Capítulo 15.

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Mis legos estaban regados por toda la habitación, mientras yo seguía esforzándome por lograr imitar al Bumblebee que mostraba la caja. Alanna entró corriendo a la sala y lanzó su mochila de la escuela en el sofá, mientras volvía a salir corriendo.

-¡Entra! Yo vivo aquí.- Gritó.

¿A quién está invitando a entrar? ¿Qué no ve que estoy intentando hacer una súper obra maestra aquí?

-Oye, ¿Podrías recoger todo ese desorden? Tengo una nueva amiga y no quiero que le de la impresión de que somos la familia Picapiedras por tu culpa.- Alanna se puse de pie frente a mi, desafiante.

Giré los ojos y decidí ignorarla.

-Oh, está bien, tu casa es linda y los legos son mis juguetes preferidos.- Una aguda voz desconocida me hizo levantar la vista hasta una niña de cabello rizado, con ojos rasgados, tez morena y  color de ojos muy bonitos.- ¿Ese es Bumblebee? Si haces el brazo un poco más largo, se parecerá mucho más.

Quedé mudo, solo podía mirarla.

Intenté levantarme luego de largos segundos mirándola pero pisé la pieza puntiaguda de la cabeza de mi Bumblebee y caí al piso quejándome de dolor.

-Tranquilo, solo hay que sacarla de tu pie y ya no dolerá ¿Bien?- Dijo la niña que de la nada ya estaba junto a mi, viendo mi pie descalzo con atención.

-Me duele mucho.- Me quejé.

Estas cosas feas me hacen mucho daño.

-Si prometes quedarte quieto, te ayudaré a armarlo ¿Si? Pero déjame sacarlo primero.- Sonrió y acarició mi brazo.

Apoyado en el suelo y con los ojos cerrados, asentí; ella llevó sus manos a mi pie y hacía círculos con sus deditos en él, lo cual calmaba un poco el dolor.

-Es un bebé llorón.- Escuché decir a mi hermana.

Cuando iba a responderle algo sentí una fuerte presión que luego desapareció, dejando solo un leve dolor en la planta de mi pie derecho.

-¿Cómo hiciste eso?- Abrí mis ojos y me senté como indio, examinando mi pie.

-Solo estaba un poco clavado, te pondrás bien.- La niña linda sonrió hacia mí y yo le devolví el gesto.-¿Quieres que te ayudemos a armar ese Bumblebee?

Yo asentí despacio.

Me besó la mejilla para felicitarme por no gritar y se sentó junto a mi.

 Pasé la tarde con mi hermana y esa niña armando ese robot hasta que se hizo la merienda y mami nos dio algunas galletas con chispas de chocolate.

-¿Como te llamas?- Le pregunté cuando estaba frente a mi, tomando de su vaso de leche.

-Me llamo Sara-Lee pero puedes llamarme "Leonsito", ¿Y tu?

-Me llamo Caleb, pero me dicen "Espectro" porque soy tan veloz que nadie me ve.

-Me gusta Caleb, ojalá no te moleste.

Negué con la cabeza y sonreímos; seguimos comiendo las galletas de mi mami en silencio.

Desperté al escuchar la alarma de mi celular, indicándome que ya era hora de levantarme para ir al gimnasio y recibir mi castigo por faltar ayer. ¿Soñar recuerdos es normal? ¿Debería ir a un psicólogo? Lo buscaré en Google cuando regrese.

Tomé un baño y me vestí con lo primero que encontré para ir a entrenar, siempre se me hace tarde de la nada y luego de la falta de ayer, no creo que al Sr. Wick le haga mucha gracia que ahora llegue tarde.

La casa estaba en absoluto silencio, supuse que Alanna estaba en su habitación y papá seguía dormido entre sábanas con ronquidos de oso; bajé las escaleras y luego de tomar un sandwich de los que dejó Sara-Lee preparados ayer, me dispuse a revisar mi celular mientras caminaba hasta la camioneta; tenía un mensaje de Alex.

[Bro, sálvame; Sally no ha parado de llamarme.] 10:56

El mensaje fue hace unos pocos minutos, ignoré el mensaje y guardé el celular en mi bolsillo luego de lanzar una risita burlona; no tengo tiempo para ahuyentar vírgenes, yo se lo advertí.

Al encender la camioneta vi llegar la Toyota de Sara-Lee, me escondí y detallé cada uno de sus movimientos.

Ella tiene llave de mi casa, así que al bajar de su camioneta vi llaves en su mano derecha y algunas prendas de ropa doblada en su mano izquierda; abrió las puertas de la casa y cuando salió, casi al instante, no tenía ni las llaves ni la ropa. Vi un poco su rostro desde mi incómodo escondite, estaba más despeinada de lo normal y tenía unos lentes de sol que cubrían sus ojos. Subió de nuevo a su camioneta y avanzó en dirección contraria.

Deduje que estaba regresando ropa a mi hermana luego de la pelea de ayer y decidí no darle más importancia, como dije, voy a enfocarme primero en toda esta mierda de mamá y luego resolveré qué hacer con Sara-Lee, si alejarme de ella o ignorar lo que escuché.

Al llegar al gimnasio, mi entrenador estaba esperándome con una sonrisa malvada en el rostro que dictaba mi sentencia de muerte.

Sé que no voy a disfrutar esto.

***

Salí del gimnasio con dolor hasta en los pelos del culo, y me dirigí a casa con la esperanza de que haya comida lista esperando por mi.

Conduje algunos minutos hasta llegar a mi casa y bajé del móvil con dificultad. En serio me duelen partes que ni siquiera conocía de mi cuerpo.

Abrí las puertas de casa, encontrando en la sala de estar a mi melliza, con cara de pocos amigos, a mi padre -que observaba atentamente al suelo, como si no quisiera estar ahí-, y a mi madre y el tal Gus, abrazados y tomados de la mano en el sofá grande.

Mis puños se cerraron y una ola de impotencia e ira me azotó.

Había olvidado por completo la venida de Sophia, y al ser las 15:20 horas y con su bolso en mano supuse que, o ya se va, o acaba de llegar.

-Hijo, llegaste algo tarde, estoy por irme.- Dijo ella, mirándome con una sonrisa que levantó en mi una tormenta.

-Pues qué afortunado soy.- Dije con sarcasmo y detuve mi caminar junto al asiento de papá.

-Ignoraré tu insolencia solo porque estoy de salida, pero quiero que sepas que me quedaré algunos días en la ciudad con Gus, e intentaré venir cada día si me es posible.

-¿Aún te drogas?- Me crucé de brazos y le miré desafiante.

Gus cerró el entrecejo y la miró; es tan malvada y manipuladora que ni siquiera a ese tipejo le ha contado.

-No tengo porqué responder a eso.- Se levantó, como retándome a una pelea que sé que podría ganar si papá no estuviera aquí.

-No puede ser que luego de dos años aún te metas esa mierda, qué decepción.- Ladré, mirándola de arriba a abajo con asco y recelo.

-Será mejor que nos vayamos Gus.-Dijo, y tomó la mano del chico para llevarlo consigo a la puerta de entrada principal.- Vendré mañana, quieran o no. Es mi casa también.

Se escuchó un portazo y subí las escaleras sin decir una palabra. Al entrar a mi habitación corrí al baño y tomé una ducha corta; me vestí con cualquier cosa y volví a salir.

[¿Estás en tu casa?] 15:46

[Si, ¿Por?] 15:48

[Voy para allá.] 15:49

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HUG ME.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora