• Doce - Presente •

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Levantó su mirada del libro un poco desubicado. La información era clara y, aún tratando de negarla, no podía ocultar nada de lo que estaba escrito.

Los textos que había estado leyendo lo mandaban entre el renacimiento y la reencarnación, cosa que todavía no entendía bien, a lo que lograba entender, se supone que el renacimiento era un proceso mental mientras que la reencarnación uno espiritual... ¿Qué pasaba si una persona tenía estos dos? La respuesta no estaba en ninguno de los libros, pero Harry la sabía muy bien: Pasaba lo mismo que le está pasando él.

Su alma era la misma que la de Henry Sant-Sayre, sólo que había reencarnado en el cuerpo de Harry Potter, ahora, lo que hace que él tenga estos recuerdos de la vida pasada de su alma es tan sencillo como el renacimiento, y eso le causaba aún más conflicto. Su corazón estaba peleando con las dos mentalidades que tenía en juego, por un lado quería partirle el trasero a Lord Voldemort por haber matado a sus padres, por otro, quería encontrarlo para poder comérselo entero a besos, cosa asquerosa si nos ponemos a pensar en la cara que su, antiguamente guapo, Tom tenía.

Por lo visto, lo único que hay que hacer cuando un renacimiento se presenta es tener que juntar las dos mentalidades, ya que el individuo en cuestión no es ni igual ni diferente a lo que anteriormente era. Harry sentía que lo estaba logrando, ¿el problema? Es que él se sentía más como un "Henry" que como un "Harry" y todos en su alrededor se obligaban a llamarlo así.

Tampoco es como si pudiera decir: "Hey, no me digas así, el verdadero nombre de mi alma es Henry, así que, por mi bien, espero que me empieces a decir así."

¡Era una estupidez! Hasta el Tom de ese tiempo se reiría en su cara tras decir eso, aunque esperaba que no... ¿Qué pasaría si le dijera a Lord Voldemort que era Henry?

Negó con la cabeza, no debía imaginar todo eso, tenía cosas más importantes que hacer... por más que su lado arrogante dijera que ya tenía el conocimiento de un mago adulto gracias a su otra vida, no quería arruinar todo el torneo por cualquier error, mucho menos en la prueba final que, si su instinto no falla -y nunca lo hace-, algo asombroso predicaba pasar.

—¡Harry! —la voz de su mejor amiga le distrajo por unos momentos— ¿Has estado estudiando para la prueba final?

El nombrado ocultó todos los libros que había leído en su mochila, no podría explicar porqué se interesaba abruptamente por esos temas tan extraños. Hermione hasta podría quejarse de que estaba investigando magia oscura o, en todo caso, tratando de convertirse en necromante.

—Sí, Herms —contestó con algo de aburrimiento. Últimamente se ha estado alejando de sus amigos porque... bueno, sólo podía echarle la culpa a la mentalidad de Henry dentro de él.

A Henry no le agradaban sus amigos y, si a Henry no le agradan, debía de ser por algo. Su antiguo yo tenía un estupendo don al saber con quiénes juntarse.

—¿Y si te pregunto sabrías contestarme? —La misma pregunta que le hacía cada vez que iban a tener un examen.

—Sí, podría.

—Entonces, ¿cuál es el hechizo que...?

—Que pueda no implica que lo haga, Hermione —le interrumpió poniendo los ojos en blanco—. Tengo más que estudiar, así que apreciaría que me dejaras hacerlo.

—Oh, bueno. —La morena se abochornó ante lo dicho y se sentó a su lado, dispuesta a estudiar con él—. Te acompañaré.

Harry suspiró y asintió, no podía quejarse de eso y, aunque su mente esté dividida en dos, no podría negarle a su amiga un poco de estudio a su lado, solía hacerlo con Tom, ¿cuál es el problema con...?

Una punzada invadió su pecho al recordar sus horas de estudio con el ojiazul, ¿hacer eso con Hermione no implicaría, de alguna forma absurda y loca, engañar a Tom? A lo que él recordaba, Tom nunca había estudiado al lado de alguien más a no ser que Henry estuviera para tranquilizarlo un poco cuando Avery no entendía algo.

Negó con la cabeza soltando un suspiro e ignorando la sensación en su pecho. Tom no se debería enojar porque quisiera estudiar, ¿verdad? No tendría sentido.

—¿Harry? —El nombrado levantó su mirada, ya habían pasado unos minutos desde que su amiga había llegado— ¿Me prometes cuidarte en la prueba?

La sonrisa de Harry se expandió por su rostro, ésa era una de las razones por las que seguía con sus amigos, por más que una parte de él dijera que no le agradaba tal actitud de ellos, había otras que podría soportar o, se arriesgaría a decir, agradar.

—Nunca he estado tan preparado para algo, Herms —contestó encogiéndose de hombros—. Prometo cuidarme.

La castaña asintió y volvió con su lectura, logrando un aura tranquila a su alrededor. Lo positivo es que su pelirrojo amigo no se atrevería a entrar a la Biblioteca de no ser una situación extrema.

Miró a su alrededor, la Biblioteca era el lugar que menos había cambiado en todo Hogwarts, si bien la habían hecho un poco más grande para poder meter todos los libros que se iban consiguiendo al pasar los años, seguía teniendo el mismo estilo y hasta los mismos sillones. Tal vez se había conservado más por ser el lugar menos habitado del castillo.

Sonrió y, por primera vez, sintió lo mismo que Henry sentía. Se sentía solo, con la necesidad de contarle a Tom todo lo que había pasado, de oír los gruñidos molestos de él al ver que las cosas no salían como lo había planeado, de ver su ceño fruncido cada vez que alguien se acercaba a él más de la cuenta, de sus celos irracionales, de su forma tierna que sólo le mostraba a él... Extrañaba todo de ese joven.

Sueños profundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora