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El de cabello bicolor dio dos pasos hacia atrás cuando escuchó a el rubio gritarle ¿Y cómo no? Cualquier persona de menor estatura que Bakugō se sentiría asustada al escucharlo gritar así, y en ese momento Shōto era más pequeño que Katsuki por bastantes centímetros.

—¡Responde, maldito bastardo mitad-mitad! ¡¿O quieres una sopa de explosiones?!

Volvió a exclamar el rubio mientras daba un paso hacia adelante, el de ojos heterocromáticos desvaneció aquel pequeño puchero en su rostro y sin siquiera poder controlarlo sintió como sus ojos se humedecían y un leve cosquilleo aparecía en su nariz.

El rubio al darse cuenta del rostro del más bajo simplemente chasqueó la lengua mientras cruzaba los brazos, nunca antes había tratado con niños pequeños y ahora que lo pensaba, no tenía idea de por qué mierda aceptado esa estúpida apuesta.

Salió de sus pensamientos al escuchar a el heterocromático sorber su nariz con levedad, lo miró por unos segundos antes de agacharse y estirar una de sus manos hacia el contrario, el cual la tomó después de unos segundos la tomó.

—Deja de llorar, inútil, si no Kirishima intentará matarme

Habló con el ceño fruncido mientras lo acercaba a él para seguidamente tomarlo en brazos y sentarlo sobre la barra. Bakugō tomó algunas frutas las cuales lavó antes de tomar un cuchillo y comenzar a partirlas mientras maldecía a Midoriya.

Cuando terminó las dejó en un plato y se lo dio a Shōto para que comiera las frutas, cuando lo hizo dejó el plato en el lavaplatos antes de regresar con el otro y tomarlo en brazos comenzando a caminar hacia la salida.

Cuando estuvieron a punto de llegar a la piscina volvió a dejarlo sobre el piso para proseguir a pasar sus manos por sus mejillas y limpiar cualquier rastro de lágrimas sobre estas.

¿¡Shōto!? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora