Manuel ( XVII )

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Es tarde cuando Miguel llama. Sorprendentemente, Manuel ha logrado un pequeño progreso en el manuscrito en el que trabaja. Lo deja a un lado por un minuto y toma un sorbo de su taza de té caliente antes de responder su celular.

-¿Aló?

-Hola ¿Como estás?

Pregunta Miguel y su voz suena algo rasposa. Manuel ignora ese detalle.

-Bien.- Comienza, tranquilo como si hablaran del clima. -Hoy fue un día interesante.

-¿Interesante?

-Ajá.

Hay silencio. En su cabeza, Manuel puede ver a Miguel haciendo muecas, incómodo.

-¿Pasó algo?

-Salí a caminar....- Manuel se encoge de hombros, juega con el lapicero sobre su escritorio, garabatea un poco la mesa. -Sabes, fui a hablar con ese chico, Martín.

Espera a oír la voz de Miguel, pero no lo hace. Tuerce la boca, esperando a que Miguel reaccione.

-¿Qué?

Pregunta Miguel, su voz sonando entre aterrada, confundida, e incluso ofendida. A Manuel no le sorprende.

-Lo que oíste.

-¿Por qué hiciste eso?

Se pregunta si debería mentirle. Luego decide que no. Y simplemente responde con la verdad.

-Porque es difícil creerte, Miguel ¿No pensaste que iba a dejar que me vieras la cara de tonto de nuevo, o sí?

-¡Pero te dije que se había acabado, Manuel!

Manuel ignora la irritación de Miguel. Se imagina que siente algo de vergüenza, o eso espera. Se lo merece.

-No se, Miguel. Aún tanteo que tan en serio dices las cosas. Ahora, si me disculpas, estoy ocupado.

Y con eso termina la llamada. Deja el celular a un lado y vuelve a dar un sorbo a su té.

Él no puede ser como Miguel. No puede pretender que nada paso y seguir adelante. Ya ha tenido demasiadas decepciones, demasiadas piedras, para querer caer dos veces con la misma tontería. Miguel puede querer abrazarlo, besarlo, y decirle que lo ama. Manuel no puede hacer lo mismo. Aún no lo perdona.

Aún no acaba de castigarlo.

Quizás termine siendo el malo, quizás a ojos de otros este exagerando. Pero no le importa. En el silencio de su habitación, sus dedos tamborilean sobre el celular.

¿Que tan lejos puede llevar su castigo? ¿Cómo puede asegurarse de que Miguel entienda cómo se siente?

Manuel tampoco está pensando cuando toma el aparato entre sus manos otra vez y marca el número de la casa de Miguel, sabiendo que contestara alguno de sus padres. Está listo para extenderles una invitación al concurso de coro que fue el detonante de todo en primer lugar. Listo para que acaben las mentiras.

No Me CantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora