Capítulo 41
¿Alguna vez habéis tenido una cita con un siervo del Señor? No me entendáis mal, dejadme explicarlo.
Mi cita número seis fue un auténtico desastre por muchas razones, pero la fundamental fue que mi pretendiente resultó ser Benjamin Adams, el predicador de último curso en mi instituto. ¿Cómo iba a salir bien una cita en la que él pasó cerca de una hora y media tratando de convencerme para que fuera a la Iglesia en la que su padre era el reverendo Adams?
—No sé si mis padres aprobarían que cambiara de iglesia... y de religión.
El rostro de Benjamin había cambiado al escuchar eso.
—¿Eres católica, Anne?
—¿Sí? —respondí, dubitativa. Hacía por lo menos dos años que no pisaba una iglesia, si debía ser sincera, desde la comunión de mi prima Stephanie. Aunque creía en Dios, me era muy complicado identificarme con una religión en ese momento. Y tampoco era algo en lo que pensara mucho.
¿Recordáis a los Hibs y a los Hearts, los dos equipos de fútbol de Edimburgo? Pues decirle a Benjamin que yo era católica fue como ir al estadio de los Hearts con una bandera de los Hibs anudada a la cabeza y tocando con un trombón su himno deportivo. Como decirle a Jessica en la cara que Ariana Grande no era la mejor cantante sobre la tierra.
El muchacho de cabello rubio y mejillas sonrosadas comenzó una larga disertación explicándome por qué el protestantismo se había hecho con la religión en Escocia, frente al catolicismo tradicional y qué hacía que los reyes británicos hubieran decidido denominarse anglicanos.
—A excepción de los Estuardo, que siempre se inclinaron por el catolicismo, por supuesto.
—Por supuesto, por supuesto —asentí con la cabeza, frunciendo los labios y dándole la razón.
Yo, en esa cafetería de la estación de tren de Waverley, tuve que beber un enorme trago de mi chocolate caliente para evitar poner los ojos en blanco por enésima vez en lo que llevaba de cita. Lo peor de todo era saber que Benjamin no tenía la culpa de nada y se estaba portando muy amablemente conmigo, pero aun así esa era la peor de todas las citas que había tenido hasta ese momento. Incluso peor que la del italiano con el que no había podido intercambiar ni una palabra.
—«No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo», ¿comprendes el concepto, Anne? Eso es Éxodo, 20. No, 23... ay, tendría que consultarlo para asegurarme.
Benjamin introdujo una de sus enormes manos en su mochila y tomó de ella una Biblia azul. ¡Ese muchacho se llevaba su Biblia hasta a las citas!
—No te preocupes. —Sonreí—, No hace falta que lo busques, entiendo lo que quieres decir. Y dime, Benjamin, ¿qué hobbies tienes? ¿practicas algún deporte?
—Baloncesto —dijo, emocionado, cerrando la Biblia y guardándola dentro de su mochila de nuevo.
—Tiene sentido, eres muy alto —comenté, agradecida por haber salido un momento de la anterior conversación.
—Mi padre también jugaba al baloncesto a mi edad, incluso entró en un equipo profesional. —Todo iba bien, todo iba bien—. Pero luego sintió la llamada y supo que sus esfuerzos debían dirigirse a cumplir la palabra del Señor. Comenzó a ser parte de la iglesia anglicana y poco a poco se inclinó por la palabra hasta ser nombrado reverendo.
—Oh, qué inesperado.
Bebí otro trago de chocolate caliente y me recosté en mi silla mientras Benjamin comenzaba a contarme su bautizo hacía un par de años con pelos, señales y fotografías HD.
Yo solo esperaba que esa cita tan extraña quizás me ayudara a solucionar alguno de mis asuntos internos porque, si algo demostraba predominar en Benjamin, era una inmensa paz y armonía consigo mismo. Y, después de cómo iba para mí ese curso en el Hollyrood High School y lo ansiosa que estaba yo cada día; la paz y la armonía eran precisamente lo que a mí más me faltaba.
Cuando salí de la cita con Benjamin, despidiéndome de él con un cordial abrazo y prometiéndole que leería algunos versículos de la Biblia que él me iba a mandar por WhatsApp, tardé apenas unos segundos en mandarle un mensaje a Charles.
«Estoy en el centro, ¿quedamos?».
Y él solo tardó un momento en contestarme.
«Salgo de casa en dos minutos. Tienes que contármelo TODO».
Gracias por leerme, ¡¡amores!! Espero que os haya gustado, me parece un capítulo muy divertido. Actualizaré dentro de un par de días, <3 ¡sois las mejores!
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Las 10 citas de Anne. #1 La chica invisible/#2 La chica estrella ☆.
Tienerfictie♡~Nunca supe la suerte que tenía de ser invisible... hasta que dejé de serlo. El instituto no estaba resultando fácil, pero créeme, todo se puso mucho peor cuando todo, repito, TODO el mundo descubrió mis sentimientos por Ryan Fiennes. A partir de e...