Capítulo 28
La noticia de que pronto tendría una cuarta cita me pilló desprevenida. Habían pasado varios días desde que esa maldita cadena de mensajes había comenzado a rodar por los teléfonos móviles de todos los estudiantes del Hollyrood High School, pero aún me encontraba con grupitos de personas que se reían de mí al salir de clase, que me intentaban poner la zancadilla e incluso había encontrado la inscripción: «Anne es una zorra» en el baño de chicas de la segunda planta.
Oficialmente me estaban haciendo bullying, aunque lo sobrellevaba bien. Tenía que reconocer que todo eso me dolía, sí, pero el apoyo que estaba recibiendo por parte de mi amigo Richard en la distancia, de Tatti, Jessica, Ryan e incluso de Malcolm compensaba con creces todo lo que me estaba sucediendo. Porque sí, al día siguiente de que la noticia corriera por el instituto, Malcolm me paró en mitad del pasillo e, ignorando mi rostro sonrojado y mi actitud incómoda, me abrazó con fuerza al tiempo que me decía en voz muuuuy alta: «Tú y yo no nos hemos acostado porque somos demasiado colegas, Luntz. Y cualquiera que quiera seguir mandando esos estúpidos mensajes, debería meterse en sus putos asuntos». Desde luego, me había avergonzado... pero por otra parte, tenía que reconocer que agradecía su ayuda y el hecho de que diera la cara por mí cuando no tenía por qué hacerlo.
Como ya sabéis, yo era más la clase de persona que evitaba el conflicto y tragaba con todo. Aunque cada vez me estaba cansando más de poner la otra mejilla ante todas las adversidades.
Si al menos hubiera sabido que la persona que estaba provocando todo eso ardía de rabia cada vez que me veía cada vez más arropada por mis amigos...
Me senté en la última fila en la clase de química, mientras el resto de alumnos entraba al aula seguidos de la profesora Williams. Ryan entró el último en la espaciosa clase y se dirigió directamente hacia mí, sentándose en el pupitre verde contiguo al mío. Suaves rayos de sol blancos entraban por las enormes ventanas.
—Buenos días —me dijo y compuso una sonrisa torcida que me robó el aliento.
—Buenos días, Fiennes —susurré, apretando el boli entre mis dedos.
—¿Haces algo esta tarde?
Carraspeé, a punto de subirme sobre la silla y comenzar a bailar como si fuera una animadora. En su lugar, permanecí en calma.
—¿Por qué lo preguntas?
A lo mejor solamente lo hacía por curiosidad, o quizás quería recomendarme un documental del mundo salvaje que emitían esa tarde en National Geographic y que no quería que me perdiera.
—Tengo novedades —dijo en voz baja—, ya sabes sobre qué.
Tragué saliva, esta vez dubitativa.
—Esta tarde tengo una cita.
Mario Messina se me había acercado esa misma mañana a primera hora y, con un inglés bastante limitado, me había invitado al cine por la tarde. En ese mismo momento me había dado cuenta de que Mario Messina era un estudiante de intercambio italiano de cuarto año. Yo le había dicho que sí porque, sinceramente, cuanto antes pasara la cita, más cerca estaría de terminar con las diez.
Ryan miró hacia la pizarra y apuntó un par de datos, manteniéndose en silencio unos segundos.
—Oh, vaya —comentó casualmente—, ¿y estás nerviosa?
Me encogí de hombros.
—No mucho. No le había visto nunca, es un estudiante de intercambio.
—Italiano, ¿no? —preguntó rápidamente y después apartó sus ojos verdes de mí—, o eso creo. No me he fijado mucho en la publicación de Instagram, la he visto por casualidad. Es un poco raro eso de que todo sea público.
Enarqué una ceja, algo confusa. Ryan estaba raro.
—Sí, italiano. Parece... simpático.
—Vaya, me alegro. Espero que... ya sabes, que vaya bien. ¿Qué vais a hacer? Por curiosidad.
—Cine. Y quizás un batido después, no lo sé. Iremos al Omni Centre.
Ryan asintió con la cabeza y siguió transcribiendo en su cuaderno lo que decía el profesor. Yo, la verdad, no estaba poniendo mucha atención. Hablé de nuevo al cabo de unos minutos.
—¿Es urgente lo que has descubierto? Podríamos saltarnos una clase e ir al aula de la revista, si quieres.
—No, no hace falta —negó con la cabeza—, no hay prisa y todavía estoy tratando de investigar. Podemos quedar mañana.
Tomé aire.
—¿En mi casa a las seis?
Ryan ni siquiera dejó de mirar hacia la pizarra para responderme.
—Vale, guay.
Y después, silencio. Me pregunté qué sería eso que había averiguado, pero sabía que de nada serviría intentar elucubrar sin tener ninguna pista. Hablaría con él al día siguiente y así sabría qué estaba sucediendo. Porque, aún no sabía si me lo creía del todo pero... ¡había quedado con Ryan en mi casa al día siguiente!
Lo miré con disimulo, quedándome con el detalle de sus ojos verdes concentrados en la clase y las largas pestañas oscuras creando un halo hermoso a su alrededor. Casi parecía que evitara mirarme a propósito, porque Ryan sabía que sus ojos eran muy expresivos y transmitían demasiadas cosas.
Quizás yo era una tonta enamorada sin remedio, pero si tenía que ser sincera... algo me decía que a Ryan Fiennes le molestaba que yo fuera a tener una cita con otro chico.
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Las 10 citas de Anne. #1 La chica invisible/#2 La chica estrella ☆.
Teen Fiction♡~Nunca supe la suerte que tenía de ser invisible... hasta que dejé de serlo. El instituto no estaba resultando fácil, pero créeme, todo se puso mucho peor cuando todo, repito, TODO el mundo descubrió mis sentimientos por Ryan Fiennes. A partir de e...