El ensayo acaba con el profesor con los nervios de punta y Martín queriendo ahorcar a Miguel. Sabe que lo está haciendo a propósito, en protesta por la pequeña charla que tuvieron antes de que el profesor regresara. Lo sabe porque es imposible que uno de la nada se olvide las notas de una canción, la letra y cómo usar las cuerdas vocales en general, después de haber ensayado tanto tiempo.
Martín aguanta la ira que burbujea en su estómago como caldera apunto de desbordarse lo que dura el ensayo. En cambio, se la pasa lanzado miradas de odio a Miguel, que simplemente se encoge en hombros y miente diciendo que, "simplemente no es un buen día". El profesor los deja irse quince minutos antes de que acaben las dos horas, y se marcha del salón dando zancadas y prácticamente jalando lo poco que le queda de pelo.
Miguel toma su mochila y pretende irse sin mirar atrás, pero Martín lo sigue porque sabe que todo el maldito ensayo ha estado provocando una confrontación. Y planea dársela.
De nuevo, no le toma mucho alcanzarlo en el pasillo.
Miguel nota que lo sigue y gruñe entre dientes.
-Es una maldita tortura tratar de ensayar contigo.
-¿Que mierda fue eso?- Pregunta Martín furioso, intentando seguirle el paso cuando Miguel acelera. -¿Qué demonios estás tratando de hacer, Miguel, arruinar todo?
-Quiero hablar contigo. Quiero hablar contigo, ¿entiendes?
-No tenemos nada de qué hablar. Ahora, déjate de huevadas y–
Miguel se detiene en seco e inmediatamente se voltea para encararlo.
-Vamos a hablar bien o te juro que no canto nada.
Martín se queda callado. Su lengua se enreda en su boca y tiene que tragar.
-Eres un hijo de puta. No te importa nada, ¿verdad?
La voz le tiembla un poco, pero logra recuperarse. Miguel lo mira fijamente y abre la boca, solo para cerrarla de nuevo. Respira profundo y luego empieza.
-Se que este concurso es importante para ti. Y de verdad quiero ganar. Pero no quiero seguir así, ¿entendiste?
Martín parpadea desconcertado.
-¿Y yo, Miguel?- Pregunta Martín, sintiendo como un montón de palabras se agolpan en su tráquea. Tiene que tomar un gran sorbo de aire para que la voz no le tiemble. Susurra. -Yo me voy al carajo.
-No–
-Uno no hace eso con las personas que le importan.
Termina Martín, sintiendo que sus manos están heladas y sus rodillas tiemblan. La expresión de Miguel cambia, se vuelve una mueca de dolor.
-Tu le dijiste a Manu que no te importo.
-¡Y a ti no te importo cagarme por completo, mierda!¡Entiende que no puedo perdonarte así de fácil!
Grita Martín desesperado. Desesperado porque le duele todo y Miguel no entiende ni entenderá nunca. Porque ni el mismo Martín entiende como han terminado en esta situación.
Miguel cierra los ojos por un segundo y se pasa una mano por la cara.
-Perdón- Susurra bajito, y cuando vuelve a mirar a Martín sus ojos brillan y su voz se quiebra. -Perdóname, por favor.
Martín se pasa ambas manos por la cara, sintiendo como su piel arde contra sus palmas. Le arden los ojos también y los aprieta porque quiere desaparecer. Quiere ganar. Quiere que todo vuelva a ser trivial como lo era.
-Yo solo quiero ganar–
Es arriesgado. Pero en un descuido, mientras Martín tiene sus ojos cubiertos y su cuerpo se sacude despacio, siente a Miguel rodearlo con sus brazos y enterrar su cabeza en su hombro. Es arriesgado, y muy peligroso, porque lo deja abrazarlo mientras siente su cuerpo temblar contra el suyo.
Y Martín sabe que está jodido cuando lo abraza de regreso y al separarse, con la cara de Miguel tan cerca de la suya, todavía siente ganas de besarlo.
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No Me Cantes
General FictionTodos tienen su propia versión de la misma historia. Además de ser uno de los chicos más guapos de la escuela, Martín también es el mejor tenor del coro de esta. Su dedicación y pasión por el canto le aseguran un futuro prometedor. No tiene miedo a...