Capítulo 37.

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Faltaban 10 minutos para comenzar la pelea. Me encontraba solo en el camerino, con el teléfono en mano mientras recuerdos de mi relación con Sara-Lee me golpeaban. Me sentía derrotado y sabía con claridad que la había perdido.

La llamé y para mi sorpresa contestó al tercer repique.

- Hola.- Dijo con un tono de voz suave, me rompí apenas la escuché. A pesar de todo, su voz sonaba ronca y apagada, ella la estaba pasando igual o peor que yo.

Rompí a llorar porque todo lo que había deseado estos últimos días era escuchar su voz, su respiración. Maldita sea, la necesitaba conmigo.

- Perdóname, Sara- Lee.- Dijo con la voz ahogada en llanto, la sentí sollozar del otro lado de la línea.- Perdóname, por favor, te lo suplico.- Un sollozo lleno de dolor salió con dolor de mi garganta mientras tiraba mi cabeza hacia atrás en la silla dónde estaba y jalaba mi cabello con la mano libre.

No tenerla conmigo es una tortura, no sé en qué momento hizo todo esto conmigo pero estoy jodido. Maldigo el maldito momento en el que esa pelirroja desgraciada se acercó a ella, en el que yo cometí una de las peores estupideces de mi vida.

Cuando pedí perdón a mamá en aquella lápida fue completamente sincero y ahora lo siento exactamente igual. Necesito de ella junto a mí, quisiera a mi mamá de regreso.

Perder a mi madre, cuando ni siquiera era consciente de todo lo que la necesitaba, es tortuoso. Sentir que quizás pude haber sido mejor hijo mientras ella estaba, arde en el pecho la pérdida de la gente que amas.

Ni siquiera me esperaba que te fueras, madre, pero lo que sí espero es tu regreso.

Necesito tu ayuda en momentos difíciles como estos.

Necesito a mi chinita de regreso conmigo. Las necesito a ambas.

- Te perdono, espectro.- Dijo con la voz teñida de tristeza y los sollozos dejándola sin aire.- Te lo juro que sí.

- Entonces no me dejes.- Supliqué.- Déjame arreglarlo, no me dejes.- Dije mientras cada parte de mí se quebraba aún más.

- No es nuestro momento, Caleb.- Dijo tratando de calmarse.- Debes madurar al igual que yo. Quizás más adelante juntemos caminos otra vez.- Dijo con la respiración algo más tranquila.

- Voy a cambiar, lo juro, seré mejor para ti y te buscaré apenas lo logre.- Dije entre sollozos mientras escuchaba que me tocaban la puerta.

- Ya debes ir, concéntrate, sé que vas a ganar.- Dijo con la respiración tranquila pero mucha tristeza.

- Te amo.- Dije y colgué. Respiré profundo porque no podía salir envuelto en lágrimas al ring.

Me coloqué los guantes sobre las manos vendadas, luego de secar mis malditas lágrimas. Salí y seriamente caminé con el montón de gente a mi alrededor.

Eran periodistas pero solo miraba al frente, en mi mente solo cabía una cosa... Ganar.

Subí al ring luego de que el presentador me anunciará a mí y al otro peleador.

Comencé a dar saltos, preparando mi cuerpo para el agite que pasaría mientras observaba fijamente a mi adversario. Era más grande que yo pero no le temía, debía ganar en honor a Sara-Lee, en honor a mi madre.

Lanzó el primer golpe el cual fue un derechazo que impactó en mi mejilla. Tenía una buena derecha aunque una técnica de golpe floja, fue fuerte pero no contrajo suficientemente los músculos.

Lancé mi primer golpe hacia las costillas y al agacharse debido al dolor estrellé mi puño izquierdo en su cabeza haciendo que cayera de espaldas. Con sus piernas hizo una llave a las mías haciéndome caer, se subió sobre mí y comenzó a repartir golpes por todo mi rostro y cuerpo; algunos los cubrí, otros no tuve posibilidad, no podía mover las piernas y su peso sobre mí comenzaba a ahogarme así que golpeé el piso cediendo el triunfo del primer round.

Volvimos a ponernos de pie. Mi entrenador me esperaba en mi esquina y tras darme agua y algunas palabras de aliento indicaron que debíamos volver al centro del cuadrilátero. Debo concentrarme o este descuido me va a costar la victoria y eso no me lo voy a permitir.

Lancé dos golpes certeros y rápidos, un izquierdazo y un derechazo, los cuales, al impactar en su rostro lo dejaron lo suficientemente atontado para lanzar un segundo derechazo para mandarlo al suelo. Dio los golpes que indicaban que se rendía.

  Ahora solo quedaba un round, el decisivo, el que gane este se queda con el cinturón y con el título, los cuales deben ser míos a toda costa.

- Da chance de que te dé unos golpes, que se sienta en el elemento, cuando menos se lo espere, haz la llave del pie y acaba con esta mierda - Indicó el señor Wick mientras yo tomaba agua.

Regresamos al centro y se dio inicio al tercer round.

Sus manos se movían veloces pero cansadas y patéticas hacia mí, mientras yo esquivaba o cubría con algo de cansancio. Mi respiración estaba agitada y mis muslos ardían.

El rostro de Sara- Lee lleno de lágrimas llegó a mi mente y, casi como si me estuviera golpeando a mí mismo, uno de mis puños salió disparado directo al estómago de mi contrincante. Cuando caí en cuenta, nos lancé al piso con ayuda de mis piernas quedando yo encima suyo.

Peleaba por salir e intentaba golpearme desde abajo pero ya era tarde. Mis puños estrellaron contra su cara y su cuerpo en repetidas ocasiones, sabía que de alguna manera estaba drenando toda mi frustración por medio del pobre hombre bajo de mí.

Algo en mí me obligó a parar, y fue cuando comprendí que ya había ganado.

La gente vitoreaba mi nombre y me puse de pie con los paramédicos asegurándose de que el chico estuviera bien.

La premiación pasó rápida para mí. Me sentía tan bien, aunque algo incompleto, porque justo en el espacio entre todos mis amigos mi hermana y mi padre, hacía falta la que una vez fue mi novia.

Sonriendo y aplaudiendo como loca para mí, con mi madre y mi padre orgullosos. Mis dos mujeres más preciadas no estaban aquí, pero esta victoria es específicamente para ellas.

******

Salí del lugar con todos los amigos y familia esperándome. Papá lloraba de orgullo y fue el primero en abrazarme con fuerza hasta que una horda de fenómenos sudorosos y felices de lanzaron sobre nosotros.

Josh y Robbie tenían un cartel arrugado que decía "Espectro el demoledor" con un dibujo de un Ralph el demoledor pero de color; lo más triste es que si tenía cierto parecido conmigo.

Luego de bromas por parte de Alex hacia lo extraño que me veía todo sudado sobre otro hombre y algunos golpes de Chris y Robbie hacia mí por burlarme del cartel tan patético, llegamos a casa decidiendo que sería una noche sin vaginas.

Alanna estaba en su habitación con Meghan, quién había llegado de sorpresa a casa unos minutos después de nosotros, haciendo quién sabe qué cosa; nosotros, por otro lado, nos quedamos viendo una maratón de "Teresa" con papá y los chicos.

Aunque les sorprenda mi papá nos inculcó cierto placer culposo por las novelas mexicanas y algo que no podemos negar es que los cuatro tenemos como preferida a la preciosa "Teresa".

Comimos pizza, tomamos cerveza, peleamos con Teresa, con el licenciado y con cada uno en el programa que no hacía lo que nosotros queríamos. Estaba siendo una maravillosa noche y en la cual empezaría mi cambio.

Iba a recuperar a mi chica, perdí a mi santa madre... No perderé también al amor de mi vida.

HUG ME.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora