Prólogo

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Taehyung soltó otro suspiro.

—Tae, con ese van cinco en apenas veinte minutos. ¡Casi babeas! A este paso vas a hacer que Yoongi se resbale. —Jimin rodó los ojos con una sonrisa, apoyando la barbilla en una palma. Ya estaba acostumbrado al comportamiento de su amigo cada que en el instituto se desarrollaba un partido de básquet durante el almuerzo, lo cual pasaba bastante a menudo.

Y es que era imposible para Taehyung no sentirse deslumbrado ante la genialidad de aquel chico pálido, que lucía tan bien con el uniforme del equipo de basketball y ese sedoso cabello rubio cayendo sobre su frente húmeda por el sudor.

—¡L-lo siento! Es que no puedo evitarlo... —Taehyung se disculpó, juntando las puntas de sus índices repetidas veces al bajar la vista con un sonrojo en sus mejillas. Ni siquiera se había dado cuenta de la cara de idiota que había puesto mientras Yoongi hacía canastas, sumando cada vez más puntaje a su equipo y finalmente dándole la victoria.

—Oye, si tanto te gusta, ¿por qué no te acercas y lo saludas? Tal vez puedan ser amigos, y entonces-

—¡¿Hablar con él?! —el castañito lo miró, interrumpiéndole escandalosamente, como si hablarle al chico que te gusta fuera cosa de alienígenas.

—Sí, ¿por qué no? —sonrió su amigo encogiendo sus hombros, mientras ambos salían del gimnasio, una vez el partido acabó.

—Jiminnie, ya me conoces, sabes que soy tímido... —murmuró bajando la vista, y trayendo a su mente todas aquellas veces en las exposiciones en que se había puesto rojo por tener todos esos ojos mirándole mientras explicaba.

También estaban las veces en que tartamudeaba al hablar con chicas, simplemente porque ellas siempre parecían tener el triple de su personalidad y eso le hacía sentir pequeño.

Y el sinfín de veces en que iba a comprar dulces, y entregaba el dinero con manos temblorosas y sudadas.

Sí, definitivamente a Kim Taehyung no se le daba bien el relacionarse con personas.

Por suerte para él, Park Jimin era un chico realmente testarudo. No había dejado de intentar acercársele, con su brillante personalidad y sus infinitos temas de conversación, hasta que terminaron por hacerse amigos, sentándose juntos en el salón.

—Además, ¿por qué Yoongi querría ser siquiera mi amigo? Él no se junta con nadie, y hay chicos mucho más interesantes que yo que también quieren su atención —murmuró con desánimo. —Creo que no has notado nada de eso, Jiminnie. Yoongi hyung es tan genial y atractivo, y sabe hacer muchas cosas interesantes; toca piano, juega basketball, incluso rapea... Y yo... soy solo yo. —terminó con un pequeño puchero.

Jimin soltó una risita. Su mejor amigo era tan tierno incluso sin siquiera quererlo. ¿Por qué Yoongi no se fijaría en él?

—¿Solo tú, dices? Yo creo que eres muy genial también, TaeTae. —lo animó con una sonrisa amplia que hizo desaparecer sus ojos en finas líneas. —Tus notas son muy buenas, tienes una caligrafía preciosa, dibujas muy bonito, y eres súper adorable, solo por nombrar algunas cosas. Tenerte como novio sería como tener a un panda abrazable, inteligente y adicto a los dulces. —rió abrazándolo por los hombros y reconfortándolo de su repentino bajón de autoestima. —Hazme caso, estoy seguro de que le agradarías mucho a Yoongi si hablaras con él al menos una vez.

El castaño no pudo evitar sonreír un poco. Su amigo se esforzaba por animarlo y alentarlo cada que lo necesitaba y siempre funcionaba.

Aunque tal vez no como quisiera. A Taehyung nadie le quitaba su característica inseguridad, que lo hacía tan torpe y adorable.

—¿Y qué tal si no le agrado? —repuso. —¿Qué tal si me odia?

—¿Por qué te odiaría?

—¿Y si tartamudeo mucho y hago el ridículo? ¡Entonces se reirá de mí! —lo miró, alarmado de solo imaginarlo, y cubriendo su cara automáticamente ante la imagen mental de Yoongi carcajéandose frente a él.

Jimin pasó una mano por su cara. A veces era tan difícil sacar a Taehyung del pequeño vaso de agua en el que se ahogaba...

Y entonces, tuvo una idea.

—Hey, no tienes que hablarle si eso te incomoda. —lo miró de reojo, sonriendo un poco.

—¿Y qué pretendes que haga? ¿Pararme frente a él y que me observe como a un bicho raro? —frunció el ceño sin entender.

—Podrías escribirle. —Jimin encogió sus hombros, y casi al instante, sintió perder el equilibrio ante el fuerte abrazo que le daba el castaño, colgando de sus hombros por detrás.

—¡Jiminnie! ¡Es una idea fabulo-! —se detuvo y se separó de pronto, con expresión pensativa. —Pero no tengo su número...

El pelirrojo llevó una mano a su mentón. Conseguir el número de Yoongi no era una opción. Nadie lo tenía. No había manera, y tampoco es que se sintiera con ganas de pedirlo él mismo.

Sin embargo, las ideas aún no se le agotaban del todo.

—¡Lo tengo! —chasqueó sus dedos y se volvió hacia Taehyung. —Tienes linda letra. Escríbele una nota. —le sugirió con una sonrisa.

La mirada del menor se iluminó. Eso sí era algo que podía hacer, y ni siquiera era necesario que se las diera personalmente; podía dejarlas en su pupitre o en su casillero, durante los recreos o después de clases.

—¡Lo haré! —sonrió cuadrado, abrazando de nuevo a su amigo. —Gracias, ChimChim. Eres el mejor. 

—Lo sé. —se jactó el más bajo y ambos rieron.

Instantes después, el timbre tocó, y luego de separarse, retomaron el rumbo a su salón, mismo de Yoongi, quien había repetido uno o dos cursos.

Taehyung ya pensaba en todas las cosas lindas que podía escribirle.

Notitas para Yoongi hyung~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora