchi que se escondían detrás de mi.

- Oh, p-pero - se sorprendió.

- Sin peros, yo decidí que ellos se quedarían aquí, ahora, necesito tu ayuda para que aprendan a hablar español.

- Pero, pero usted no debe...

- Shh, ya se que debería matarlos pero yo quiero que se queden, es mi decisión, y si hablas - rápidamente puse un cuchillo en su cuello sin tocarle y luego lo pasé por mi cuello haciendo ademán de muerte- te lanzaré por la borda con cualquier pretexto y serás el almuerzo de los tiburones.

- E-Está bien - dijo nervioso.

Pasaron los días y Will venía cada tarde a darle clases de español a Maya y Ketchi.

- Pi-ra-ta - repetía Will cómo enseñando a niños pequeños.

- Pi-va-¿ka? - dijo Maya.

- Pivakakakujuuuu - gritó Ketchi y empezó a hacer una clase de danza que parecía convulsionar.

- Hay Dios, en que lío me ha metido la capitana - lamentándose Will.

Cosas Del Mar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora