♡~Nunca supe la suerte que tenía de ser invisible... hasta que dejé de serlo. El instituto no estaba resultando fácil, pero créeme, todo se puso mucho peor cuando todo, repito, TODO el mundo descubrió mis sentimientos por Ryan Fiennes. A partir de e...
Damien abrió la puerta del aula de la revista y enarcó una ceja, confuso, cuando vio a Andrew y a Berta utilizando SU ordenador.
—¿Qué hacéis? —preguntó sin siquiera saludar.
Los dos parecieron muy sorprendidos al verlo y se apresuraron a minimizar la pantalla que estaban utilizando.
—Hola, Damien —susurró Berta.
Antes de que terminara de hablar, él ya había llegado hasta ellos.
—¿Se puede saber por qué estáis utilizando mi ordenador?
—El mío no funciona —dijo Andrew, excusándose.
—El mío está actualizando un programa... perdona, Damien. Solo estábamos haciendo una pequeña búsqueda en internet.
Normalmente no le habría molestado pero... debía reconocer que le extrañaba el hecho de que ninguno de los dos estuviera utilizando su propio PC de sobremesa. Además, el aula de la revista solía estar vacía. Era una gran casualidad que de pronto fueran tres reporteros allí en horario de clases.
—¿Qué búsqueda?
—Nada importante, ya habíamos acabado.
Berta hizo ademán de apagar el ordenador, pero Damien se adelantó e interceptó el papel que Andrew sujetaba entre sus dedos.
—¿Qué es esto? —preguntó al tiempo que comenzaba a leer el texto
Pasaron casi sesenta segundos antes de que Damien alzara la vista.
—¿Cómo ha llegado esto a vosotros?
—No lo sé, estaba entre mis cosas. Alguien quiere que lo publique.
—¿Y pensabais hacerlo? —preguntó Damien, abriendo los ojos como platos—. Y por eso estabais utilizando mi ordenador, para echarme a mí la culpa. ¡No me jodas!
Los dos chicos lo miraron, como excusándose. Damien no se lo podía creer. Ellos no eran precisamente los mejores amigos del mundo... pero la revista era como una pequeña familia, ¿cómo iban a hacerse eso entre ellos? ¿Cómo iban a hacerle eso a Anne?
—Damien, las ventas de la revista... sería la bomba.
—¡Andrew! —le recriminó él—, no todo vale. ¿Cómo vais a hacerle eso a Anne? Le vais a joder la vida.
Esta vez fue Berta quien intervino.
—¿Jodérsela? ¿Y si se la arreglamos? —preguntó—, Anne lleva enamorada de Fiennes, ¿cuánto? Ocho o nueve años. Y nunca le ha dicho ni una palabra... a este paso no lo va a hacer, créeme. Esto le puede echar una mano.
Damien negó con la cabeza.
—No, no, no. Esa decisión debería tomarla ella. Podríamos empeorar la situación...
—¿Empeorarla? —preguntó Andrew—, pero si llevan en la misma clase toda la vida y seguro que Ryan Fiennes no sabe ni por qué letra empieza el nombre de Anne.
Eso era un poco duro... pero probablemente era cierto. Anne no destacaba entre la multitud, precisamente. Damien negó una última vez y sus ojos oscuros fueron tan severos que sus compañeros tuvieron que cerrar la boca definitivamente.
—No, chicos. No. Anne es nuestra amiga y la jefa de la revista. No podemos fallarle así... hay que hacer algo con la carta. Romperla o devolvérsela, pero esto no puede salir a la luz.
—Está bien —cedió Berta al cabo de un momento—, solo esperemos que no se entere @HHSsays, porque nos van a robar la exclusiva y terminarán publicándolo de todas formas.
—No lo harán —opinó Andrew—, así que si vamos a destruir el artículo de Anne... hagámoslo bien. Nadie puede enterarse de que lo sabemos. Sobre todo Tatti, se está haciendo muy amiga de Anne últimamente, podría decírselo.
—Bien.
Berta suspiró.
—Está bien. No lo vamos a publicar y esta información no saldrá de aquí.
—Tenemos un trato, chicos.
Y como gesto simbólico, Andrew tomó el texto escrito por Anne entre sus dedos y lo rompió en pedacitos.
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