El tiempo había pasado volando para el gremio Demon Dragon, tanto, que ni cuenta se dieron.
El cachorro del maestro y su pareja había crecido considerablemente, que ya caminaba y hablaba llamando a su padre, madre y tíos, junto con algunos motes que le había puesto a otros de los miembros. Jackal y Axel habían empezado a ser más cercanos, levantando más de una sospecha a muchos de los que pertenecían a ese gremio. Natsu y Gray casi dominaban sus alas y su poder de demonio, con el que ya habían empezado a practicar tiempo atrás, y, como dijo el pelirosa una vez, Fullbuster había creado esculturas de hielo en el gremio. Para ser más exactos un dragón en la cima de cada torre que había en la entrada del gremio y en la parte de atrás, junto con uno más pequeño en el centro de la entrada, justo encima del cartel en el que se leía el nombre del mismo. También habían tenido unas cuantas visitas de sus otros tíos dragón, los cuales iban una vez al mes para no perderse la infancia de su sobrino. Ryû había demostrado poderes de hielo y fuego inconscientemente, llenando de orgullo a sus padres al ver el gran talento que tenía su hijo en la magia.
Ahora el niño se encontraba con su tío Erik ya que sus padres estaban en otro rato de su entrenamiento diario, ya que tenían que recuperar el tiempo perdido. Erik era el único en el gremio ya que todos los demás estaban de misión por el hecho de que ya habían empezado a dejar misiones en masa al ver el gran talento de cada miembro, a veces solicitando a magos en específico.
Con los beneficios y el pago mensual de la sede habían decorado en gran cantidad el gremio y cada uno su propia habitación y ahora parecía un gremio en condiciones, con dibujos hechos por Axel, que descubrieron que tenía un gran talento para el dibujo, y por Natsu en las paredes, una mejor iluminación (que ya era bastante por las innumerables ventanas), baño y otra planta sin tapar mucho por donde se podía contemplar el horizonte y descansar después de las misiones, y era justo ahí donde se encontraba el mago de veneno con su pequeño sobrino curioso, que no paraba de asomarse para ver a sus padres entrenar o el cielo azul con ligeras nubes en él.
--Tito Obra --pronunció malamente lo que solía ser su nombre tiempo atrás, siendo ahora el mote que le puso para diferenciarlo de el resto de sus tíos.
--Dime, culebra --llamó por el nombre que le había otorgado que conectara bien con su distintivo de tío.
--Papá y mamá --solo dijo, señalando al dúo que seguía luchando.
--Sí, son ellos --habló con tranquilidad.
Durante su estancia en ese lugar había alcanzado una mayor paciencia y tranquilidad, sobre todo con ese pequeño bebé que miraba sentado apoyado en la valla para mirar atento el entrenamiento que estaban llevando a cabo sus padres. Sonrió al darse cuenta de este dato, ganándose una mirada curiosa por parte de su sobrino.
--Tito Obra ¿tas bien? --preguntó como pudo, pronunciando malamente las palabras.
--Pensaba en como tú y tus padres me cambiaron la vida --se sinceró, sacando una amplia sonrisa al pequeño, otra cualidad que había heredado de su madre.
Se acercó a Ryû y lo tomó en brazos para mirarlo atentamente, notando como el niño hacía lo que habían descubierto es una muestra de cariño por su parte, tocándole la cicatriz de su ojo derecho. Disfrutó esa caricia como todas las veces que lo había hecho, tranquilizándose, era otra cualidad que había heredado de su madre: la capacidad de relajar a quien sea.
--¿Mejor? --volvió a intentar articular, siendo Erik el que mejor lo entendía al poder descifrar las palabras con mayor facilidad.
--Sí, mucho mejor --afirmó con una sonrisa sincera plasmada en su rostro.
El pelirosa oscuro se abrazó a él, dándole un cálido abrazo mientras el castaño volvía a sentarse en el banco que había, dejándose abrazar por el infante. Se quedaron un rato abrazados hasta que el pequeño habló.
--Tu corasón --habló, acercando más la oreja al pecho del mayor. --Lo oigo --mal pronuncio, dejándose relajar por ese sonido.
Una tierna sonrisa se alojó en su boca, colocando una mano en la cabeza del niño, comenzando a acariciarla tranquilamente, relajando al pequeño cachorro.
--¿Qué pasa, culebra? --curioseó al notar coma el cuerpo apoyado contra su pecho se relajaba.
--Me guta --admitió con voz baja para seguido acabar profundamente dormido.
Sin borrar su sonrisa el Dragon Slayer colocó mejor el cuerpo de Ryû encima de él y se quedó mirando como el cielo empezaba a oscurecerse, con el sonido y las ligeras corrientes de aire que venían de la parte de atrás del gremio, que se notaban lejanas por la gran altura en la que se encontraban.
Cuando dichas corrientes de aire cesaron supo que el maestro y su pareja ya habían terminado su entrenamiento y, con mucho cuidado, se levantó y empezó a bajar las escaleras lentamente con el niño aún en brazos, intentando no despertarlo por el camino de vuelta al interior del edificio principal. Una vez abajo pudo ver como, efectivamente, la pareja había terminado con su entrenamiento, estando completamente sudados y cansados. El dúo lo vio y sonrió al ver como su pequeño cachorro estaba dormido en los brazos del dragón de veneno.
--¿Se ha portado bien? --le preguntó la madre de la criatura.
--Siempre lo hace --habló bajo para que el niño no lo oyera y despertara.
--¿Te importa quedártelo mientras nos duchamos? No tardamos --se apresuró a decir el mismo chico, haciendo referencia a él y su novio.
--No pasa nada --aceptó sin problemas lo dicho por el maestro.
Ambos se retiraron sin hacer ruido, volviendo a dejar solo al castaño, que se sentó en una de las mesas para esperar más cómodamente a que su hermano de otros padres y a que el padre del niño salieran de la ducha. Suceso que no ocurrió hasta quince minutos después, que salieron ya listos y aseados.
--Muchas gracias por quedarte con Ryû, Erik --agradeció Natsu, cargando a su cachorro, que le era entregado por el castaño.
--No hay problema --le restó importancia. --Se porta bien y es tranquilo, no es un problema --continuó, situando las manos en los bolsillos de su larga túnica.
--Puedes irte a descansar si quieres, ya nos ocupamos nosotros --habló esta vez el azabache, acercándose a sus pelirosas.
--De acuerdo, hasta mañana --se despidió para después irse con dirección al edificio de habitaciones, donde entró en la suya, situada en el último piso, donde se despojó de la blanca túnica y los zapatos para tumbarse en su cama y dormir tranquilamente hasta el día siguiente.
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Hoy publicaré tres capítulos, por lo que esperad el siguiente, que se publicará más tarde.

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Nueva familia
FanfictionSiempre había servido fielmente al gremio, y se lo pagan expulsándolo por no confiar en el poder que su padre le cedió para cumplir una misión imposible para él. Se fue del gremio y de Magnolia, pero no estaba solo, su amor hasta entonces oculto lo...