Seis

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Mi primer pensamiento fue: "tengo que escapar de aquí"

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Mi primer pensamiento fue: "tengo que escapar de aquí".

Pero, ¡Dios! Ese bastardo le ha puesto seguro a las puertas y creo recordar que para quitarlo se necesita el interruptor que se encuentra del lado de Conrad.

Drogas. Drogas. No, claro que no. ¡Me abstengo al hecho de convertirme en un Chapo blanquito!

—No venderé drogas —digo con firmeza, anhelando que mi cara no refleje el terror que me llena por dentro.

¿Estaré ante un verdadero narcotraficante? ¡Pues obvio! Tiene un auto último modelo y además la primera vez que lo vi fue dentro de un edificio abandonado mientras peleaba con alguien por el celular.

Cielos, Harry, eres un maldito estúpido. Me he metido en la boca del lobo.

Un lobo muy sexy. Sí. Y guapo.

—Es gracioso que suenes seguro de ti mismo cuando tu cara está más pálida que el culo de un vampiro —dice entrecerrando los ojos.

Mierda. me ha atrapado.

Mierda más mierda. No suelo insultar, pero ¿por qué me he metido en una mierda como éste? Y lo que es peor, ¿por qué me parece tan guapo con esa mirada escrutadora?

¡Kilos de mierda! ¿Por qué me dan ganas de besarlo?

Un shot de jugo de uva por cada mierda pronunciada por mi maldita cabeza de mierda.

—No voy a vender drogas —repito con cautela. Sé que, si entro en este mundo, no me dejaran salir más que con un maldito plomazo en la cabeza. He visto algunos capítulos de la serie de narcos que ve mi padre. Y es muy feo.

Además, no quiero morir joven, no antes de haber dado mi primer beso.

—No lo harás, tarado —Conrad hace un gesto extraño con su rostro, se arrugó un poquito y suelta una tremenda carcajada—. Eres tan inocente que te comería a besos en este momento.

Siento un estremecimiento por todo mi cuerpo. ¿Dijo comerme a besos? ¿Acaso es gay?

¿Tengo oportunidad?

¡Ay, no! ¡No, Harry, no!

Hay mil y un razones como para saber que no puedo salir con alguien como él. Por alguna razón, un extraño sentido de alerta se activa en mí cuando estoy cerca de él. Lo sentí ayer y lo estoy sintiendo ahora mismo.

—¿En serio? —pregunto algo atónito.

—No, primero te aceptaré una cita antes de besarte.

Otro estremecimiento. Siento que poco a poco mis mejillas están quedando rojas. Debo darle la vuelta al tema, ahora, ahora ¡ahora! ¡AHORA!

—¿Me refiero a que si voy a vender drogas o no?

—No venderás drogas, solo fue una jodida broma —encendió el aire acondicionado y la brisa estalló en mi cara con deleite y me llenó del perfume varonil de Conrad que inundaba todo el carro.

Besos Color Púrpura (En proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora