• Diecinueve - Pasado •

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Henry bostezó por tercera vez en la hora, acostándose en la mesa mientras que su amigo seguía leyendo como si el mundo se fuera a acabar en cinco minutos. Ya habían terminado la tarea y Abraxas había insistido en estudiar porque el profesora Pussett les había hecho un examen sorpresa a los de sexto grado.

Avery se encontraba dormido al lado del menor del grupo, seguido por Mulciber y Lestrange, quienes discutían con el rubio acerca de pociones, haciendo que Henry se preguntara porqué carajos habían ido a estudiar Curación si, al final, terminarían discutiendo de cualquier cosa menos del supuesto examen.

Suspiró y miró a Tom, quien tenía un libro de transformaciones avanzadas en su mano, su pequeño Tom había empezado a tener más perros falderos desde que había maldecido a McQuaid después de que éste había querido herirlo desde sus espaldas.

McQuaid había cambiado mucho con él desde que descubrió que se juntaba con un "sangre sucia", no le importaba mucho, a decir verdad, pero antes solía ir a visitar a sus padres y jugar quidditch con él cuando estaban aburridos. Bufó, para luego sonreír al ver a su amigo, quien frunció el ceño tras leer algo.

—Tom —susurró acercándose más a él y recargando su cabeza en su brazo, el cual estaba descansando en la mesa.

El mayor captó la señal y empezó a acariciar la cabeza de Henry de forma distraída, pero sus compañeros se dieron cuenta de eso, sonriendo cuando vieron la forma de molestar al menor de ellos.

—Henry, pareces un gato en celo —comentó Eryx con burla.

—Calla, Mulciber —siseó el ojiverde cerrando sus ojos para disfrutar de las caricias de Tom.

—Cierto, es más como un perrito —siguió Lestrange.

Tom los miró levantando una ceja, ya les iba decir unas cuantas palabras por molestar a su chico cuando éste decidió bostezar.

—Tom, ¿verdad que soy buen perro? —preguntó abriendo sus ojitos más de la cuenta, como un cachorro cuando su amo lo va a regañar.

—Claro que sí, Henry —contestó ocultando su curiosidad, no iba a negar que, como todo buen perro, Henry era demasiado leal como para aprenderlo de un humano.

—¿Y me das permiso de morderlos?

—Todo lo que tú quieras, querido —restó importancia mirando como los contrarios se ponían tensos.

—Hey, que era broma —comentó Archilles levantando sus manos al ver cómo el menor sacaba su varita y les apuntaba con ésta.

—Hechizar no es lo mismo que morder —se quejó Mulciber.

—¿Quieres comprobar esa teoría? —cuestionó Henry. Eryx, viendo la mirada que le daba su amigo y, captando que debía callarse, comentó:

—Si no nos haces daño te daremos unos premios.

Henry jugueteó con su varita, dándole tiempo para que hablara.

—Una suculenta tarta de melaza —completó Lestrange—, por cada uno.

El menor miró a Tom, quien se encogió de hombros y siguió con su lectura. Henry guardó su varita soltando otro bufido de aburrimiento.

—Iré a la Enfermería —comentó levantándose de su lugar.

—¿Te duele algo? —preguntó rápidamente Tom, bajando un poco su libro para mirar a su amigo— Puedo acompañarte o...

—Me siento bien, Miss Dramas — interrumpió el menor complacido ante la preocupación del mayor—. Iré a ver a tu víctima. —se encogió de hombros, acercándose a la mejilla del ojiazul y dándole un pequeño beso— Nos vemos en la cena.

Sueños profundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora