Las 10 citas de Anne. #1 La chica invisible/#2 La chica estrella ☆.

Capítulo 1.

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Capítulo 1

Nunca supe la suerte que tenía de ser invisible... hasta que dejé de serlo.
Permíteme que te explique todo desde el principio para que puedas entender a lo que me refiero:
Hollyrood High School era un lugar tranquilo, o al menos casi siempre. Vivíamos sin sobresaltos, sin noticias más escandalosas que los dos chicos que estuvieron a punto de quemar el gimnasio una vez, o la historia de la chica que apareció en clase borracha a las ocho de la mañana y vomitó en medio del pasillo. Ese tipo de cosas se recordaban en el instituto y de vez en cuando volvían a la luz de nuevo, llenas de nuevas versiones y verdades a medias, pero a la gente le encantaba tener algo de lo que hablar... y la mayoría de veces no lo conseguía.

A principios de septiembre, los alumnos habíamos regresado a las clases desde hacía un par de semanas y el cuchicheo del año no parecía estar cerca. Era mi último curso, solo me quedaban unos meses para marcharme a la universidad, y de nuevo pasaría el año más aburrido del mundo, lo tenía claro.

Nunca había destacado, ninguno de los cinco años anteriores había sido popular, o rara, o lista, o graciosa. Nada. Tampoco lo había intentado, si tenía que ser sincera, algunas personas pasábamos desapercibidas y sin pena ni gloria. Simplemente.
Hasta que eso cambió.

El primer día de curso me sentí perdida y sola. Era el mismo instituto de siempre, sí, pero con una diferencia: mi mejor amigo, Richard, se había mudado a Newcastle apenas un par de meses antes. Richard y yo habíamos sido amigos desde la guardería, jamás habíamos estado un año sin el otro en el instituto y la perspectiva de un año sin Richard me había parecido catastrófica al principio, aunque sabía que él debía ir a la universidad.
Por suerte, mi tranquilizador amigo, sabía cómo me sentía sin que yo tuviera que decírselo y por fin había pronunciado las palabras que yo tango necesitaba oír: «nos veremos muy pronto».

Y entonces ya estaba claro para mí: necesitaba que el año pasara rápido para volver a sentirme segura y, sobretodo, acompañada.
Sé que te estarás preguntando algo: ¿qué clase de persona asiste cinco años seguidos al mismo instituto y solo consigue un amigo? Tengo una respuesta: alguien invisible, como yo.

Un par de semanas después del comienzo del curso, por suerte, una de mis compañeras de la revista del instituto, Tatti, pasaba conmigo los recreos y ambas habíamos vuelto juntas a casa después de clase un par de veces. Me caía bien, era tranquila y soñadora, además: escribía muy bien y eso era algo que necesitábamos en la revista, pues apenas teníamos unas decenas de lectores... ¡cuando acudíamos casi dos mil personas al Holyrood High School! Ese año, como nueva redactora jefa de la revista, me había propuesto conseguir que al menos la mitad de los alumnos leyeran nuestras columnas y participaran mandando cartas, poemas o fotos divertidas.

Poco sabía en ese momento que iba a conseguir mi objetivo... y multiplicado por diez.

Salí de la clase de historia con un par de libros entre los brazos y con una idea interesantísima para mi columna en la revista: los mejores parques para visitar en otoño en Escocia. Ya podía imaginarme escribiéndolo, tecleando rápidamente y adjuntando fotografías que quedarían brillantes y hermosas entre las páginas de nuestra revista.

Sonreí, ensimismada, y acto seguido asentí con la cabeza cuando distinguí que una joven leía un ejemplar de la revista, totalmente absorta en el texto. Sonreí, pues la revista había sido publicada ese lunes, como siempre sucedía en el primer lunes de cada mes. Una imprenta traía los ejemplares al Holyrood High school y después se vendían por apenas una libra en la biblioteca.

Nosotros no ganábamos dinero, pero al fin y al cabo se trataba de una actividad extraescolar y las seis personas que conformábamos la revista lo hacíamos porque nos encantaba escribir.