Cuarenta y dos

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LA HISTORIA DE LA CAMPESINA Y EL BANQUERO

La tensión por la acalorada discusión social de hace unos momentos me dejó bastante incómodo, cosa que parecía ser el mismo sentimiento que compartieron todos mientras hacían unos ejercicios en donde jugamos un poco con nuestros sentimientos.

Yamir era quien llevaba el control de todo.

—¡Todos, al aplauso, comiencen a llorar descaradamente! ¡Sentimientos extra-cotidianos! ¡Háganlo lo más irreal posible! ¡Una, dos...! —aplaudió—: ¡Ya!

Adam se había tirado al suelo y berreado, con patadas y manotazos, como si fuera un niño de dos años. Cindy se sujetaba con fuerza el cabello y gritaba con todas sus fuerzas, fingiendo que lloraba desquiciadamente.

Yo no pude hacer mucho estando sentado en la maldita butaca de la primera fila. Finjo que lloro mientras me invade un horrible sentimiento de vergüenza. Me siento estúpido dado a que no puedo hacer mucho estando sentado abajo del escenario.

Fue una clase muy divertida, aunque debo admitir que, cuando dio la hora de salida, mi garganta me dolía por tanto berrear y gritar.

—¿Qué harás esta noche? —preguntó Adam mientras caminábamos por el estacionamiento del colegio. No había tanto calor como otras tardes. El sol ya se estaba escondiendo y el aire estaba realmente fresco, lo cual agradezco.

—Hacer tarea, estudiar el libreto, practicar frente al espejo —espeto con un triste suspiro.

—Entiendo, igual tengo mucho por hacer —Adam se encogió de hombros—. Aunque lo único que me obliga a no rendirme son los puntos extras que nos darán en todas las materias por participar en la obra. No es que no le tenga amor al arte, me gusta, pero admito que no es mi fuerte.

—Adam Weiner, en primera, eres un cantante excelente, en segunda, eres de los que mejor promedio tienen en el salón—le grito, quise darle una palmada en el hombro, pero casi olvido que estoy caminando con muletas. Había muchas cosas que ya no podía hacer.

—Soy un alumno regular, Harry —dijo con una voz suave.

—Aun así, estás por encima de mí. Eres el estudiante regular con el promedio más alto.

—Me gusta cómo suena eso —espetó él con una amplia sonrisa, pero entonces, él detuvo su andar. Sus ojos miraban a un muchacho que se encontraba caminando hacia nosotros—. Conrad.

—¡Harry! —gritó mi novio con una amplia sonrisa.

Verlo llegar, con ese porte varonil característico suyo, hizo que un dulce pinchazo se apersonara en mi corazón. No pude avanzar más rápido por obvias razones. El rostro de Conrad estaba iluminado con su sonrisa que le remarcaba los hoyuelos. Chaqueta oscura, playera lisa clara por debajo, pantalones de mezclilla y unos tenis. Algo tan simple convertido en algo magistral para mis ojos.

Él me rodeó con los brazos y me plantó un beso rápido en los labios. Siento decepción por eso, así que atrapo el labio inferior de mi novio antes de que se apartara de mí. Eso lo incentivó a profundizar el beso. Lo he extrañado tanto, el sabor de sus besos, el olor de su cuerpo, su cercanía y su calor.

—Ugh —se quejó Adam, apartando la vista—. Vamos, amigo, no coman delante de los pobres, ¿sí?

Al oírlo, suelto una enorme carcajada en medio del beso provocando que Conrad se sobresaltara y alejara un poco su rostro de mí. Tardo un poco en recobrar el aliento, el tono de voz que Adam había usado me pareció de lo más gracioso.

Besos Color Púrpura (En proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora