-¿Estás dormido? –murmuraste por puro protocolo: vos sabías que él se había percatado de tu presencia. Llevaba el torso desnudo y un cigarrillo se consumía sobre un cenicero de la mesita de luz, el que apagó al notar la presencia del nene.
-¿Pasó algo? –y se incorporó de la cama. Fijó sus ojos en Santi creyendo que había algo malo en él.
-No. No pasó nada –entonces le pediste permiso para sentarte sobre el borde de la cama. El nene seguía durmiendo y respiraba con tranquilidad– vine porque… –y bajaste tu vista a Santino– vinimos porque… porque te extrañamos –y rápidamente tus ojos miraron su cara. Creíste sonrojarte y él mantenía su gesto inescrutable. Se acercó apenas y el lechón dejó de estar en tus brazos, para pasar a los suyos. Se acomodó con las piernas cruzadas y besó despacito su frente.
-¿Cuánto?
-¿Cuánto qué? –preguntaste confundida: por primera vez no descifrabas el sentir de Peter.
-¿Cuánto me extrañaron? –y su mirada corrompió tu eje.
-Mucho –susurraste y te quitaste el saquito y las zapatillas e imitaste su postura– ¿vos?
-A ésta cosita linda la extrañé un montonazo –y te derretían sus formas. Volvió a besar su frente y agregó su naricita respingada.
-¿Y a mí? –volviste a susurrar con vergüenza.
-Sí, un poco –te agarraste de sus piernas cruzadas para poder tomar envión y llegar a él. Abriste las tuyas y las posicionaste a cada lado de su cuerpo: así los tres quedaron juntos.
-¿Tan poquito? –y buscabas su mirada con la tuya.
-Yo no dije poquito, dije un poco –y te miró ofendido y enamorado a partes iguales: un hombre enamorado y ofendido era el cóctel perfecto.
-¿Sólo un poco? –y asintió como si fuera un chiquito– yo, sin embargo, te extrañé un montón –y llevabas las puntas de tus manos sobre su cintura, para que no se escapara. Una de tus piernas estaba por encima de otra suya. Entre tu pecho y el suyo, descansaba Santino– y también pensé mucho y te quiero pedir perdón... por eso vine.
-¿Viniste porque me extrañabas o porque querías pedirme perdón? –y no te la iba a poner nada fácil.
-Por las dos cosas. Más que nada por la primera opción –supiste que quiso sonreír, pero se reprimió las ganas– yo me enloquecí y… y sé qué hice cualquier cosa –y asintió porque odió que te hubieras emborrachado en un bar cual adolescente despechada, odió que dudaras de él– y me arrepiento… no daba que hiciera eso… no sé qué me pasó por la cabeza, pero me cegué por completo –y te miraba poco, porque sus ojos encontraban su centro de atracción en el dormir de su hijo– ¿crees que podés perdonarme?
-¿Sabés que me dolió? –y entendiste que no te miraría– que cuando fui al cuarto a explicarte lo que había pasado, me dijiste que no necesitabas ninguna explicación… como... como si no fueras nadie para pedírmela –y no entendiste al cien por cien qué quería decirte– yo siento que vos crees que sigo enamorado de Lila… que porque quedaste embarazada cuando no éramos nada o porque te enteraste del embarazo cuando yo tenía otros planes en mi vida, no somos una familia… pero dejame decirte que no es así –rebobinaste y supiste que tenía razón.
-Me caracterizo por ser cabeza dura y creerme menos que los demás…
-Tenés el autoestima por el suelo y pensás que cualquier mujer que se cruce por delante de mis ojos va a ser mejor que vos o va a gustarme más que vos…
-No es éso. Es que vos estabas enamorado de ella cuando terminaron, la seguías amando… no sé, fue una situación especial…
-¿Y no podés pensar que vos lograste enamorarme? ¿Qué vos y él me hicieron olvidar de ella? ¿Qué ahora agradezco todo los que nos pasó? –y te quedaste callada– Lila fue muy importante para mi porqu…
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DEGRADÉ
FanfictionDegradé intenta mostrar que no es lo mismo mirar que ver. Que un simple descuido puede hacer historia. Que entre tormentas y brisas se puede encontrar un lugar en el mundo... Y Peter y Lali sí que saben de eso. *Historia adaptada de ficsdeca con arr...