• Cuarenta - Presente •

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No había matado al Director. Oh, claro que no. Lo había golpeado lo suficiente para que perdiera el conocimiento, después de eso se separó de él para empezar a apuñalar su pecho con un sinfín de runas, las cuales marcó fuertemente con su varita.

Le pidió a Bellatrix y los otros mortífagos que se lo llevaran a la mansión y lo vigilaran. La loca psicópata lo hizo dando saltitos de felicidad, si el anciano terminó con golpes en la cabeza a causa de eso... bueno, Harry no podía quejarse.

Severus fue el único que se quedó a su lado, informándole que los otros ya habían iniciado el plan. Asintió con esa información y ahora se encontraban a unos pasos del Gran Comedor, el cual tenía un silencio fuera de lo común.

Abrió la puerta como aquel que entraba a su viejo hogar, algunos soltaron quejidos cuando lo vieron, pero los profesores fueron los únicos que se animaron a decirle que se fuera.

Claramente no les hizo caso al ver a un Lord Voldemort sentado en la silla que, supuestamente, estaba apartada para el director.

Se dirigió directo hasta estar frente del Señor Tenebroso, quien simplemente le sonrió. Harry le correspondió la sonrisa antes de volver su mirada a los pobres profesores.

—¿Era necesario amarrarlos tan feo?

Voldemort sólo rió ante su ocurrencia.

—Hacían mucha resistencia, algunos alumnos se unieron —comentó como aquel que habla del clima.

—Ya no hay nada por lo que puedan luchar —aseguró yendo hacia McGonagal para hincarse frente a ella y comenzar a desatar las cuerdas mágicas que la encerraban—. Ellos le son fieles al director del colegio y a los alumnos de éste, no hay que ser tan crueles con ellos.

—Potter —susurró la Subdirectora una vez que fue liberada. El nombrado le sonrió con calidez.

—Tranquila, maestra. —dijo— Nos encargamos de que ningún alumno fuera herido en todo el proceso, tampoco queremos que le pase algo al profesorado.

—¿Podría explicarme, por el amor a Merlín, qué está pasando?

Harry asintió y canturreó unos momentos mientras se dirigía a otro profesor, dejando en libertad uno por uno mientras hablaba.

—El colegio fue tomado —dijo con obviedad—. El ministerio ya estaba en nuestras manos, sólo faltaba deshacernos de lo único que nos impedía el control total.

—Hogwarts —completó Minerva, pero el ojiverde negó con la cabeza.

—El director Dumbledore —corrigió sonriendo—. Prometemos no levantar las varitas si ustedes no las levantan primero y, por favor, hacemos esto por el bien de todos.

—¡Te cambiaste de bando! —gritó indignada, pero aún así haciendo lo pedido. Para ese momento Tom ya se encontraba levantándose de su asiento para dirigirse a Severus— ¡Nos han traicionado tú y ese cobarde!

Ante eso, cada cuerda mágica se dividió en dos partes, éstas encargándose de apretar fuertemente en las muñecas de los profesores para, a parte de suprimir la magia, causar dolor. El ojiverde estuvo tentado de amarrar dichas partes en el cuello de la profesora.

—Por favor, no le vuelva a decir eso a Severus —siseó Harry alejándose unos pasos para mirar a todos los adultos—. Es el hombre más valiente que he conocido en mi vida para que usted, una ciega seguidora de lo desconocido, venga y le diga tan injustificadas palabras.

—¿Qué te ha pasado, Potter?

El menor se encogió de hombros y se dirigió hacia Lord Voldemort, quien lo recibió de brazos abiertos mientras le daba una mirada para corroborar que no estuviera atentada su salud.

Sueños profundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora