Martín ( X )

495 66 2
                                    

-Ya se que Manuel vino a hablar contigo.

La noche anterior, Martín había querido llamar a Miguel. Quería llamarlo para gritarle que era una mierda barata mentirosa que no merece nada lindo en su vida. Pero no lo hizo. Solo porque tuvo el presentimiento de que Miguel iba a hacer justo lo que acaba de hacer.

Martín levanta la mirada de las partituras para mirar hacia la puerta de salón. El profesor se fue al baño cinco minutos, que ya se están convirtiendo en diez.

-¿Y a ti qué?

Le espeta mordaz y Miguel frunce el ceño y se remueve en su lugar frente a él.

-¿Como que a mi qué?- Murmura entre dientes antes de suspirar cansado. -Mira, ya se que la cagué. Pero te prometo que no fue intencional–

-Dime Miguel, ¿cuantas veces vas a tener que pararle el culo a tu noviecito para que te perdone?

Miguel abre la boca, de seguro para mandarlo al infierno. A Martín no le interesa nada de lo que tenga que decir. Sin embargo, cuando los insultos no llegan, tiene que levantar una ceja sorprendido.

-No se que tenía en la cabeza. En serio. No quería hacerle daño a ninguno de los dos.- Martín no dice nada. Miguel se remueve incómodo bajo su mirada antes de continuar. -A veces las cosas están cagadas desde antes, y justo cuando uno trata de arreglarlas, se vuelven peores y entonces.... En verdad lo siento, Martín. Ya se que no quieres perdonarme y que no me lo merezco. Pero quería que sepas que me gusto ser tu amigo.

Martín espera a que diga algo más, pero cuando Miguel no lo hace simplemente chasquea la lengua.

-Sabes, en realidad no pensé que fueras a hacer eso. Digo, sabía que no iba a ningún sitio contigo. Pero no pensé que fueras a mandarte esa. Puntos extra por lo pendejo.

Fuerza una sonrisa llena de sorna que Miguel detecta inmediatamente. Entrecierra los ojos y responde con el mismo veneno.

-Ya. Como si tú nunca hubieses hecho nada malo en tu vida.

Martín suelta una carcajada que solo ofende más a Miguel.

-Miles de cosas. Pero por lo menos no arrastro a la gente a mi mierda.

-¿Que carajos quieres que diga, Martín?- Gruñe Miguel, tomando un paso más hacia adelante con las manos cerradas en puños. Martín no se siente ni un poco intimidado. -Ya te pedí perdón. En serio estoy arrepentido—y si pudiera retroceder el tiempo, créeme que no dudaría en—

Miguel cierra la boca de inmediato y vuelve a su lugar junto al piano. El sonido de la puerta cerrándose a sus espaldas le dice a Martín que el profesor por fin ha regresado de su viaje al baño.

El hombre les dedica un intento de sonrisa que se queda en labios fruncidos mientras se acomoda en el banco redondo detrás del piano. Es un hombre mayor, con apenas un par de mechones de pelo gris a los costados y uno que otro pelo tratando de cubrir su costrosa calva. Martín está seguro de que algo sabe ese hombre, algo más allá de la pelea que tuvo con Miguel varios días atrás. Es algo en la manera en que los mira de reojo, como si esperara a que–a la más pequeña provocación–estallaran y se despedazaran el uno al otro, de una u otra manera que depende de la connotación de la palabra.

No parece un viejo pervertido, pero uno nunca sabe, o eso es lo que piensa Martín cuando nota que el hombre le sonríe por un segundo. Sin embargo, de la nada la sonrisa del profesor se borra y en cambio, frunce el ceño y agita la cabeza rápidamente.

La música se detiene de golpe.

-No, no, no. Señor Prado, ¿qué fue eso último?

Miguel se encoge en hombros. Martín rueda los ojos y se apoya en el piano cansado.

-Perdón. Me distraje pensando.

-¿Pensando en qué?- Pregunta el hombre fingiendo interés antes de volver a su semblante serio y decir en voz profunda, -No podemos equivocarnos cuando solo faltan semanas para el concurso. No es aceptable.

Martín no lo puede evitar. En un susurro se le escapa un, "equivocarnos, no." Miguel ni se inmuta pero el profesor se voltea a mirarlo molesto.

-Ni tenemos tiempo para andar jodiéndonos la paciencia.- Y con eso le da un golpe al piano que hace que se encojan con el horrible sonido agudo que produce. El profesor carraspea antes de continuar. -No creo que sea necesario recordarles porque ganar este concurso es importante, ¿o si?

Miguel y Martín se quedan en silencio y sin mirarse. Martín está seguro de que si voltea a ver a Miguel, será solo para lanzarle otro comentario mordaz. Ó sacarle el dedo medio.

El profesor les hace una seña y empiezan de nuevo.

No Me CantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora