Veintiséis

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Se armó un zafarrancho una vez que el chico avisó la llegada de la policía. Todas las personas que estaban en el patio y los pocos que quedaban dentro de la casa corrieron al fondo del patio. No entendía por qué, hasta que vi que algunos desaparecían por una puerta de madera en el muro del fondo del amplio terreno.

Estaban escapando.

—Cobardes —susurró Cindy y se dio media vuelta para regresar al interior de la casa. Jake bajó de un salto de la silla y se tambaleó un poco. Entró detrás de Cindy.

—Tenemos que esperar a Conrad —dije de pronto a Mai.

—Lo sé —respondió Mai—. Y también a Adam. Desde hace rato que no lo veo y no contesta su celular.

Entramos a la casa. Había un desastre marca diablo en el interior. La sala estaba llena de basura; vasos rojos de plástico regados por el suelo, envolturas de papas fritas y el inconfundible hedor de la marihuana en la cocina. Benjamin había entrado a la cocina con un tipo de aerosol en las manos, mismo que empezó a vaciar por todos lados.

El timbre comenzó a sonar; de la cocina salió Bolton, el chico que nos armó un relajo en la escuela echándonos de cabeza con el director por nuestra protesta. Nos guiñó un ojo.

—Buenas noches, chicos.

Mai hizo ademán de acercarse a él con actitud iracunda, yo le tomé el brazo con suavidad y negué con la cabeza.

—No —le susurré—. Te está provocando.

—Me vengaré, juro que me vengaré.

Justo en ese momento, una chica bajó corriendo las escaleras. Era pelirroja, nunca antes la había visto en el colegio. Tenía el cabello revuelto y su lápiz labial un tanto regado por la cara.

—¿Quién llegó? —preguntó y por el tono de su voz nos dimos cuenta del estado de ebriedad en el que se encontraba.

—¿Maggie? —la que había hablado fue Cindy, la estaba mirando con los ojos muy abiertos—. ¡Con una fregada! ¿dónde estabas metida?

La rubia subió las escaleras, la tomó del brazo y la llevó nuevamente al segundo piso. Jake, junto con Bolton y Benjamin, se acercaron a abrir las puertas. Un par de policías estaban de pie en el umbral. Un hombre gordo de unos cuarenta años y un muchacho joven.

—¿Sí, oficial? —preguntó Jake y me sorprendió ver que éste sonaba de lo más normal, como si no tuviera encima los efectos del alcohol y las drogas.

—Nos avisaron los vecinos que ha habido mucho ruido aquí —respondió el oficial mayor—. Música muy fuerte y unos gritos espantosos. Además del sonido del vidrio al romperse. ¿Otra vez has hecho una fiesta muy intensa, señor Millar?

—Oficial, esta es solo una reunión de estudiantes festejando un cumpleaños, eso es todo —Bolton sonaba de lo más elocuente y firme posible.

Besos Color Púrpura (En proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora