Capítulo 35

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Capítulo 35

Ryan

Hacía frío, pero yo no lo sentía. Mi cuerpo estaba completamente cubierto por sudor y apenas vestía unos pantalones cortos y una camiseta ligera que se pegaba a mi pecho cada pocos segundos, con todos mis movimientos.

Le pegué una patada al balón y escuché un grito a mi espalda.

—Ryan, ¡apunta a la portería! —gritó mi entrenador.

El balón golpeó la valla tras la portería y el portero de mi equipo soltó una carcajada. Estábamos practicando puntería, que normalmente era uno de mis puntos fuertes... pero últimamente me encontraba algo perdido y no ponía toda mi concentración, para ser sincero.

Detrás de mí, Malcolm tomó otra pelota y la golpeó con fuerza, acertando de lleno y marcando un gol. Yo sonreí y él me palmeó la espalda.

—Tío, relájate —me dijo—, estás muy tenso.

Mi entrenador gritó, a mi espalda.

—Fiennes, a la siguiente te saco del campo.

Gruñí.

—Cero presión, ¿no? —susurré.

Corrí, poniéndome de nuevo el último en esa fila de muchachos de mi equipo en la que todos participábamos, lanzando el balón a la portería.

A nuestro alrededor había unas diez personas, la mayoría familiares de mis compañeros que habían venido a vernos entrenar. Todos llevaban gorros y chaquetas de abrigo, la única forma que yo tenía de saber que en realidad hacía un frío de mil demonios, pues yo me moría de calor con todo ese ejercicio físico. Me vino a la mente que hacía años desde la última vez que mis padres habían venido a verme jugar al fútbol. Años desde los momentos en los que incluso jugaba en los partidos organizados por la comunidad canadiense y aprovechábamos los fines de semana para jugar al fútbol y realizar barbacoas al aire libre.

Me retiré el exceso de sudor de la frente y cientos de gotitas de agua cayeron al suelo, despedidas desde mi cabello castaño.

Y entonces la vi. Estaba allí, a unos quince metros de mí y me observaba con una sonrisa avergonzada dibujada en sus labios, con esos ojazos enormes y oscuros que tan fáciles me resultaban de leer. No hizo falta que dijera nada, al instante supe que ella no estaba allí por voluntad propia y... sí, la razón por la que Anne había llegado a ese campo de fútbol se encontraba a su lado, rubia, alta y deshaciéndose en ánimos para el equipo.

—¡Ryan, Malcolm! ¡Vamos, machacadlos!

No pude evitar reírme al escuchar a Jessica, que saltaba y agitaba los brazos como una animadora.

—¡Sólo estamos entrenando, Jess! —le gritó Malcolm, justo detrás de mí—. Todos jugamos en el mismo equipo.

—Los animadores para los partidos, jovencita —recriminó el entrenador—, no desconcentres a los chicos.

Jessica se disculpó con una carcajada, a pesar de que el tono de voz molesto de mi entrenador distaba bastante de poder ser una broma, era un tipo extremadamente estricto.

Mi turno de lanzar el balón llegó de nuevo. Traté de concentrarme antes de golpearlo con mi pierna derecha una vez más, utilizando toda la fuerza de la que fui capaz. Mi entrenador me dirigió una mirada de aprobación esta vez cuando marqué un gol impecable.

—No vuelvas a distraerte, Fiennes —me ordenó, pero parecía mucho más conciliador en ese momento.

Me pareció un tanto irónico. ¿Cómo no iba a distraerme si tenía a Anne Luntz ahí, mirándome? El sudor de mi espalda comenzó a molestarme aún más, pero traté de tomar aire y relajarme. No podía dejar que todo me siguiera afectando tanto a esas alturas.

Los minutos pasaron y mi cabeza no paraba, parecía funcionar a mil por hora mientras pensaba en qué le diría a Anne cuando acabara el entrenamiento. Al fin y al cabo, tanto ella como Jessica habían hecho el camino hasta allí para vernos entrenar... no podía seguir ignorándola más tiempo.

Pero, para mi sorpresa, no fui yo quien la ignoró esa vez. Sino que, apenas cinco minutos antes de finalizar el entrenamiento en el campo de fútbol, Jessica y Anne desaparecieron de repente. Un instante pasó y ya no estaban allí.

Y por una parte lo agradecí, porque no sabía qué decirle a Anne y tenía miedo de cagarla. Pero por otra... no pude sacarme de la cabeza de ningún modo que, un día más, no había podido hablar con ella.


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¡Mil besos!

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Las 10 citas de Anne. #1 La chica invisible/#2 La chica estrella ☆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora