Capítulo 9

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Capítulo 9

Me imaginé llevando los pantalones de deporte rosas de Jessica. Seguramente tendría que arrastrarlos por todo el suelo del instituto como si fuera barrendera, porque yo apenas sobrepasaba 1.60m de altura y ella rondaba el 1.78m, además de ser muy delgada. Me dejé llevar; total, no me quedaba otra salida.

Una vez en el servicio, ambas nos lavamos las manos con jabón para eliminar esa sustancia pegajosa y Jessica se fue un momento a su taquilla para buscar ropa limpia. Me sentí avergonzada, porque sabía que iba a perderme la última clase del día y que haría que también Jessica lo hiciera. Más aun sabiendo que era química, y que esa era una de las pocas horas que compartía con Ryan. De todas formas, me daba vergüenza verle después de lo que acababa de suceder en el pasillo. Todo el mundo se había reído de mí y probablemente la noticia ya le había llegado a él.

La puerta del servicio se abrió y Jessica entró con su pequeña mochila de la clase de educación física.

—Me temo que solo tengo ropa de deporte —se disculpó.

Maldición. Pero bueno, menos era nada.

—Gracias —susurré, avergonzada.

—No te preocupes.

Me dedicó una sonrisa cálida y perfecta. Tenía los dientes blancos y muy bien colocados. De pronto me dio miedo devolverle la sonrisa por si yo tenía colgando un trozo de lechuga del almuerzo.

Yo entré en uno de los cubículos cerrados de los servicios para cambiarme de ropa.

—Gracias por ayudarme —dije, sabiendo que Jessica estaría escuchándome al otro lado del baño—. Me siento... muy avergonzada.

—No seas tonta, no es tu culpa. En cuanto sepamos quién ha sido, le pondremos pegamento dentro de las zapatillas de deporte. A ver si le parece tan divertido tocar las cosas de los demás entonces.

No pude evitar reírme de su ocurrencia. Su voz era dulce y musical.

—No tenías por qué hacerlo —dije mientras me quitaba mi camiseta manchada y me ponía su top de deporte ajustado que dejaba el vientre al descubierto. No era mi estilo, no lo era para nada—. No nos conocemos.

—¿Cómo que no? —preguntó— vamos juntas a historia, a química, a educación física...

Yo lo sabía, pero no esperaba que ella lo hiciera.

—Me refiero a que nunca... hemos hablado antes.

La oí suspirar y sus siguientes palabras me sorprendieron.

—Lo sé. Y la verdad es que llevo días queriendo hacerlo. Desde que... ya sabes, la revista del instituto.

Enrojecí de forma muy violenta en ese momento. No lo había pensado hasta ese momento, pero Jessica Larson había estado saliendo con Ryan y de pronto yo había escrito un texto en el que contaba que estaba enamorada de él... y lo había publicado ante los ojos de todos. Probablemente no le había sentado muy bien que yo hiciera eso. Durante un instante el miedo me atenazó: ¿y si había sido ella la que había puesto refresco en mi taquilla? Tragué saliva lentamente.

—Yo... siento si... —no sabía cómo decirlo—, te molesté. Sé que Ryan y tú...

—¿Qué? O no. ¡No! Claro que no. Ya no. —Su voz era relajada, pero se notaba en ella un deje de incomodidad—. No me creo que estemos teniendo esta conversación a través de la pared de un baño público.

Yo me reí, terminando de ponerme el pantalón, y abrí la puerta del cubículo. Jessica, que hasta entonces había estado mirando hacia el espejo, se giró para observarme. Enarcó una ceja.

Las 10 citas de Anne. #1 La chica invisible/#2 La chica estrella ☆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora