Cuarenta y uno

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Cuando paso por las puertas del colegio, es cuando me doy cuenta que no estaba preparado mentalmente para toda la atención que yo iba a atraer

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Cuando paso por las puertas del colegio, es cuando me doy cuenta que no estaba preparado mentalmente para toda la atención que yo iba a atraer. Muchos ojos se viraron hacia mí mientras yo caminaba por los pasillos. Me siento como un fenómeno. Oh, vamos. Son solo un par de muletas. ¿Por qué tienen que mirarme como si yo fuera un perrito atropellado?

Adam está a mi lado, como mi fuel y muy adorado amigo, ayudándome a cargar con mi mochila. Fue bastante difícil andar con muletas, es cansado, mis brazos duelen y temo que nunca llegue a acostumbrarme a usarlas.

Es temporal, había dicho Alex. Además, las palabras de aliento que Adam me lanzaba de vez en cuando me ha levantado mucho el ánimo.

Mai se acercó a mí durante la hora del descanso y pude notar el estrés en su rostro. Me imagino que la carga es pesada cuando debes mantener un promedio excelente, asistir a un grupo de baile y dirigir una obra de teatro. Pese a todo, estaba radiante. Me dijo que podía asistir al ensayo de esa tarde, pero que debía permanecer sentado la mayor parte del tiempo cuando hagan ejercicios físicos y solo podía participar cuando vocalicemos, cantemos o ensayemos el libreto.

Sé que si quiero seguir siendo el protagonista de la obra no debo forzar mi pierna más de lo necesario. Así que me resigno.

Cuando llegamos al teatro escolar, Adam me ayuda a sentarme en la primera fila de las butacas dado que no creía necesario que yo subiera al escenario con el resto de mis compañeros. Esas pequeñas escaleritas para llegar a la cima podrían ser mortales para mí. Así que, por segunda ocasión, me vuelvo a resignar.

Encima del escenario ya están todos mis compañeros. Mai me dirige una pequeña y cansada sonrisa. Yamir está escribiendo rápidamente sobre unas hojas sujetas a una tabla. Alzó la mirada de pronto y me vio sentado entre las butacas.

—Me alegra verte bien, Harry —exclamó con una radiante sonrisa. Nadie había reparado en mí hasta que Yamir me habló. Todos comenzaron a saludarme con la mano, a dirigirme sonrisas hermosas y palabras llenas de aliento. Se sintió lindo que personas ajenas a las amistades habituales te llenaran de calidez y amabilidad.

De pronto, una mujer mayor entró al escenario desde bambalinas. Estaba vestida como una ejecutiva, un traje color gris y un moño morado sujeto al pecho. Su cabello era rubio, cuidadosamente peinado con un alto fleco sobre la frente, como de esos que se usaban en los ochentas. Llevaba un micrófono en sus manos y me dio la impresión de que era como una reportera de algún noticiero. Esa sospecha me lo confirmó un hombre que llegó detrás de ella con una enorme cámara cargada sobre los hombros.

Entonces, es cuando recuerdo que Mai nos había hablado sobre cierta mujer activista que vendría a grabar los ensayos de nuestra obra de teatro y a hacernos entrevistas. Siento un pequeño escalofrío. No soy bueno con las entrevistas. Siento los nervios agolpándose en mis manos.

Harry el ansietas ha vuelto, damas y caballeros.

—Listo, todo está listo —dijo la mujer reportera a Mai. El hombre comenzó a contar con los dedos y luego alzó el pulgar.

Besos Color Púrpura (En proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora