Presentaciones

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El bebe ya tenía 1 mes recién cumplido, y Natsu decidió que sería buena idea ir a presentárselo al gremio de los tigres, ya que quería que al menos su bebé conociera a sus tíos de luz y sombra junto al gremio de estos.

Gray estaba de acuerdo, ya que nadie de ese gremio los había tratado mal, pero queda de más decir que no dejaría irse solo a Natsu con el cachorro.

Se despidieron y empezaron a caminar, no iban a coger el tren ya que Sabertooth quedaba relativamente cerca, y así era mejor para los tres, no querían vómitos innecesarios.

Llegaron a las monstruosas puertas del gremio y tocaron, escondiendo Gray al bebé en la espalda del menor. Les abrió una peliblanca que reconocieron enseguida.

--Hola Yukino --saludaron con tranquilidad, viendo a la chica sorprendida por su presencia.

--Natsu-sama, Gray-sama, cuanto tiempo, pasen, pasen --dijo apresurada, ofreciendo el paso a sus amigos.

Haciendo caso se adentraron al gran gremio, viendo a todos sus integrantes allí, que los miraban igual o incluso más sorprendidos que la albina.

Yukino salió corriendo diciendo que iba a llamar a Sting, por lo que le dejaron paso sin dudar.

El primero en acercarse fue Rogue, que los saludaba con felicidad.

--¿Qué os trae por nuestro gremio? --curioseó sin entender que hacían ellos allí.

--Queríamos presentaros a alguien a ti y a Sting --respondió las dudas el pelirosa con una gran sonrisa.

--¿A nosotros? ¿A quién? --preguntó más extrañado el pelinegro.

--¿Sabeis que por ser Dragon Slayer somos como hermanos? --contestó con otra pregunta, recibiendo un asentimiento algo dudoso por parte del otro.

No puedo seguir hablando ya que un rubio se unió a su conversación.

--Natsu-san, bienvenido a nuestro gremio --saludó con gran simpatía el maestro del gremio.

--Hola Sting, ha pasado tiempo --devolvió el saludo de igual manera.

--¿Qué es lo que querías? --cuestionó, colocándose a un lado de el otro dragón.

--Queríamos presentaros a vuestro sobrino -sentenció con gran alegría, viendo la cara extrañada de ambos.

Sin darles tiempo de responder Dragneel se retiró de delante de el mago de hielo y dejó ver a su pequeño cachorro, dejando mudos a los dragones gemelos ante la vista.

--¿Ese es... -+dejó la frase a medias el más alto.

--Tu hijo? --terminó la oración el ojirojo.

--Nuestro --corrigió el azabache que sostenía al bebé que dormitaba tranquilamente en sus brazos.

La quijada de todos los que escucharon eso casi tocó el suelo por lo añadido por el mago.

--¿Vuestro? No entiendo --habló Minerva, diciendo lo que por ese momento pasaba por la cabeza de todos.

--Por ciertas circunstancias soy capaz de concebir hijos y pues... aquí está --se saltó muchas partes importantes, aunque sin mentir en nada.

Ninguno daba crédito a lo dicho por el Dragon Slayer de fuego, hasta que uno de los dragones habló.

--Es nuestro sobrino --afirmó el dragón de sombras sin levantar la mirada del pequeño dragón.

Natsu retiró al bebé de los brazos de su pareja y se lo entregó al pelinegro, que lo cargó con sumo cuidado en sus brazos, quedando embobado ante la vista que tenía del bebe. Era verdad, la piel, el pelo, los ojos, era una convinación única de ambos magos en una misma persona. El niño abrió más los ojos, contemplando a la nueva persona que tenía delante, acercandose y tocando la cicatriz sobre la nariz del ojirojo.

--Ah sí, esa es una manía o costumbre que tiene --informó al ver a su hijo hacer una vez más lo que ya era costumbre.

--¿Desde cuándo? --interrogó el mayor sin saber ese detalle.

--¿Recuerdas cuando fuiste a por la ropa de Ryû? Pues dejé que Laxus lo cogiera e hizo lo mismo, después con Erik, Gerard y prácticamente con todos --contestó tranquilo a la pregunta de su novio.

--¡¿Y por qué me acabo de enterar?! --medio gritó para no asustar al bebé.

--No preguntaste --respondió simple, viendo la diversión que tenía su hijo en los brazos de Rogue. --Bien, le toca a Sting --se acercó al pelinegro y le retiró de los brazos a Ryû y se lo entregó al rubio, con el cual no tardó en tocar la cicatriz que había encima de su ojo derecho.

--Sí que tiene esa manía --habló Rogue, mirando como el bebé hacía lo mismo que hizo con él.

--Es muy mono --se acercó Yukino a ver más de cerca al pequeño.

--Sí que los es --concordó Minerva a un lado de ella.

El resto del gremio también se aproximó para ver como el hijo de Natsu y Gray jugaba con su maestro, que se veía divertido, junto con las grandes carcajadas que el bebé soltaba.

Respondieron las preguntas que los miembros del gremio tenían, teniendo que guardarse algunas cosas por miedo al rechazo por ser demonios.

Cuando atardecía la pareja decidió que ya era hora de volver a su gremio, por lo que cogieron a su hijo y salieron por la puerta del gremio en el que se encontraban. Antes de alejarse mucho fueron detenidos por el dúo de dragones.

--Natsu-san, queríamos saber... --empezó el maestro.

--La verdad detrás de que puedas tener hijos --finalizó el pelinegro la oración del otro.

La pareja se miró entre sí y luego vieron a su hijo, que estaba tranquilamente durmiendo en los brazos de su madre. Volvieron su vista entre ellos y, lentamente, Natsu asintió, sacando un suspiro al mayor.

--Es una historia un poco larga --habló primero el pelirosa.

--No pasa nada --dijo deprisa el rubio, demostrando su impaciencia.

--Cuando nos fuimos de Fairy Tail, tuvimos un encuentro algo extraño con alguien inesperado --narró el padre de la criatura.

--Nos encontramos con Zeref --sentenció el otro, sorprendiendo en gran medida a los dragones gemelos.

--Que resultó que no era tan malo como todos pensábamos --continuó antes de que pudieran decir nada.

--Y también resultó que era mi hermano mayor --rio nervioso el menor.

Desde allí narraron toda la historia, saltándose obviamente el cómo concivieron a su hijo, llegando hasta ahora que estaban hablando.

Con la larga charla el cielo oscureció de un momento a otro sin que ninguno se diera cuenta.

Natsu y Gray contemplaban las caras bobas que se les habían quedado a los otros dos chicos, que no se esperaban nada de lo escuchado.

--Y esa es, creo que se nos hizo tarde --dijo preocupado el pelirosa, abrazando más contra su pecho al bebé para que no cogiera frío.

Se despidieron de sus amigos pidiéndoles que no contaran nada y se marcharon con dirección a su propio gremio, llegando ya bien entrada la noche.

Se adentraron a su casa y tumbaron a Ryû en la cuna que habían construido específicamente para su pequeño cachorro, seguido de tumbarse ellos en su propia cama, quedando acurrucados uno contra el otro, Natsu en el pecho del mayor y este abrazándolo por los hombros.

Nueva familia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora